Tuve la oportunidad de asistir a una lectura de poemas en Granada. El evento se llevaba a cabo nada menos que en la huerta de San Vicente, casa veraniega del poeta Federico García Lorca, y el poeta invitado no era otro que Yevgeny Yevtushenko. Todo un lujo para los oyentes y para Granada entera.
Me gustaría hablaros de esto, utilizando el método de los pintores manieristas, es decir, a mi manera, pero con la humildad que procede de un militante en la poesía, con la versión de un amante empedernido, más que de la de un erudito reputado.
La tarde estaba espléndida como corresponde al mes de mayo en Andalucía, trinos de pájaros y olores intensos provenientes de las flores lo embriagaban todo. Después, como diría el propio Lorca “la noche se puso íntima/como una pequeña plaza” y se fundieron al unísono embriaguez y poesía, ensoñación y rumores.
Yevtushenko, con su indumentaria policroma y colosal, poeta para los que no son poetas, hizo su entrada apacible por el jardín e inmediatamente se acordó este ruso nacido en Zuma (Siberia) en 1933 de nuestro Lorca.
Cuando mataron a García Lorca
¡porque ciertamente lo mataron!
Uno de la Guardia Civil bromeaba con una muchacha
Luciéndose sobre una yegua.
Cuando mataron a García Lorca
¡porque ciertamente lo mataron!
La gente ni siquiera podía olvidarse
De una cuchara o de una taza.
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La juventud y la vejez siempre son lo mismo
Así como lo es el plebeyo y lo es el señor.
Y aunque todas las cosas sigan existiendo
Sin embargo García Lorca no.
Pero en una polvorienta tienda
Como un regimiento de soldados
No creyendo en la muerte de García Lorca
Unos Don Quijotes de juguete permanecían de pie.
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Ni un olmo ni un sauce tuyo
Llamaron desde el libro de cuentas
-después de todo tú eres inmortal-
Ni siquiera nosotros te llamamos,
¡pero sí los Don Quijotes!
Y el pasto cantaba vacilante
Y las grullas anunciaban
Que a García Lorca no lo habían matado
En el momento que lo mataron.
Uno de los más conocidos poemas de Yevtushenko, con el que se dio a conocer seguramente por todo el mundo, fue el titulado Baby Yar. Desde él quiere denunciar los episodios más dolorosos de la historia de su país. Recordemos aquí que las dos palabras clave de este poema son Baby Yar y también Byelostok. La primera es un barranco en la ciudad de Kiev, donde en 1941 las fuerzas de la SS alemana asesinaron más de 33.000 personas. La segunda es una ciudad donde los nazis exterminaron a 3.000 judíos
No hay ningún monumento sobre el barranco de Baby Yar.
Solo desparramadas rocas como rústicas tumbas.
Tengo miedo.
Hoy día me siento tan viejo
Como todo el pueblo judío.
Ahora me parece que soy un judío.
Aquí caminando pesadamente hacia el antiguo Egipto.
Aquí muero crucificado en la cruz,
Y hasta este día conservo las cicatrices de los azotes.
Me parece que soy Alfred Dreyfus.
O el filisteo
Que es al mismo tiempo un traidor y un juez.
Estoy tras las rejas.
Agredido por todos los lados.
Acosado,
Escupido,
Calumniado.
Chillando, elegantes mujeres con encajes de Bruselas
Incrustan sus sombrillas en mi cara.
Me parece que soy entonces
Un niño de Byelostok.
La sangre corre, extendiéndose por el suelo.
En el bar la chusma agitada echa un olor a vodka y a cebollas.
El puntapié de una bota me arroja hacia un lado.
Yo indefenso,
En vano le ruego a esos crueles grupos antisemitas.
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Y yo mismo
Soy una multitud que aúlla con un sonido sordo
Sobre los miles y miles que están enterrados aquí.
Soy cada hombre viejo
Fusilado aquí.
Soy cada niño fusilado aquí
Ninguna parte de mi ser
olvidará todo esto.
Dejemos que la “Internacional” retumbe
Hasta que el último antisemita de la tierra
Sea enterrado para siempre.
En mi sangre no hay sangre judía.
Pero en toda su insensible rabia, todos los antisemitas
Me odiarán desde ahora como si fuera judío.
Por esa razón
Yo soy un ruso de verdad!
Aunque me resultaría imposible resaltar todo lo que me llamó la atención de este resistente-superviviente poeta, si hay un poema en el que el concepto de “Estado” no se capta al modo ortodoxo. Es decir, no se ve como un territorio y una población establecidos en una cultura y un orden jurídico. Aquí el Estado tiene componentes dramáticos ligados precisamente a esa población y a ese territorio. Aquí el Estado es un arpón sangrante que horada los corazones más sensibles. Pero echemos un vistazo a los versos del poeta.
Por mi fe en el Estado yo trataba de comportarme cortésmente,
Haciendo respetuosas reverencias a la autoridad.
Pienso que no he ahorcado al estado
Ni tampoco le he disparado de muerte.
Que me cuelgue un poquito
Me parece que es su derecho.
En público yo defiendo mis ideas con entusiasmo:
Yo no merezco semejante traición desde arriba
Yo espero un poquito de justicia en este lugar
Pero yo nunca he sido un traidor,
Ni nunca he intentado mentir.
Oh, querido Estado
Yo siempre he tratado de quererte,
En forma muy obediente, como el trigo a la guadaña,
Como la caña de azúcar al machete…….
Pero la obediencia me pone enfermo,
Me imagino que he cometido un error,
Si trato de agachar la cabeza,
Como el perro que es golpeado
Y se hace sumiso a los palos.
Oh, querido Estado, estás lleno de mentiras,
Explotación y odio:
Tú falseas todo descaradamente.
Así que el amor por la Patria y el amor por el Estado
Es realmente un divorcio
Pero donde nunca hubo antes ningún casamiento.
Si cuando nos perdemos una experiencia cualquiera en la vida, en tiempo y forma, nos supone una irrecuperable vivencia y una imposibilidad de regreso, no digamos si esa experiencia es absolutamente trascendental. Es el caso del poema que a continuación me gustaría compartir con vosotros. Un niño que no ha sido arrullado por su madre, es un niño que no ha tenido experiencia de infinito, que no podrá comprender lo mismo que otros el concepto de “trascendental”. Alguien sin intuición de rebosamiento, de un más allá de lo inteligible, incluso de un más allá del ser y de la nada.
Este poema me pareció el más tierno, conmovedor y universal de Yevtushenko.
Cada idioma tiene una irresistible belleza.
Cada idioma tiene algo ofensivo, obsceno,
Pero acariciar y bendecir es nuestra única tarea que hacemos
Con cierta vergüenza.
Yo admiro la timidez
Del que se sonroja pidiendo: “arrúllame”
Para mi hijo de 15 años
No hay Stalin ni Beria.
Es tan ingenuo
Aún cuando es un adolescente que parece un gigante.
Su cabeza de pelo revuelto está en Tulsa, Oklahoma,
Y sus piernas en Siberia
Como un bebé le ruega a su madre: “arrúllame mamá”
Y cuando ella, medio dormida,
Corrigiendo interminables trabajos,
Muerta de cansancio,
Batallando con los padres de sus estudiantes
Que se disculpan de los malos trabajos de sus hijos,
Ella me susurra como nuestro hijo menor: “arrúllame por favor”
Y cuando la arrullo, yo también bastante cansado y con poca energía,
Descubro una primera cana en su pelo,
Parecida a un delicada hebra que no había visto antes,
Entonces recuerdo a mi propia madre
Igual que un huérfano
En el día de navidad,
Quien ni siquiera pudo susurrar nunca al oído de su madre:
“arrúllame por favor”
Para finalizar una apuesta por el amor, ese “ángel terrible” que diría Cernuda, pero que sin duda proporciona el sentido más universal de la existencia. Amor desmedido que estoy seguro dio a nuestro poeta, la fuerza para resistir en una Unión Soviética totalitaria, gris e impasible.
Te amo más que a la naturaleza
Porque tú eres la naturaleza misma.
Te amo más que a la libertad
Porque sin ti la libertad es una cárcel.
Te amo con imprudencia
Como un abismo y no como un pequeño barranco.
Te amo más que todo lo posible
Y también más que lo imposible.
Te amo eternamente, incansablemente,
Aún cuando esté ebrio y me ponga insolente.
Te amo más que a mí mismo
Te amo más de lo que tú me amas.
Te amo más que a Shakespeare,
Más que a todos los libros que lo saben todo
Incluso te amo más que a toda la música
Porque tú eres la música y todos los libros a la vez.
Te amo más que a la gloria y a la fama,
Aún la gloria de los tiempos que vendrán.
Te amo más que a mi Patria
Porque mi Patria eres tú.
¿te sientes infeliz?¿qué es lo que tanto te preocupa?
No molestes a Dios con tus rezos y peticiones,
Te amo más que a la felicidad.
Te amo más que al mismo amor.
He aquí un poeta que merece la pena leer. Son sus armas cargadas de pasado y también cargadas de presente los versos trasmitidos, el dardo en la palabra.
Y por supuesto, un placer compartirlo con todos vosotros. Un abrazo solidario en la poesía para todos.
Basada en poemas de Yevgeny Yevtushenko, Dimitri Shostakovich estrenó su Sinfonía nº 13 el 18 de diciembre de 1962, en Moscú. Esta obra tiene tanto de sinfonía como de cantata en varios movimientos. Al proyectar la obra, Shostakovich se había propuesto sólo poner música al poema Baby Yar, que conmovió al mundo por su fuerza dramática. Sin embargo, el músico ruso decidió utilizar cuatro poemas más de Yevtushenko: El humor, En la tienda, Los terrores y La carrera, componiendo una de sus más personales sinfonías.
Cada movimiento representa un poema, que está abordado con distintos tratamientos musicales, si bien consigue transmitir una fuerte unidad temática en la obra. Al adagio del primer movimiento, música fúnebre acentuada por los sonidos de las campanas y los clamores desgarradores del solista, Shostakovich contrapone la causticidad del segundo movimiento, lleno de humor irreverencial. Los dos siguientes movimientos enfatizan la gravedad de las palabras con la cuerda grave y el tono lento, dulce, pensativo, reforzado por un cavernoso solo de tuba y los temblores, ascensos y choques sordos de los instrumentos de metal en sordina. Finalmente, la dulzura de las flautas en el último movimiento da entrada a una solemnidad meditativa con las cristalinas notas de la celesta que ponen fin a esta profesión de fe.
Les dejamos con esta singular sinfonía, que recomendamos escuchar al menos los primeros significativos compases.
© Jesús Saavedra.Marzo2023. (Cicutadry)