Tú, yo y nuestras heridas.
Y ya sabes: Tres son multitud.
Vamos a la pareja, buscando o esperando que la otra persona llene esos vacíos que yo no he llenado en mí, y claro, ponemos una carga extra.
Vamos desde esa niña, ese niño, herido, que no fue visto o amado, y desde esa ilusión, pero a la vez, ansiedad, que seguramente la otra persona pueda percibir. Y ojo, ésto también pasa a la inversa.
Y claro está, nos miramos, pero no nos vemos.
Hablamos, pero no nos encontramos.
Compartimos, pero no somos felices.
Y cuando la química tan intensa del principio deja de existir, ahí es cuando vemos lo que hay ( de verdad ).
Tu adulto, adulta, grita y busca, todo lo que en la niñez calló.
Por eso, vuelve a tu infancia, escucha y conecta desde aquí, haz el viaje de autoconocimiento, para así, ir a la pareja desde la libertad de ser quien realmente eres, y sin esperar nada de la otra parte, pues entonces eres tú, quien se completa, y así, por fin, uno y uno serán dos.
Aunque la pareja, siempre es un espacio que nos desafía y nos anima a crecer, así que no es una cuestión de calma, sino de saber surfear las olas, juntos.
© Mª del Mar García. Noviembre 2023.