Esta historia que no tiene tiempo y comienza así…
Un niño estaba jugando con un lápiz, observaba los trazos que realizaba, sin pensar en nada, sobre su papel en blanco con la mirada perdida. Inmerso en su mundo interior como fuera del tiempo y del exterior que le rodeaba.
En ese silencio profundo un impulso fuera de la mente empezó a dibujar un tablero donde aparecían multitud de diferentes casillas que se podían abrir con unas puertas de color dorado con aspecto de madera. Trasmitiéndole como si los conociera, algo familiar con diferentes títulos transfiriendo el contenido secreto que encerraban cada una de ellas.
Encontraba las palabras jugar, estudiar, comer, pasear, dormir, reír, etc. Acciones cotidianas que normalmente vivía. Mientras pintaba parecía como si algo misterioso dentro de él le estuviera indicando como se tenía que realizar este extraño juego.
En esos aparentes cuadrados con puertas, aparecían unos círculos pintados con diferentes colores, algunos curiosamente enlazados. Por ejemplo, reír y jugar eran de color naranja, llorar y estudiar rojo y así sucesivamente. Como mostrando una relación entre ellos con la emoción que le trasmitía normalmente en su experiencia de vida.
Cayó la oscuridad de la noche mientras una luz con tonos blanquecinos y azulados coquetamente visitó su rostro, nuestra querida Selene le hizo entrar en un estado adormecido cayendo su cabeza sobre la mesa, donde se encontraba el juego,
Tuvo un sueño profundo y ¿qué creéis que soñó?
Se adentró en él como protagonista y se dispuso a jugar en aquel enigmático pasatiempo que estaba creando aquella tarde y jamás olvidaría.
Recobró vida el juego, se podían abrir las diferentes puertas como si fueran reales, pesaban un poco eran de madera incluso algunas rechinaban.
En la que ponía como título reírse al abrirla se encontró con unos seres pequeños muy juguetones y extraños que parecían de otro mundo, no paraban de mondarse de risa ente ellos, hasta tal punto que el niño también se contagió y comenzó a reír a carcajadas.
Cuando se asomó a la compuerta del estudio encontró una habitación con estanterías llenas de libros de aspecto antiguo que escondían en su interior sabiduría ancestral. Las palabras sueltas volaban en aquel espacio y se puso a cogerlas pudiendo crear con ellas frases de conocimiento propio, es decir, las iba formando por su experiencia y criterio.
Así sucesivamente siguió experimentando todas. Se dio cuenta que faltaba una.
Amor, se volvió loco buscándola por todo el tablero sin ningún resultado, claro que no llegó a dibujarla se le olvidó.
Al despertar se sintió algo alborotado y nervioso. Se acordó del sueño y fue apresurado a dibujar la casilla del Amor en su juego mágico. Introdujo dentro de ella sentimientos de cariño hacia él mismo, recordando momentos de felicidad cuando conecta con su mundo interior.
Al día siguiente al caer la noche, se durmió profundamente delante del tablero, volvió a introducirse en él y se dispuso a correr de forma impetuosa para encontrar la puerta que le abriría al Amor.
Llegó ante ella y un tanto nervioso, se atrevió a abrirla. ¿Sabéis que encontró?
Un pequeño ser. Se sorprendió al verlo, además tenía una apariencia un tanto extraña.
Le preguntó;
—¿Quién eres tú?
El extraño ser le planteó;
—¿No lo sabes?
No te reconozco, le respondió el niño,
El Ser le dijo;
—Soy tu otro Yo, el auténtico
Entonces, ¿yo no soy yo, soy otro tú?
Aquel misterioso Ser le señaló;
—Soy tu existencia y eres mi espejo
El niño le contestó;
—Ya no sé quién soy, creo que me estás cuestionando ¿Qué soy tu espejo y a la vez tu existencia?
Con voz baja acercándose donde él estaba le susurró el Ser;
—Mira mis ojos, ¿qué ves?
El niño reaccionó diciéndole;
—Me veo a mí.
Y le dijo aquel personaje;
—Ya sabes quién eres la existencia y el espejo.
Le replicó el niño;
—¿Pero es esta la casilla del amor?
El extraño ser le dijo;
—Siéntate y observa atentamente de nuevo mi mirada, aún más profundamente ¿qué ves?
Dijo el niño;
—Felicidad, gratitud, paz, belleza, alegría, plenitud.
Estuvieron en silencio viéndose el uno al otro, le cuestionó el Ser al niño;
—¿Amas lo que ves?
—Eso es la semilla del amor, que inundará de estos sentimientos todo tu juego. Y mi consejo es juega y diviértete sabiendo quien eres, podrás disfrutarlo más.
El niño quedó muy reflexivo y sintiendo la profundidad de estas cuestiones.
Cuando aparecieron los primeros rayos de la mañana, el niño estaba sorprendido de aquel ensueño, sentía que algo había cambiado la forma de percibir la vida. Rebosaba luminosidad en todo su rostro y sentía un amor profundo, hasta tal punto, le caían por las tiernas y rosadas mejillas unas lágrimas de éxtasis.
Se acercó al espejo, miró su rostro y dijo;
—Soy yo el auténtico y mi espejo.
Inmerso en aquella reflexión volvió a ver el tablero y pudo sentir que el creaba su propia vida.
Te invito a que te atrevas a abrir en algún momento que estés sereno, una o varias de tus puertas y descubras;
—¿Quién eres tú?
© Oro Ontiveros. Marzo 2024
Amar lo que veas y lo que sientas. La vida es un juego de ilusiones, espejismos que intentamos sean felices, pero siguen siendo espejismos en el desierto comparados con la verdad de donde provienen. Un abrazo cósmico Oro.
Increíble de forma de juego como nos transporta a una gran verdad.
Me ha encantado el relato con mucha imaginación y de forma fácil me he adentrado en el .sigue adelante gracias
Es el juego de la vida,el entretenimiento,y la justificación de que existe la realidad del amor profundo, una realidad aquí y allá ,ahí estamos todos sin principio y sin final
He leído esta Cuento más de una vez, así que estemos de acuerdo en que cada historia tiene un objetivo que el escritor quiere explicar al lector, y cuando el escritor utiliza ciencia ficción y cosas del mundo virtual para transmitir información y un objetivo en nuestro mundo real. Esto indica el genio del escritor y su capacidad para utilizar muchos métodos para lograr un objetivo específico. Estoy muy feliz con esta historia y espero que haya muchas más historias geniales como esta cuento