Enfrentamiento entre escritores en la Feria del Libro de Londres

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La Feria del Libro de Londres 2025, celebrada entre los días 22 y 24 de abril en el recinto de Olympia London, se vio envuelta en una inesperada controversia que ha sacudido el panorama literario británico y europeo. Durante una mesa redonda titulada «La literatura y la identidad nacional», los reconocidos escritores británicos Martin Cross y Deborah Levine protagonizaron un tenso intercambio que rápidamente trascendió el ámbito del evento para convertirse en noticia de alcance nacional e internacional.

La sesión, que pretendía explorar cómo las cuestiones de identidad influyen en la narrativa contemporánea, degeneró en un enfrentamiento abierto cuando Martin Cross, novelista tradicionalmente asociado a posiciones críticas hacia lo que considera una «excesiva politización» de la literatura, afirmó que «la literatura británica contemporánea está atrapada en una obsesión victimista». Según Cross, las obras recientes tienden a centrarse de forma desproporcionada en historias de opresión, discriminación o trauma, en detrimento de narrativas que celebren otros aspectos de la experiencia humana.

Deborah Levine, autora de origen caribeño y una de las voces más influyentes en el ámbito de la literatura británica multicultural, replicó de inmediato. Visiblemente molesta, acusó a Cross de «despreciar las voces emergentes que están redefiniendo el canon literario» y de «ignorar de forma deliberada el contexto histórico de desigualdad y colonialismo que sigue afectando a las vidas de millones de personas en Reino Unido y más allá».

El moderador del panel, el crítico literario Henry Glover, intentó reconducir la discusión, pero las posiciones se enconaron rápidamente. Cross, lejos de moderar sus palabras, denunció lo que calificó como «una atmósfera de censura y autocensura que impera en el mundo editorial británico», donde —según él— los autores que no se alinean con las nuevas sensibilidades identitarias ven cada vez más difícil publicar y obtener reconocimiento. Levine, por su parte, replicó que las quejas de Cross reflejaban «el miedo a perder un privilegio cultural que durante siglos fue exclusivo».

Las reacciones al enfrentamiento no se hicieron esperar. Diversos medios británicos, como The Guardian y BBC News, dedicaron extensos reportajes al incidente, subrayando que la polémica ponía en evidencia las profundas divisiones que atraviesan actualmente el mundo de la literatura. Por un lado, quienes abogan por un canon más inclusivo y representativo de la diversidad de la sociedad contemporánea; por otro, quienes temen que las nuevas sensibilidades limiten la libertad creativa y fomenten la autocensura.

El debate llegó también a las redes sociales, donde escritores, editores, críticos y lectores expresaron opiniones encontradas. Algunos usuarios defendieron la postura de Levine, recordando que, históricamente, las voces de minorías étnicas, mujeres, personas LGTBIQ+ y otras comunidades marginadas han sido sistemáticamente excluidas de los espacios literarios dominantes. Otros, en cambio, apoyaron a Cross, considerando que existe actualmente una «dictadura de lo políticamente correcto» que condiciona el contenido de las obras y los temas que los autores se sienten habilitados a explorar.

En declaraciones posteriores a The Times, Martin Cross matizó sus palabras: «No niego la importancia de nuevas voces ni de nuevas historias. Lo que critico es la imposición de una narrativa única que reduce la literatura a un ejercicio de reparación histórica, olvidando su dimensión universal y su capacidad para imaginar futuros múltiples». Deborah Levine, por su parte, reafirmó su postura en una entrevista concedida a The Independent: «El arte no puede pretender ser universal cuando sólo representa a un pequeño segmento de la población. Las historias de dolor, de migración, de lucha por la dignidad son universales precisamente porque hablan de la condición humana».

La dirección de la Feria del Libro de Londres emitió un comunicado el 25 de abril lamentando que la mesa redonda derivara en confrontación, pero defendiendo la importancia de mantener espacios donde se debatan abiertamente las tensiones actuales en el mundo literario. «La literatura siempre ha sido un reflejo de su tiempo, y nuestro tiempo es, indudablemente, un tiempo de transformación profunda», afirmaba el texto.

Este incidente, lejos de ser una mera anécdota, ha sido interpretado por muchos analistas como un síntoma de la crisis de identidad que vive no sólo la literatura británica, sino la cultura europea en general. En un continente que lidia con los legados del colonialismo, la globalización, los movimientos migratorios y el auge de nuevas formas de conciencia social, las preguntas sobre qué historias deben contarse, quién tiene derecho a contarlas y bajo qué términos, se han vuelto cada vez más urgentes.

La Feria de Londres, que en su edición de 2025 tuvo como país invitado a Ucrania, buscaba ser un espacio de diálogo intercultural y celebración de la literatura en tiempos convulsos. Paradójicamente, el enfrentamiento entre Cross y Levine ha puesto de manifiesto las dificultades inherentes a ese diálogo cuando no existen consensos claros sobre los valores fundamentales que deben guiarlo.

El saldo de la polémica aún es incierto. Algunos auguran que abrirá un debate fecundo sobre la función social de la literatura en las sociedades contemporáneas; otros temen que se profundicen las fracturas y polarizaciones que ya afectan gravemente a otros campos de la vida pública.

REDACCIÓN

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