POÉTICA DE LOS VIENTOS – Metereológica – Parte 1ª

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Antoñeta Bernardino – 

Eolo: https://mitosyleyendascr.com/mitologia-griega/eolo/

Himno órfico LXXXI. AL CÉFIRO. Incienso oloroso[1].

“Brisas del céfiro que todo lo engendráis y marcháis por el aire, de dulce soplo, susurrantes, que poseéis la calma de la muerte. Primaverales, que os movéis por el prado, deseadas por los fondeaderos, porque cómodo puerto y ligera brisa aportáis a las naves. Venid, por favor, propicias, soplando sin reparo, por el aire, invisibles, muy ligeras y aéreas apariencias”.

Comienzo con este canto propiciatorio con el que los órficos veneraban al blando Céfiro de dulce aliento, para invocarlo y atraer sus favores, extraído de los “Himnos órficos”, como preludio para introducirnos en el tema de hoy “Los vientos en la imaginación mítica”.

Para la imaginación mítica,  el viento, o en su origen el aire, era  considerado uno de los cuatro elementos básicos que – junto con el agua, la tierra y el fuego-, componían la totalidad del Cosmos. De los cuatro elementos, el aire y el fuego, se consideran activos y masculinos, el agua y la tierra pasivos y femeninos. En las cosmogonías elementales, se considera al aire como fundamento y origen de todas las cosas, aunque también dependiendo de la cosmogonía eran considerados origen el agua, la tierra y el fuego. El aire se asocia esencialmente con tres factores: con el hálito vital creador, y por tanto con la palabra, con el viento de la tempestad, ligado en muchas mitologías a la idea de creación, y con el espacio. La luz, el vuelo, la ligereza, la libertad, así como también el perfume y el olor, son elementos en conexión con el simbolismo general del aire.  Se combinan también estrechamente con el sentimiento de lo aéreo las sensaciones, recuerdos o ideas del frío y del calor, de lo seco y de lo húmedo, y por último con los factores ambientales y climáticos. Para Nietzsche, el aire debía ser frío y agresivo, el aire de las cumbres. Además asimila el citado autor el perfume a la reminiscencia, haciendo referencia a cómo aviva el recuerdo la estela perfumada de alguna cosa o prenda de la amada tal y como aparece en un poema de Shelley[2].

En este ensayo, me voy a centrar principalmente, en la poética de los vientos en la mitología clásica, es decir, en cómo van a ser representados en el Arte y la tradición literaria de la Antigüedad y posteriormente en la Edad Moderna, cuando en el Renacimiento se  vuelva de nuevo la mirada a la Antigüedad Clásica, como modelo a seguir en todos los ámbitos del Pensamiento, la Literatura y las Artes.

Como fenómenos o  potencias naturales “los vientos” van a ser considerados sagrados por el hombre antiguo, pues al no poder dominarlos, necesitaba atraerse de su favor y benevolencia, de esta forma eran temidos y venerados. Divinizados y antropomorfizados, como era natural en la religión griega, el arte y la literatura de la Antigüedad  clásica los va a representar de diferentes formas; atendiendo a su naturaleza  y temperamento, se les dotará de  unos atributos y epítetos característicos, los relatos míticos de los que son protagonistas, nos permitirán conocer su genealogía, nacimiento, funciones y aventuras más significativas, y de esta forma los conoceremos  de una forma poética y/o simbólica, pues no es otra cosa la Mitología sino el Arte de la Ciencia Poética. Ciencia, Mitología y Religión se entretejerán en este artículo sobre los vientos.

Los antiguos griegos llamaban “anemoi”, a los vientos, cuya voz griega significa “viento”. Según las fuentes literarias eran cuatro los vientos principales, los cuales se correspondían con los cuatro puntos cardinales, desde dónde procedían. Heraldos de las estaciones y del nacimiento de ciertas constelaciones,  eran el Bóreas (viento del Norte) , el Noto(viento del Sur), el Euro (viento del Este), y el Céfiro (viento del Oeste) las divinidades mayores de los vientos.  Así  aparecerán representados como elementos decorativos en algunos mosaicos romanos, apostados en sus cuatro esquinas soplando,  a través de caracolas de mar, trompetas, trompas o cuernos, o incluso sin mediar instrumento alguno, con sus mejillas hinchadas por el soplo.

Cada uno de ellos tenía una función: soplar en un momento determinado del año o a unas horas fijas, tanto de día como de noche. Los vientos regulares contribuían a organizar los trabajos humanos, los trabajos de la tierra, la agricultura, hacían crecer, florecer y fructificar los frutos,”. Los vientos favorables inauguraban la época de la navegación y los intercambios, trazaban los caminos del mar, incluso algunos estaban especializados en determinadas travesías, favorecían la maduración de los frutos e incluso consideraban que fecundaban a los rebaños[3].

No sólo fueron los vientos importantes para la navegación, y para el trabajo de los hombres, sino que jugaron también un destacado papel en el ejercicio de la medicina, y tuvieron especial relevancia para filósofos, literatos y arquitectos, además de dejar una significativa impronta en la lengua griega que transmitida al latín dejará su huella en las lenguas romances[4].

Los filósofos quisieron definir los vientos de una forma más precisa, así Aristóteles en su obre Meteorológica, además de los cuatro vientos principales menciona,  tres entre Bóreas y Euro: Meses, KaiKias, y Apeliotes, entre Euro y Noto: Euronoto,  entre Noto y Céfiro a Libis (viento Africano) y entre Céfiro y Bóreas a Argestes y Trascis, como aparecen representados en la “Rosa de los vientos griega[5]” y en la rosa náutica. (Ilustración 2.A y 2.B)

Rosa de los vientos tal como era conocida para los griegos. El esquema es un resumen de las fuentes griegas recopilado por Adamantios Korais hacia 1796. https://es.wikipedia.org/wiki/Dioses_del_viento_griegos
Aquilón y Bóreas en la Rosa de los Vientos en latín y griego según el Museo Pío Clementino. https://es.wikipedia.org/wiki/Aquil%C3%B3n
  1. GENEALOGÍA.

Según las fuentes literarias (Hesíodo, Teog, 378-383 ) “eran los dioses de impetuoso soplo hijos de  Eos, la Aurora,- conocida por el epíteto homérico de Rododáctila (ῥοδοδάκτυλος: ‘ la de dedos de rosa” o” la de azafranado  peplo”, también llamada por Homero, la “Erigenia”, “la que nace pronto”- quién uniéndose amorosamente a Astreo[6], dios del cielo nocturno poblado de estrellas, los parió para provecho de los mortales, el purificador Céfiro, el más joven de todos, el veloz Bóreas, el hermano mayor  y el Noto[7]”. Según Hesíodo éstos son de linaje divino, gran ayuda para los mortales, pero las demás brisas,” los vientos desatados que surgen al azar, arrebatadores e impredecibles que encrespan las olas resonantes del mar, unas veces cayendo sobre el oscuro Ponto, gran desgracia para los mortales, en malvado huracán se lanzan; cada vez soplan de modo diferente, destruyen las naves haciendo naufragar los navíos y  trayendo el infortunio a los marineros, ¡del mal no hay liberación para los hombres que con aquellos se encuentran en el Ponto¡ Otras destruyen a su vez, en la inmensa tierra florida los amados trabajos de los hombres nacidos en la tierra, llenándolos de polvo y penosa confusión[8]”.Éstos son los vientos destructivos hijos de Tifón[9], nacidos salvajes del monstruoso Tifeo, para desgracia y angustia de los mortales, y así dice Hesíodo “De Tifón proceden los fuertes vientos de húmedo soplo, excepto Noto, Bóreas, Argestes y Céfiro”.

Los poetas más antiguos, tales como Hesíodo y Homero, establecen una clara distinción entre los cuatro vientos, relativamente benignos, vientos de las estaciones y los destructivos, tormentosos, huracanados, generados por el monstruo Tifón (anemoi Thuellai). Éstos fueron los vientos que según la tradición estaban alojados en las cavernas de Eolo o, según otros, guardados por los Hekatonquiros[10] en las cavernas del Tártaro[11]. Los poetas más tardíos hicieron borrosa dicha distinción, y fueron todos alojados en las cavernas o establos de Eolo[12]. (de lo que hablaremos más tarde).

La contrapartida femenina de los Anemoi fueron las Aellai Harpyai (Harpías). En unión amorosa con los vientos engendrarían a inmortales y rápidos caballos.

Friso de la Torre de los vientos. Detalle del viento del Norte, Bóreas (a la izquierda) y del Skiron, NO (a la derecha) https://es.wikipedia.org/wiki/Torre_de_los_Vientos#/media/Archivo:Tower_of_the_Winds_frieze_detail.jpg

Para atraerse su benevolencia el hombre antiguo  les rindió culto en altares y templos en los que un sacerdote una vez al año, ofrecía un sacrificio, corderos blancos para los vientos favorables, y negros a los destructivos.

En  el Arte solían ser representados como hombres alados, o bien con pequeñas alitas naciendo de sus  sienes y tobillos, o con alas de ave naciendo de sus hombros o espalda, vistiendo túnica y manto y portando entre sus brazos, un pliegue del mismo, repleto de los dones que ofrecen a la Naturaleza y a los hombres. En su tratado sobre Arquitectura (I, 6), Vitrubio se plantea el problema, sin duda importante para él, del número de los Vientos. Y llega a la conclusión de que son ocho, tal y como lo muestra en Atenas la torre Octogonal de Andrónico, conocida como “La Torre de los Vientos”, uno de los monumentos, afortunadamente, mejor conservados y que mejor nos ilustran cómo eran imaginados los vientos por los artistas de la Antigüedad. Se levantó en la Acrópolis de Atenas[13] , durante época romana, hacia el 50 a.C. y fue realizado en mármol pentélico, el mismo con el que se construyó el Partenón. 

Reconstrucción de la Torre de los Vientos. Grabado del siglo XIX. https://blogcatedranaval.com/2016/09/27/la-torre-de-los-vientos-de-atenas/

En los frisos de cada uno de los ochos lados orientados hacia cada una de las ocho direcciones, aparecen perfectamente labrados en mármol uno de los ocho vientos principales, en actitud voladora. Un tritón móvil en el centro se la cúpula señala con su vara el viento que soplaba en cada momento.

Los vientos fríos y septentrionales [14]aparecen representados como hombres barbados, el viento Bóreas, Βορέας, cuya voz en griego significa “el devorador”, era el frío viento del Norte, que traía el invierno, se le representaba como un anciano barbado que portaba una  caracola haciendo alusión al sonido característico, de los vientos huracanados, a veces aparecía en el arte calzando los coturnos, calzado típico que llevaban los actores de la tragedia griega. A veces con piernas de serpiente. (pero esto lo veremos en el siguiente capítulo).

EL Caicias, o viento del Noreste, era un hombre viejo vestido con túnica y descalzo, que derrama  el granizo acumulado en su escudo.  El Argestes o Scirón, viento del Noroeste,  aparece como un hombre barbado  que porta una vasija de bronce, repartiendo brasas de carbón, anunciando la llegada del invierno.

Detalle de la Torre de los Vientos, el Apeliotes, viento del Este, con el pliegue de su manto lleno de frutos y semillas. https://www.liceus.com/wp-content/uploads/2019/02/Torre-de-los-vientos-600×411.jpg

Los vientos orientales y meridionales solían ser representados como jóvenes alados, vestidos como los anteriores, con túnica y manto, pero casi todos  imberbes. Así, por ejemplo el  Apeliotes[15] (el Solanus latino), viento del Este,  era representado como un joven alado que lleva un pliegue de su vestimenta lleno de frutos y trigo. (Il. 5). Es el encargado de hacer soplar el viento que hace madurar   las frutas y el trigo, se le conoce también como “El viento del otoño”, tenía su hogar cerca del palacio de Helios, hacia Oriente, es el encargado de ir guiando los rayos del Sol.

El Euro (en griego antiguo Εύρος Eúros) era la deidad que simbolizaba al funesto viento del este[16], el viento del Levante, sólo éste entre los vientos orientales lleva barba, y envuelve su brazo en el manto, su símbolo era una vasija invertida derramando agua.  Se creía que traía calor y lluvia. A veces se le figuraba llevando piel oscura, mejillas hinchadas, alas y un sol rojo sobre la cabeza. Es el único que no se asocia con ninguna de las estaciones, y el único que no aparece en la Teogonía de Hesíodo ni en los Himnos órficos, aunque sí aparece mencionado junto al Noto en la Ilíada (ii, 145) y Horacio lo menciona como uno de los caballos de la Aurora. Su equivalente en la mitología romana era Vulturno) un dios-río tribal que más tarde pasaría a ser la deidad romana del río Tíber.
El Noto (Auster, viento del Sur), es el  Austro de los romanos, personificación del siroco.

Asociado con el desecador viento caliente que seca la tierra, tras el solsticio de verano y la salida de Sirio, trae las tormentas del final del verano y del otoño, por lo que era muy temido como destructor de las cosechas. Se le figuraba feo, barbado, con melena y aspecto muy húmedo, lleva entre sus manos una vasija invertida para producir lluvia.

El Euro y el Noto  suelen aparecer mencionados juntos en la “Ilíada” de Homero, en este episodio II,145, son comparados a la la agitación de la que se apoderó el ánimo de la Asamblea tras tomar la decisión de  abandonar Ilio y volver de regreso al hogar.  “ Y la asamblea se agitó como las vastas/ olas del mar Icario[17] cuando el Euro/ y el Noto las levantan, resonantes/ bajando de las nubes que amontona/ la voz del padre Jove[18], o en estío / como la espesa mies violento agita/ de impetuoso céfiro el embate/ las débiles espigas inclinando”.

Detalle de la Torre de los vientos. El Lips o Africus, viento del suroeste, con el aplustre en sus manos. https://historia.nationalgeographic.com.es/a/torre-vientos-atenas-primera-estacion-meteorologica-historia_10612

El Lips ( el Africus, viento del Suroeste), se representaba como un muchacho alado que sostiene un aplustre, adorno de la popa de las naves antiguas, haciendo referencia a que cuando soplaba este viento, las naves no podían avanzar desde el puerto del Pireo. Es el viento africano, la conocida vulgarmente como ”calma chicha”.

Finalmente, queda como un viento aparte, el Céfiro, (Ζέφυρος), el viento del oeste que trae las suaves brisas de la primavera y principios del verano; Zephyrus, llamado en latín Favonius (que significa favorable), aparece representado como un joven agraciado e imberbe, con alas de ave, aunque después a partir del Renacimiento, se le representara con alas de mariposa, semidesnudo, que lleva flores en un pliegue de su manto.  El Céfiro es el “más sereno y  suave de todos lo vientos” [19]cuya voz en griego significa “traedor de vida”,

Detalle de la Torre de los vientos. https://www.gettyimages.es/ilustraciones/c%C3%A9firo

porque entonces todas las plantas comienzan a brotar y se desata y abre la tierra, antes apretada y recogida en sí; y por eso decían los antiguos que es Zéfiro precursor y mensajero de la venida de Venus”. Anuncia la primavera, humedece y vivifica la tierra, fertilizándola haciendo crecer las flores y fructificar los frutos.  Desde la Antigüedad su presencia era habitual en las descripciones de jardines y lugares amenos, “en los jardines de Venus y Adonis en los que sopla el suave Céfiro acariciador, embalsamado de perfumados efluvios”. Es también la brisa de la que se disfruta en los Campos Elíseos, un más allá venturoso, dónde los inmortales,  héroes y “amados por los dioses”, gozan de una eterna primavera.

Entre los favoritos por los artistas y poetas de la  Antigüedad Clásica estuvieron siempre el Bóreas y el Céfiro. En los siguientes capítulos veremos algunas de sus aventuras amorosas  y de la asociación mítica que los caballos tuvieron con los vientos, en los que se metamorfosean en algún que otro episodio mitológico.

[1] Texto extraído de https://omarpal.blogspot.com/2011/08/himnos-orficos-01-08-2011.htm.  Los himnos órficos son una serie de invocaciones que las sociedades paganas mistéricas dirigían a las divinidades del Panteón grecorromano, cuyas creencias y literatura fueron atribuidas al poeta tracio Orfeo, una figura semiliegendaria, de las  más prestigiosas y enigmáticas de la Antigüedad, quién atribuía un poder mágico a las palabras y a la música, capaces de conmover a las piedras, a las rocas, a la Naturaleza toda e incluso ablandar el férreo corazón de las divinidades del Infierno[1].Como eran invocaciones mágicas, dependiendo de la divinidad que se invocara se le ofrecía un tipo de incienso u otro. Para el Céfiro, incienso oloroso.

[2] Cirlot, J.E. “Diccionario de símbolos”  Editorial Labor. S.A. Barcelona. 2º ed. 1992.

[3] Bonnefoy, I. “Diccionario de las Mitologías. Volumen II. Grecia”. Pág. 448. Ed. Destino. 1996.

[4] Alamillo, A. “Los vientos en la iconografía clásica”. Liceus.com.

[5] https://es.m.wikipedia.org . Rosa de los vientos. La rosa de los vientos es un símbolo en forma de círculo que tiene marcado alrededor los rumbos en que se divide la circunferencia del horizonte, y que serían norte, sur, este y oeste.  Su invención se debe al mallorquín Ramón Llull, aunque la descripción pormenorizada que da Plinio el Viejo en el segundo libro de su Historia Natural, podría haber sido su referencia.

[6]  https://www.theoi.com/Titan/TitanAstraios.html ASTRAIOS (Astraeus) era el Dios titan de las estrellas y los planetas y del arte de la astrología. Con Eos, la Aurora, fue padre de las estrellas y de los cuatros vientos estacionales. La llegada de estos vientos eran seguidos por el nacimiento de ciertas constelaciones. Astraios también tuvo una hija llamada Astraia que fue la diosa de la constelación de Virgo.

[7] Ni Hesíodo, ni Homero nos habla del Euro.

[8] Hesíodo, Teog. 870-890. Alizanza Editorial. Madrid. 1986.

[9] Tifón es el hijo disforme de Gea—la Tierra—,y Tártaro, el cavernoso vacío inferior: un dios representado como un monstruo alado con un centenar de serpientes repartidas por su cuerpo y que lanza llamas por su boca. Su nombre da nombre a los ciclones tropicales. https://es.wikipedia.org/wiki/Tif%C3%B3n_(mitolog%C3%ADa)

[10] Los Hekatonquiros eran los tres hijos primigenios de Gaia y Urano, tenían cien brazos para amontonar las nueves y cincuenta cabezas para soplar los vientos huracanados (thuellai). Urano los encerró en el Tártaro, pero después Zeus los liberó para luchar contra los titanes. Y después los convirtió en los guardinaes de la prisión eterna, el Tártaro. Veáse https://www.theoi.com/Titan/Hekatonkheires.html

[11] El Tártaro, situado en el fondo de la tierra, es un profundo abismo usado como una mazmorra de sufrimiento y una prisión para los titanes. Los Hekatonquiros eran los guardianes de las puertas del Tártaro. Una especie de Infierno, más abajo del Inframundo. Dónde estaban todos los titanes y los dioses anteriores derrocados, con los que se enfrentó Zeus para imponer el nuevo orden. https://es.wikipedia.org/wiki/T%C3%A1rtaro_(mitolog%C3%ADa)#cite_note-definicion-3

[12] Veáse https://www.theoi.com/Titan/Anemoi.html ;.

[13]  Levantada por el astrónomo macedonio Andronikos de Kyrrhos durante la dominación romana, hacia el año 50 a.C., en tiempos de Julio César. Podemos considerar la Torre de los Vientos como la estación meteorológica  más antigua de la Historia, cumplía la triple función de clepsidra de agua en su interior, que marcaba la hora en el ágora,  estaba coronado por una veleta, hoy desaparecida, que consistía en un Tritón de bronce que marcaba la dirección del viento. Además había ocho relojes de sol en cada uno de sus lados. Visible desde diferentes puntos del ágora, puede considerar un antecedente de un campanario medieval o una torre de reloj. Veásehttps://historia.nationalgeographic.com.es/a/torre-vientos-atenas-primera-estacion-meteorologica-historia_10612

[14] Para la descripción y representación de los vientos veáse M.A. Elvira Barba. Arte y Mito. Manual de Iconografía Clásica. Los vientos. Págs. 303 y ss. y https://es.wikipedia.org/wiki/Dioses_del_viento_griegos

[15]En la mitología, a veces hay confusiones frecuentes entre el dios-viento Apeliotes y el dios-viento Euro, algunos le atribuyen a Apeliotes no la dirección del Este de la  rosa náutica como es lo común, sino la dirección del Nordeste, quedando entonces, la dirección Este al dios Euro.

[16]  Debe también ser observado que, según Aristóteles, Euro no corresponde al este sino al sureste.

[17] El mar de Icario, “La mar de Icaria”, célebre por sus tormentas, era llamado aquél que rodea la isla de Icaria, próxima a Samos.

[18] El padre Jove es Zeus, que amontona las nubes.

© Antoñeta Bernardino. Septiembre 2023. Todos los derechos reservados.

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Licenciada en Geografía e Historia por la Universidad de Granada. Inicia la tesina en el Departamento de Filología Griega. Raliza investigaciones en el ámbito de la Mitología Clásica, adaptaciones de mitos clásicos para niños en diversas librerías de Granada que narra e interpreta. Premio de Narración Oral en el Certamen del Ayuntamiento de Maracena (2009) Adaptaciones teatrales. Realiza rutas rutas históricas, arqueológicas y mitológicas. Actualmente es bibliotecaria en la biblioteca municipal de La Carolina.

2 COMENTARIOS

  1. Este es un tema que a pesar de la evidencia de su importancia no ha sido tratado casi nunca y menos con tantos datos rigurosos como nos ofrece la autora Antoñeta Bernardino, una información muy interesante al menos para mi que me gusta mucho el elemento aire y todos los mitos que lo acampañan. Gracias.

  2. Muchísimas gracias Rafael por tu comentario, me alegro que te haya resultado interesante, aún me quedan por publicar dos partes más relacionados con el viento en el imaginario mito-poético, espero que no te los pierdas. Un saludo. Gracias.

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