Los escenarios que construyen historias
Los lugares en la narrativa española no son simples decorados donde se desarrollan las acciones; son fuerzas dinámicas que influyen en los personajes, la trama y los mensajes de las obras. Desde las urbes de Benito Pérez Galdós hasta los escenarios contemporáneos de Manuel Vilas, los pueblos, ciudades y paisajes han sido tanto un reflejo de las inquietudes de cada época como un espejo de las emociones humanas. Este artículo ofrece un recorrido detallado combinando ejemplos clásicos y contemporáneos que muestran cómo los lugares han sido protagonistas esenciales de la narrativa española.
El lugar como protagonista: de Vetusta a Ordesa
En la literatura anterior al siglo XX, los lugares no eran simples marcos estáticos. Por ejemplo, en La regenta (1884-1885) de Leopoldo Alas «Clarín», Vetusta —alter ego de Oviedo— no es solo una ciudad donde transcurre la acción; es una presencia que condiciona a los personajes. La ciudad provinciana refleja las tensiones sociales y morales que viven Ana Ozores y los demás personajes, funcionando como una metáfora del conflicto entre tradición y modernidad.
En paralelo, en la literatura contemporánea, encontramos obras como Ordesa (2018) de Manuel Vilas, donde el paisaje del Pirineo aragonés funciona como un espejo de las emociones y los recuerdos del protagonista. Este lugar actúa como un vínculo entre el pasado y el presente, entre la memoria personal y la colectiva, consolidando su papel como un protagonista silencioso.
De forma similar, en Lectura fácil (2018) de Cristina Morales, el escenario urbano de Barcelona se convierte en un espacio que refleja las tensiones sociales y las contradicciones políticas. Las calles, las instituciones y los edificios no son neutrales, sino que están cargados de significados que dialogan con las vivencias de los personajes, especialmente con su rebeldía frente a las normas establecida
El lugar como reflejo del conflicto interior
En Fortunata y Jacinta (1887) de Benito Pérez Galdós, Madrid es mucho más que un decorado: es un espacio que modela las vidas de sus habitantes. Los barrios madrileños y sus contrastes —desde los más humildes hasta los burgueses— condicionan las aspiraciones y las tragedias de los personajes, reflejando las divisiones sociales de la época.
En la narrativa contemporánea, este uso de los lugares para reflejar el conflicto interno de los personajes se encuentra en Un amor (2020) de Sara Mesa. El pueblo ficticio donde transcurre la acción refuerza el aislamiento de la protagonista y crea una atmósfera de tensión y extrañeza que magnifica los dilemas personales. El entorno rural y su opresiva ambigüedad actúan como un eco de las emociones de la protagonista.
El lugar como símbolo de cambio social
En la narrativa del siglo XIX, Los pazos de Ulloa (1886) de Emilia Pardo Bazán sitúa la acción en un pazo gallego que simboliza la decadencia de la aristocracia rural frente a la modernización que avanza lentamente. El lugar, con su atmósfera opresiva y su deterioro físico, refleja los conflictos entre tradición y progreso que atraviesan la trama.
En la actualidad, Las maravillas (2020) de Elena Medel utiliza los espacios urbanos de Córdoba y Madrid para explorar las desigualdades sociales y de género. Estas ciudades no solo contextualizan las vidas de las protagonistas, sino que refuerzan los contrastes y tensiones generacionales, convirtiéndose en un reflejo del cambio social.
Por otro lado, en Independencia (2021) de Javier Cercas, la Barcelona contemporánea es presentada como un espacio lleno de contrastes, donde conviven la opulencia de las élites y la precariedad de los barrios más humildes. Cercas utiliza este escenario para explorar temas como el poder, la corrupción y la desigualdad, demostrando cómo los lugares pueden actuar como espejos de las problemáticas actuales.
El lugar en la memoria colectiva: los conflictos históricos
Los escenarios que evocan conflictos históricos han sido una constante en la narrativa española. En Episodios nacionales (1872-1912) de Benito Pérez Galdós, las ciudades de Madrid, Cádiz y Zaragoza adquieren una relevancia histórica, siendo testigos y protagonistas de los grandes eventos que marcaron el devenir del país. Galdós reconstruye estos espacios con precisión, dotándolos de vida y dinamismo.
En la narrativa contemporánea, Patria (2016) de Fernando Aramburu recurre a un pueblo vasco para explorar las divisiones sociales y familiares provocadas por el terrorismo de ETA. Los espacios cotidianos del pueblo —desde la plaza hasta los bares— adquieren un carácter simbólico que potencia el drama humano y social.
El lugar en la narrativa breve y experimental
En la narrativa breve del siglo XIX, El sombrero de tres picos (1874) de Pedro Antonio de Alarcón utiliza un entorno rural como marco para desarrollar una sátira social. Las descripciones del paisaje andaluz no son solo ornamentales, sino que contribuyen a la atmósfera de la trama y refuerzan el tono cómico.
Por otro lado, en Trigo limpio (2020) de Juan Manuel Gil, los escenarios rurales de Almería se transforman en elementos poéticos que conectan las emociones de los personajes con el entorno. Los paisajes se convierten en un puente entre la memoria personal y el presente, enriqueciendo la narrativa con una dimensión simbólica.
Desde los clásicos de la literatura española hasta las obras contemporáneas, los lugares han sido esenciales para la narrativa. Vetusta, los pazos gallegos, el Madrid galdosiano, el Pirineo de Vilas, el pueblo de Sara Mesa o las ciudades de Medel comparten un rasgo común: no son espacios neutros. Actúan como personajes, condicionan las acciones y emociones de los protagonistas, y enriquecen las historias con su carga simbólica.
Esta constante en la narrativa española demuestra que los lugares, más allá de ser meros escenarios, son parte del alma de las historias. Ya sea como reflejo de tensiones internas, símbolos de cambio social o representaciones de conflictos históricos, los espacios literarios trascienden las páginas para dialogar con el lector y con el tiempo en que fueron escritos.
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© Anxo do Rego