Primeras obras teatrales de Henry James

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Primeras obras de teatro: Píramo y Tisbe, Aguas tranquilas, Cambio de idea.

Henry James


Hay una parte de la carrera literaria de Henry James que es desconocida para el público: su producción dramática. Bien es cierto que la calidad de sus obras de teatro dista mucho de la de su narrativa, pero el considerable esfuerzo que hizo el escritor por triunfar en la escena –y que nunca se vio recompensado- merece la atención de aquellos lectores interesados en su obra.

Sus biógrafos insisten en señalar que su giro hacia el arte dramático se debió a su escaso éxito de ventas como novelista. Aunque esta afirmación sea en buena parte cierta, como ya indicamos en la reseña de La Musa Trágica, también cabe aclarar que su pasión por el teatro proviene de su niñez. En su autobiografía Un chiquillo y otros hace una especial mención a sus primeros recuerdos de la escena:

Yo llegaría a sentir un gran amor por lo mejor del drama como «forma», fueran cuales fueran las variaciones que pudieran experimentar mi fe y mi curiosidad con respecto a la endeble e inadecuada realidad teatral. Por supuesto, antaño ni nos planteábamos qué pudiera ser «lo mejor del drama»; […] Quizá debiera ser benévolo a la vista de lo que mejor recuerdo: la sensación de estremecimiento sagrado con la que empecé a mirar el telón verde que iba a dar paso a La comedia de los errores, en una ocasión que debió de ser, por lo que recuerdo de su casi insoportable intensidad, la primera en que me dispuse a ver una obra de teatro. Supongo que debo agradecerle aquella intensa velada a William Burton, a cuyo teatrillo en la calle Chambers, a la espalda de la gran tienda Stewart’s y muy cerca del Parque (de lo que entonces se entendía por el Parque) debo mi iniciación de entonces. Pero permítanme que no lamente deberle la aventura, además, a otro William más grande, ni que no pueda dejar de pensar, con la misma intensidad más que justificada y la misma casi intolerable emoción, en el tormento del telón, en su manera de mezclar tan oscuro desafío y tan vasta promesa.

El interés de Henry James por escribir sus propias obras de teatro también se remonta a sus inicios como literato. En abril de 1869, con veintiséis años, compone una pieza de un solo acto que publica como si fuera un cuento dialogado. Píramo y Tisbe (Pyramus and Thisbe) toma su título de una leyenda de Ovidio: dos jóvenes que terminan suicidándose por amor. Sin embargo, en la obra de James, los jóvenes son dos vecinos que sólo coquetean en un diálogo en el que ya empieza a vislumbrarse cierta ambigüedad, tan propia del escritor. Cualquier parecido con la leyenda romana es pura coincidencia y más bien pensamos que el título dice más de la juvenil pedantería de un autor en ciernes que del contenido de la obra.

No obstante merece la pena pararse en esta pieza porque es la que mejor representa al futuro Henry James de cuantas escribió en esa época. Catherine es una profesora de piano joven pero ya un tanto desengañada de la vida, que además tiene que aguantar a su vecino Stephen. La obra comienza con la chica atufada en la ventana por el olor a tabaco que procede de la habitación colindante. A esa molestia se une el griterío que por lo visto sale de la misma estancia por la noche, se entiende que por algún amigo vocinglero y borracho del joven.

A su vez Stephen tiene una queja inesperada: la música del piano. Él odia la música, y siendo como es periodista, no puede concentrarse en sus artículos cada vez que su vecina, o alguna de sus alumnas, aporrea las teclas. Lo que comienza siendo un cruce de reproches en la habitación de Catherine, continúa con ciertas insinuaciones jocosas de Stephen que dan a entender que le gusta su vecina. Ésta se deja seducir un poco y trasluce ese fondo triste que adivinamos en ella. Cuando parece que puede haber un romance entre ambos, vuelven los reproches y de ahí retornan a las alabanzas. Dado lo breve de la pieza, su posible final feliz solo queda vislumbrado.

La ausencia de matices en el diálogo es grave, aunque el intento de James por encerrar en pocas páginas distintos estados de ánimo de una pareja es loable y entendemos que es un primer experimento de dislocar la realidad para que el lector no sepa bien a qué carta quedarse.

Más previsible es la segunda obra, Aguas tranquilas (Still Waters), que escribió y publicó en 1871, justo antes de embarcarse en su primera novela corta, Guarda y tutela. Se trata del típico triángulo amoroso entre dos chicos y una chica, en el que un chico quiere a una chica, que a su vez quiere a otro chico que no se entera de nada. Este convencional embrollo está resuelto con diálogos fluidos y, digamos, con competencia, más valorable en un escritor joven que escribió la obra como donativo en beneficio de los damnificados por la Guerra Franco-Prusiana.

Algo parecido a la obra anterior podríamos decir de Cambio de idea (Change of Heart), publicada en 1872. Se trata de una pieza mejor trabajada que las dos primeras, con momentos de ingenio que relampaguean aquí y allá, pero adolece de lo que a la postre sería la gran carencia del teatro de Henry James: su falta de motivación. Los personajes toman decisiones repentinas, como en este caso dos jóvenes “cambian de idea” y se enamoran de pronto, cuando el desarrollo lógico de la obra no predecía tal final. La verosimilitud de las escenas, que es algo tan difícil de conseguir en el buen teatro, la tira por tierra James con giros inesperados, no del argumento, sino de la actitud de los personajes, cosa que es aceptable en la prosa si el contexto o la atmósfera creada están convenientemente creados, pero no en una obra teatral, que depende casi en exclusiva de los diálogos.

Hay que decir, para terminar, que estas obras fueron ideadas por Henry James para ser representadas, no como mero entretenimiento publicado en una revista. Ciertamente parecen ejercicios de dedos en un escritor que, ya en aquel momento, aspiraba a mucho más que a ser un simple amateur de la literatura. Si nunca se vieron sobre las tablas se debe más a la dudosa aptitud de James para teatro que a un esfuerzo inútil para ser producidas por un empresario. Como veremos más adelante, James se empeñó una y otra vez en transitar por un camino que no le reportaría más que desengaños.

Píramo y Tisbe, Aguas tranquilas y Cambio de idea están incluidas en el volumen Complete Works of Henry James. Delphi Classics.

© José Luis Alvarado. Abril 2023. Todos los derechos reservados. (Cicutadry)

 

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Dijo el sabio griego que nada es comunicable por el arte de la escritura; tras apurar la copa de seca cicuta, su discípulo dilecto lo traicionó y acaso lo perfeccionó transmitiendo por escrito sus irónicos conocimientos. Como antes hiciera Montaigne, pienso que la obra de un autor se prolonga y modifica cada vez que se escribe sobre ella. La memoria, que fue oral y minoritaria, ahora se multiplica con cada palabra que integra y justifica el continuo universo, también llamado la Red.

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