Cuando las raíces son profundas,
El tronco se expande, erguido.
Puede torcerse, pero, aun así, conoce su verticalidad.
Ramas largas, con ilimitadas hojas,
una por cada vivencia.
Llenas de nervios, tan infinitos,
como las gotas de lluvia que los habían atravesado.
Las hojas también muestran las heridas,
como un proceso que pertenece a la vida.
Con la sabiduría que da el pasar de los años,
firmes, contemplando su alrededor,
siempre en el ahora.
Con la generosidad de compartir sus ramas
con los pájaros, en simbiosis.
Un árbol nunca se cuestiona si está en el lugar correcto;
sabe que está exactamente donde debe estar.
Su presencia es sencilla y humilde;
sabe que en la simpleza radica la sabiduría.
Se le reconoce por su templanza.
Un árbol siempre te cobija,
no te juzga por quien eres.
El abrazo de un árbol,
siempre está disponible.
© M. Mar García-Diciembre 2022
Coach Transpersonal Holística
Directora del Centro Alma y Tierra
www.almaytierra.com