Tren nocturno

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TREN NOCTURNO

Martin Amis


Con Tren nocturno Martin Amis realiza una incursión en el mundo de la novela negra, aunque hay que reconocer que existen varios factores que hacen que esta obra no sea del todo convencional.

Una detective poco convencional

La protagonista y narradora de Tren nocturno es la detective Mike Hoolihan, una mujer cuya descripción física se acerca más al retrato de un hombre: casi un metro ochenta de altura, y un peso de ochenta kilos, voz acerada, modales rudos e incluso un nombre de pila que es más de varón que de mujer. Casi se diría que es el arquetipo del detective de novela negra, pero con un cuerpo y unos atributos que contradicen su sexualidad.

Por otra parte, el carácter de la detective Hoolihan está marcado por una serie de traumas que acarrea desde su infancia, cuando su padre abusaba sexualmente de ella, y que la condujeron de un modo más o menos inexorable hacia el alcoholismo. Por suerte para ella, su jefe y amigo Tom Rockwell la ayudó a rehabilitarse y gracias a ello Mike pudo rehacer su vida de una forma más o menos llevadera.

Una noche es despertada por el tren nocturno que pasa temprano junto a su casa y que hace que retumbe el suelo y el mobiliario de su piso. Al poco de despertar suena el teléfono de su casa. Se trata de Johnny Mac, un compañero del Departamento de Investigación Criminal, quien la llama para darle una noticia sin duda chocante: Jennifer Rockwell, la hija del coronel Tom Rockwell, el hombre que salvó a Mike de su autodestrucción, ha sido encontrada muerta en circunstancias un tanto turbias. Es de este modo como la detective Hoolihan se dispone a narrar el relato del peor caso que, hasta la fecha, se le había presentado en su carrera.

Una investigación muy personal

El motivo de la llamada es un favor que Mac le pide a Hoolihan: ya que ella es amiga de la familia Rockwell, quieren que sea ella la encargada de transmitir la noticia a sus padres. De este modo Mike se encuentra con el desagradable encargo de contarles a los Rockwell que su hija ha muerto, según todos los indicios, suicidándose.

La detective conocía a la joven desde que ésta era una niña y, dado el afecto que sentía por toda la familia, la noticia le trastorna. Hoolihan no puede creerse que la joven y brillante Jennifer Rockwell tuviese motivo alguno para quitarse la vida. A Jennifer no le faltaba inteligencia, belleza y salud. Además poseía un buen trabajo como astrofísica, y mantenía una relación amorosa con un hombre que parecía poseer sus mismas virtudes: un profesor universitario llamado Trader Faulkner.

Cuando la detective Hoolihan se desplaza al lugar de los hechos descubre el cuerpo de Jennifer en la silla de su cuarto, semidesnuda y con la cabeza acribillada por tres disparos. Desolada, Mike llama a sus padres para informarles de la luctuosa noticia. Tom Rockwell, el padre de la joven, no puede creerse que su hija se haya suicidado, puesto que, en su opinión, cualquiera que conociese a Jennifer estaría de acuerdo en afirmar que se trataba de una mujer feliz.

Un suicidio sorprendente

Esa certeza hace que Tom le ruegue a la detective Hoolihan que le ayude a desvelar la verdad que se oculta tras la muerte de su hija y Mike, que se siente en deuda con el coronel Rockwell por todo lo que él la ayudó en el pasado, acepta el encargo. Ella, además, sentía un afecto personal por Jennifer, la conocía desde niña y, el propio coronel admitía que nadie como Mike había tratado y conocido tanto a su hija.

De este modo Hoolihan inicia sus investigaciones y va sacando conclusiones. Cuando cree estar terminando de atar cabos, tiene que dar marcha atrás y, lo que aparentemente era un caso de evidente suicidio se complica conforme va indagando en la vida privada de Jennifer, de quien va descubriendo detalles que le hacen pensar que no la conocía tan bien como ella misma creía.

Mike revisa insistentemente los informes de la autopsia, interroga a varias personas que, de un modo u otro, tuvieron relación con Jennifer. El resultado es nulo y, por consiguiente, descorazonador. En apariencia, no existía móvil alguno para el crimen, ya se tratase de asesinato o suicidio. Un único detalle le hace dudar de que fuese realmente un suicidio: Mike no comprende cómo Jennifer pudo dispararse por tres veces.

El problema de la propia identidad

Con ese sentimiento tan propio de los detectives de novela negra, Hoolihan se arrastra de una prueba a otra, de un personaje a otro, con una sensación de vacuidad y de desolación constantes. En su opinión, Jennifer representaba todo lo que ella siempre hubiese aspirado a ser, la antítesis perfecta de su propia vida, las dos caras simétricas de un espejo. Si alguien tenía motivos reales para haberse suicidado, pensaba, era ella y no Jennifer.

Cuando Hoolihan está a punto de desistir, piensa en que tal vez Trader, la persona que mantuvo relaciones con Jennifer durante varios años, disponga de las claves que le permitan aclarar la resolución del crimen. Pero cada paso que da Mike en su investigación la sumerge en un agujero aún más negro e insondable.

Es así como Martin Amis avanza por la trama de Tren nocturno con un estilo seco, frío, de una sencillez aparente, pero tremendamente ágil, hacia una resolución cruel y original, nada convencional. Como sucede en muchas novelas negras, en ésta no se trata tanto de conocer el resultado del rompecabezas como el retrato que el autor hace de sus personajes, lo que mueve sus vidas, lo que pasa por sus cabezas. Al llegar a la última página descubrimos que en el fondo no nos importa saber lo que realmente sucedió; los indicios, las pruebas, todo ello está allí, y es el lector quien en última instancia debe decidir cuál es la solución del enigma, que no se queda únicamente en la muerte de Jennifer.

© Jaime Molina García. Junio 2023. Todos los derechos reservados. (Cicutadry)

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