Los bosques en llamas

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Las columnas de humo se elevaban ominosas en el cielo, y el olor a madera quemada, intenso en su acerbo aroma, desgarraba las entrañas, evocando dolor. Qué tristeza tan profunda.

Jeme se acercó lentamente a Rile con talante grave.

—Ya han llegado las últimas noticias, Rile —le anunció desde la distancia mientras se acercaba.

—¿Qué ha sucedido Jeme?

—Algo terrible, espantoso. Lo que temíamos. Se ha decretado definitivamente que la atmósfera de la Tierra cambie definitivamente de componentes. Una nueva biosfera y psicosfera se van a instalar dentro de unas horas, los seres que vendrán, como sabemos, son muy distintos a los que han ocupado el planeta hasta ahora. No necesitan, la temperatura, el agua y el aire actuales Rile. Exigen un mundo desecado, liso, donde el agua debe encontrarse en una atmósfera nubosa espesa, combinada allá con hidrógeno, metano, azufre y otros hidrocarburos. Un mundo casi en combustión.

    Con todo su poderío económico también han comprado con largueza Venus, Marte y Mercurio, junto con los asteroides, todos los planetas interiores y exteriores, incluso todos los gigantes cercanos, con sus satélites han sido vendidos. Son unas entidades desconfiadas y secretistas por naturaleza, pero seguro que piensan constituir en este sistema estelar una federación gigantesca y muy completa para su especie.

   La verdad es que sus argumentos teóricos y prácticos han convencido al pleno legislativo. Sobre todo, convencieron los documentos de hace un siglo que hicieron firmar con la venta del mundo a los políticos de los parásitos. La firma ya se ha convalidado por completo, es perfectamente válida, no hay nada que se pueda hacer.

—Está comprobado que esta especie necesita mucho espacio nuevo para desalojar el enorme exceso de población que tienen —refirió Rile—. Sabes que en su fanático régimen judicial está prohibida la muerte de los suyos y cada uno tiene un lapso de vida de una decena de milenios.

    Si no vienen ahora es algo que siempre puede acarrear graves problemas de convivencia a este cuadrante espacial en el futuro. Verdaderamente son muchos miles de millones de dragadores, ni siquiera ellos saben, o quieren, indicar el auténtico número de los habitantes de sus mundos.

—Los nuevos dueños —continuó Jeme con un tono opaco— no dejan espacio para ninguna otra vida que la suya. Su llegada significa el fin de la diversidad de cualquier mundo que ocupen, creen fanáticamente que solo ellos pueden existir. Por suerte temen nuestra alianza ya que somos superiores en tecnología y psiónica.

—Y no creas que, en estos planetas, una vez sean acondicionados a su forma de vida por ingeniería, quedará demasiado espacio libre en ellos, en poco tiempo piensan ocuparlo todo, tienen la tecnología y mano de obra para ello —confirmó Rile—. Solo se ha aplazado su agotamiento vital de espacio por menos de un millón de años. Después el cuadrante estará en peores condiciones que ahora. Pero para ese momento no estaremos presentes.

Las nubes de humo se observaban elevándose como torbellinos de fuego. Columnas de humaredas negras se apreciaban desde casi cualquier parte del planeta, oscureciendo con su denso olor y color la atmósfera, dejando el Sol casi apagado. Que desolación tan inmensa sintieron con impotencia ambos observadores.

—El nuevo contingente alienígena es muy diferente a los terrestres y también a nosotros los intermediarios, Rile. Su sistema sensorial es complicado y no necesita de luz, agua líquida, olores, sonidos, sabores. Sí tienen, según he podido constatar en directo con la delegación a quien traté, algo similar a un tipo de tacto refinado extendido a las hiperfrecuencias electromagnéticas, incluso los rayos gamma. Los utilizan como un sonar, aunque con posibilidades mucho más avanzadas. Es evidente que su configuración física debe ser muy distinta a la de otros seres que conocemos. Sus formas físicas necesitan toda el agua y los carburantes en el aire no en los mares y los ríos. El mundo debe ser según su proyecto y condiciones de vida, un desierto vacío de obstáculos y de aberturas como los océanos.

—El planeta cambiará irremediablemente. Lo van a aplanar todo no dejarán ningún asomo de relieve, de huecos, ni de vida —aseveró vibrante Jeme.

—Tenemos poco en común por lo que podamos “afinarnos”. De modo práctico ellos y nosotros, no podemos negociar, su fanatismo les impide ver los matices. Ellos piensan solo en términos de conflicto o no —explicó Rile el sabedor—. Ocupar y destruir, o dejar pasar la oportunidad. No conocen el concepto de la paz. Por todo este proceso tan complejo y lleno de trampas, tan sólo nos queda a nosotros dos cumplir las órdenes estrictas que el Concejo decretó para que se fuese consumando progresivamente.

—El cambio de titularidad se hizo en el tiempo de la segunda guerra mundial—Dijo con ímpetu Jeme. Fue entonces cuando se compró el mundo a las elites que aseguraron por derecho, ser los caciques del planeta y recibir su merecida recompensa por vender lo que no era suyo.

—Desde que llegamos aquí, hemos visto en informes y en directo cómo diversas formas de vida aquí asentadas parecían no importarles acabar con el ecosistema vigente —Rile enfocó con fuerza su idea—. Despreciables parásitos. Su modo de obtener un usufructo de él no era legítimo sino execrable por su insaciable voracidad. Sospechábamos que, dado su veloz metabolismo alimenticio y reproductivo, no tardarían en acabar con él, y con ellos mismos, dado su primitivismo emocional y tecnológico y no nos equivocamos, así ha sido.

—Los antiguos dueños del planeta y del sistema, muy distintos a los caciques que se atribuían su propiedad, dejaron hacer a los políticos. Les interesaba esa situación ya que mantienen otros muchos mundos y desde hace tiempo estaban muy descontentos con el rendimiento de este. No querían reconocer que la situación se había escapado de su poderoso control. Ya sabes cómo a última hora nos enviaron los de la alianza para ser observadores y como mandamos nuestros informes preliminares. No podíamos saber que los antiguos propietarios de la Tierra tenían ya prevista y su completa adjudicación a una nueva forma de vida colectiva.

—¿Qué consecuencias tendrá para los seres superiores de la Tierra?

—Debes saber Rile —anunció con tristeza— que, como consecuencia de este decreto de cesión comercial, los árboles deben desaparecer, así como las algas y la vida marina y terrestre.

—¿Desaparecer? ¿Por eso los están quemando desde la órbita, con sus poderosas armas de guerra?

—Sí, los árboles deben ser eliminados, exterminados en masa quemados de la raíz a las copas. Muy pronto nosotros no podremos estar aquí, el aire se hará toxico, nos marcharemos en 30 horas, ya está esperándonos el trasportador Ssjen para regresar hasta nuestro querido cultivo hogareño. Pero nuestros queridos árboles no podrán seguir vivos mucho más tiempo, estos que se queman son los últimos.

—¿Todos los árboles, con toda su inmensa variedad y cualidades?  — preguntó Rile

— Me temo que así es.

—¡Oh! Queridos e indefensos árboles, nuestros hermanos —murmuró de un modo lóbrego Rile—, los únicos seres verdaderamente útiles y conscientes de la Tierra.

Las vibraciones de tristeza de Rile eran bastante palpables, y Jeme emitía un aroma utilizado siempre en momentos de luto.

—Pronto serán solo un recuerdo —vibró de un modo avainillado Jeme.

—¿Entonces qué sucederá con todo lo que hemos conocido, amado y disfrutado de esta tierra sin parangón?

—Se reemplazará por algo que no nos gustará descubrir.

Para Jeme y Rile, los seres que verdaderamente contaban en este mundo eran los árboles.

En el mundo de origen de Jeme y Rile, como los demás miembros de su especie eran vegetales, sus procesos biológicos no eran distintos a los de los árboles del mundo que estaba calcinándose. Salvo que estos sabios entes eran muy inteligentes y móviles, en su evolución se desarrollaron como seres en movimiento con capacidad prensil de sus apéndices para construir con sus sutiles modos de comunicación vibratoria, su cultura y tecnología constituyendo así el culmen de su civilización extra planetaria.

Mientras los dos vegetales inteligentes conversaban Jeme emitió una secuencia de colores vibrantes de preocupación. Rile respondió con una fragancia inquieta, sus patrones de vibración del aire en su entorno parpadearon con incertidumbre. Mientras tanto las llamas consumían los árboles de la Tierra. Dejando tras de sí un legado de negras cenizas y un silencio que hablaba de un mundo que una vez fue azul, verde, húmedo y vibrante.

 

© Rafael Casares. Febrero 2024. Todos los derechos reservados.

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Investigador, Escritor y Experimentador de lo Trascendente. Se erige como un puente entre el mundo de los libros, la escritura y el arte con el reino de lo trascendente. Su enfoque combina la rigurosidad intelectual con una profunda sensibilidad espiritual. A través de sus escritos y enseñanzas, busca iluminar los rincones oscuros del entendimiento humano, llevando a sus lectores y seguidores a una comprensión más profunda de lo que significa ser parte de este universo misterioso. En el corazón de su búsqueda siempre ha habido un compromiso inquebrantable con la ternura y el respeto hacia todas las formas de vida y pensamiento. Rafael ve en cada ser y en cada fenómeno una oportunidad para aprender y crecer, una chispa de lo divino esperando ser comprendida.

2 COMENTARIOS

  1. Gracias Rafael cuánta posible verdsd hay en es tu narrativa. Muy descriptiva que me has hecho vivirlo. Tu intuición e inspiración literaria nos ayudas a cuestionar y quitar velos de ignorancia de una forma bella el uso de las palabras . Enhorabuena

  2. Oro esta historia en un mundo posible se parece al nuestro, donde los intereses de unas élites son capaces de vender el planeta entero solo para obtener beneficios económicos. En esta narrativa se describe un paralelismo evidente para que el lector tome consciencia de que está pasando algo. Un abraxo

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