Lola López Mondéjar analiza la pérdida de narratividad del individuo posmoderno y su impacto en la autoconciencia y la capacidad de imaginar
Amigos y enemigos, polarización, disociación, empatía con los míos, con quienes me identifico en una gozosa fusión de identidad –parecida a la que se fomenta en las sectas–, y odio hacia los considerados enemigos, de los que me alejo, a los que desprecio sin contemplaciones, reduciendo así el mundo a una peligrosa pantalla en blanco y negro.
Tardó un tiempo nuestra autora en satisfacer su curiosidad, ya que los temas se sumaban, como podrán ver si se adentran en la lectura del libro al que, finalmente, puso punto y final y lo entregó a los lectores, deseosa de que el diálogo que había establecido con otros continuara vivo.
Cuando su trabajo recibió el Premio Anagrama de Ensayo 2024, le pareció un sueño figurar en la lista de autores que la habían formado desde su adolescencia, aquellos que había considerado maestros y que había leído con fruición; de ahí, quizás, el carácter de cuento, de relato, que impregna estas palabras.
Érase una vez, en una casa con jardín cerca del mar, vivía una autora preocupada por comprender a sus semejantes. Con ese fin los escuchaba con atención en su consulta de psicoanalista, e investigaba por fuera de ella –en el cine, la literatura, la publicidad, las redes sociales– los que consideraba emergentes sociales de la época. Un día, con ayuda de sus lecturas sobre sociología, filosofía y psicoanálisis se lanzó a publicar un primer ensayo, Invulnerables e invertebrados, uno de cuyos capítulos tituló «Los hombres huecos».
El concepto procedía de un poema de T. S. Eliot, y le pareció tan ajustado a lo que observaba a su alrededor que, una vez publicado el libro, tuvo una revelación que podría parecer naif, pero que no lo era: todos estamos huecos. «Con cabezas embutidas de paja. ¡Sea!», como escribió el poeta. Nuestra autora se propuso averiguar qué tipo de paja era esa y cómo eran por dentro esas cabezas huecas. De repente recordó a su augusto padre calificando a la suya de ese modo, pero dejó para otra ocasión ese viaje en el tiempo.
De su empeño nació un ensayo, Sin relato, que pretende dar cuenta de la jibarización intelectual a la que nos somete el capitalismo extractivista, una reducción de nuestra capacidad para pensar y para contarnos que comenzó con la industrialización, se profundizó con la Gran Aceleración –tras las dos guerras mundiales– y se acentúa con la digitalización a comienzos del siglo XX. El resultado de una serie de factores que confluyen en los individuos contemporáneos nos transforma cada vez más en una especie de «cíborgs psíquicos», cuyo lenguaje copia el de los Grandes Modelos Lingüísticos, convirtiéndonos así en pequeños «loros estocásticos», un concepto que acuñó Emily Bender para calificar el carácter de mera repetición de los lenguajes de la IA, que hablan sin razonar ni saber realmente lo que dicen… hasta ahora. Un concepto que le sirve a nuestra autora para explicar ese blablablá ecolálico que sustituye cada vez más en los humanos a la capacidad narrativa que los definía.
Autora:
Lola López Mondéjar (Molina de Segura, 1958) es psicoanalista y escritora. Conferenciante invitada en distintas universidades y asociaciones psicoanalíticas españolas y extranjeras, ha publicado ensayos y obras de ficción. Entre las últimas destacan las novelas Miamor desgraciado, La primera vez queno te quiero, Cada noche, cada noche, y los libros de relatos El pensamientomudo de los peces, Lazos de sangre y Qué mundo tan maravilloso. En Anagrama ha publicado Invulnerablese invertebrados: «Ensayo de un pensamiento riguroso y una coherencia admirables, de una escritura que se desenvuelve con facilidad, elocuente, asistida por referencias y citas indispensables» (Javier Sáez de Ibarra, Zenda); «Bebe de la que para mí es sin duda la tradición psicoanalítica más rica, aquella que se entrevera con el análisis sociológico, filosófico y epocal» (Santi Fernández Patón, elDiario.es). Sus artículos se publican en diversos medios nacionales.
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