Tomos I y II: Por donde vive Swann y A la sombra de las muchachas en flor
— Marcel Proust
— Traductoras: Mª Teresa Gallego Urrutia y Amaya García Gallego
«¡Y cómo jode este hombre con la magdalena esa!», decía la tía del protagonista de La consagración de la primavera de Alejo Carpentier… y lo cierto es que, desde la publicación de su primer tomo en 1913, En busca del tiempo perdido no ha dejado de ser una de las novelas más glosadas, influyentes y seductoras del siglo XX. «Catedral del tiempo», como la llamó el crítico Jean-Yves Tadié, combina a lo largo de sus siete tomos la larga tradición del pensamiento y de la literatura francesa –de Montaigne y la señora de Sévigné a La comedia humana, de la Encyclopédie al positivismo, de Stendhal a la poética simbolista– y crea a partir de ella una auténtica conmoción. Su narrador, insomne y enfermizo como «una princesa de tragedia», cuenta cómo se forma y se decide una vocación de escritor cuando el poder de la impresión sensorial es tan grande que debe salvar una ardua distancia para convertirse en lenguaje. Pero la novela no es solo un magnífico estudio de psicología de la percepción, sino también una crónica tan fidedigna como mordaz de la Belle Époque, a menudo cómica en su exacta descripción de las delicadezas, astucias y mezquindades de la vida social. Ofrecemos aquí, en una nueva traducción de María Teresa Gallego Urrutia y Amaya García Gallego, el primer volumen con las dos primeras partes de esta obra magna, Por donde vive Swann (1913) y A la sombra de las muchachas en flor (1917), centradas en la infancia y adolescencia del narrador, en sus primeros amores –contrastados con los vaivenes de la pasión de un adulto, el célebre Swann– y todas sus ansiedades, placeres y decepciones.
Autor:
Valentin Louis Georges Eugène Marcel Proust nació en 1871 en París, en el barrio residencial de Auteil, hijo de Adrien Proust, catedrático de Higiene de la Facultad de Medicina de París y epidemiólogo, y de Jeanne Weil, de una rica familia judía. Estudió Derecho y Filosofía en la Sorbona, donde tuvo como profesor a Henri Bergson. Aunque opositó a bibliotecario de la biblioteca Mazarine, apenas ocupó su plaza cuatro meses: de hecho, nunca tuvo un trabajo y su vida de boulevardier en los salones de la alta burguesía y la aristocracia despertó muchas suspicacias en los círculos literarios. André Gide, por ejemplo, miembro del consejo editorial de La Nouvelle Revue Française (luego Éditions Gallimard), desaconsejó la publicación de Por donde vive Swann sin leerlo siquiera, pues tenía a su autor –según le confesaría, muy arrepentido, después– por «un esnob, un mundano aficionado». En 1892 fue uno de los fundadores de la pequeña revista Le Banquet, en 1896 se autopublicó una colección de cuentos y poemas en prosa, Los placeres y los días, y empezó a colaborar en el diario Le Figaro. Tradujo dos ensayos de John Ruskin, escribió un ensayo, Contra Sainte-Beuve (no publicado hasta 1954), y en 1909 empezó a concebir el gran proyecto novelístico, entonces con el título de Les intermittences du coeur, que llegaría a ser En busca del tiempo perdido. En 1913, después de varios rechazos, pagó de su bolsillo la publicación del primer tomo, Por donde vive Swann, en la nueva editorial Bernard Grasset. Su éxito le permitió en 1919 publicar el segundo, A la sombra de las muchachas en flor, y a partir de ahí los siguientes, en Gallimard. Ganó ese año el Premio Goncourt y en 1920 fue condecorado con la Legión de Honor. Entre 1920 y 1921 apareció Por donde los Guermantes, y entre 1921 y 1922 Sodoma y Gomorra. Proust murió en París en 1922 a los cincuenta y un años. Los tres últimos títulos de su gran obra se publicaron póstumamente: La prisionera en 1923, Albertine desaparecida en 1925 y El tiempo recuperado en 1927.
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