El fulgor -Antología poética- de José Ángel Valente

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En el siempre necesario ejercicio de la relectura, hay libros que no solo resisten el paso del tiempo, sino que lo intensifican. Obras que, como El fulgor, de José Ángel Valente, parecen escritas en la intemperie de los días, a resguardo de la fugacidad, donde el lenguaje no se limita a decir, sino que busca revelarse a sí mismo. La edición definitiva publicada por Galaxia Gutenberg en 2023, revisada, depurada y cuidada al extremo, no es solo una oportunidad de acercarse a uno de los títulos esenciales del corpus valentiniano; es, sobre todo, un acto de justicia poética hacia un libro que definió una manera de entender el poema como herramienta de conocimiento, indagación y transformación.

Publicado por primera vez en 1990, El fulgor constituye una de las cimas de la trayectoria de José Ángel Valente, cuya voz se consolidó a lo largo del siglo XX como una de las más singulares, radicales y meditativas de la poesía española. No se trata de un libro de tránsito o de recopilación. Es una obra con arquitectura propia, compacta y espiritual, donde Valente afina hasta el extremo su concepción de la escritura como vía de ascensión, de revelación de lo no dicho. En él confluyen muchas de las constantes de su obra anterior —la búsqueda de lo sagrado, la depuración verbal, la tensión entre palabra y silencio—, pero alcanzan una madurez y una forma orgánica que lo convierten en uno de los puntos culminantes de su poética. Lo que Valente persigue en El fulgor no es una belleza ornamental, sino una intensidad. El poema es aquí una incisión: una herida y una lámpara. La metáfora del “fulgor” no es un recurso estético; es una experiencia interior, la aparición momentánea de una luz que desvela. Luz que es también palabra, y palabra que se aproxima a lo inefable sin caer en el esteticismo ni en la oscuridad gratuita.

En El fulgor, el poema se convierte en espacio ritual. El lector no se encuentra ante un discurso que le explica o le narra, sino ante una suerte de liturgia verbal donde cada palabra parece colocada tras una larga espera. El ritmo es pausado, casi musical, con silencios marcados y una economía expresiva que recuerda más a la mística que a la retórica. El yo lírico que habla en estos textos está despojado, ya no es el sujeto autobiográfico sino una voz que se ha entregado a una forma de escucha: escucha de la realidad profunda, del lenguaje interior, de lo otro. Como apuntó el propio Valente en más de una ocasión, escribir es “bajar hasta el fondo de uno mismo” para desde ahí “tocar el fondo de lo real”. En ese descenso, el poeta se convierte en médium, en transmisor de una visión que no es racional ni lógica, sino intuitiva y reveladora. La construcción del poema obedece a una poética de la concentración, donde la palabra es trabajada como materia física, como elemento casi sagrado. No hay dispersión ni barroquismo. Lo que hay es tensión, y también silencio: ese gran componente de la poesía valentiana. Silencio no como vacío, sino como sustancia. Valente no teme a lo no dicho: lo invoca, lo bordea, lo deja respirar en el texto.

Es difícil entender el arco evolutivo de la poesía española contemporánea sin detenerse en la figura de Valente. Desde sus inicios en la generación del 50, su escritura fue desviándose hacia una radicalidad que le alejó del realismo social dominante en los años de posguerra. Su exilio voluntario —vivió largos años en Francia y Suiza— fue también un exilio poético. Fuera de los centros de poder cultural, Valente fue construyendo una obra que se nutrió del pensamiento místico, la filosofía, la poesía hebrea, sufí y oriental, y el contacto con otras tradiciones literarias europeas, especialmente el simbolismo francés y el hermetismo italiano.

El fulgor recoge todo ese bagaje, pero lo depura. No es un libro hermético, sino hermenéutico: propone al lector un trabajo activo, una lectura como peregrinación. Es también un libro que, a pesar de su aparente lejanía de los conflictos del presente, conserva una sorprendente vigencia. En tiempos donde el ruido informativo lo ocupa todo, donde la palabra ha sido trivializada por su uso mercantil y político, El fulgor reclama la recuperación de una palabra plena, dotada de peso, de sentido, de presencia.

Galaxia Gutenberg ha asumido con rigor y sensibilidad la tarea de ofrecer al lector contemporáneo una edición definitiva de El fulgor, respetuosa con el original, pero enriquecida por un trabajo de revisión textual que depura erratas y restituye decisiones formales cruciales. Este gesto editorial —que no es frecuente en la poesía española reciente— permite una nueva lectura, más próxima al deseo último del autor. Acompañada de un prólogo esclarecedor y de un aparato crítico discreto pero útil, la edición no interfiere con el texto, sino que lo sostiene. No impone interpretaciones ni encorseta su sentido, sino que lo contextualiza. En un momento donde el mercado tiende a la inmediatez, esta recuperación es un ejemplo de cómo la edición literaria puede contribuir a la permanencia de los libros importantes, los que necesitan leerse no solo por primera vez, sino también por segunda, por tercera, por siempre.

Lectura actual: ¿por qué El fulgor hoy?

Releer El fulgor hoy no es solo un gesto cultural o estético: es, en muchos sentidos, un acto político. En una época donde se valora la velocidad, el impacto y la sobreproducción textual, detenerse en la palabra justa, habitar el silencio, aceptar la lentitud del poema, se convierte en resistencia. Valente invita al lector a pensar, a escuchar, a mirar el mundo no como una acumulación de datos, sino como un misterio que pide ser desvelado. Además, el libro resuena con ciertas búsquedas contemporáneas en la poesía más joven: el interés por lo espiritual, la atención al cuerpo, la indagación en los límites del lenguaje. Aunque alejado del tono confesional y de la ironía posmoderna, El fulgor conecta con los poetas que hoy se atreven a hacer del poema un lugar de conocimiento, no solo de expresión.

Este diálogo entre generaciones es posible gracias a obras como esta, que no pertenecen a una época, sino a una intensidad. Y Valente es, en ese sentido, uno de los poetas más intensos del siglo XX. No se repite, no se acomoda. Su poesía incomoda, eleva, interpela. Es una poesía que no quiere gustar, sino transformar.

Uno de los grandes logros de El fulgor es la creación de un lenguaje poético que no es decorativo, ni siquiera meramente comunicativo, sino transformador. Valente insiste en que la palabra tiene una dimensión ética: decir bien es también actuar bien. No se trata de moralismo, sino de una profunda conciencia de lo que implica nombrar el mundo. En esta línea, el libro se convierte en una suerte de manifiesto espiritual: una guía no para encontrar respuestas, sino para formular preguntas verdaderas. Cada poema abre una grieta, una rendija por donde mirar lo invisible. No hay concesiones al lector apresurado: se exige atención, se premia la escucha. Es una poesía que pide tiempo, y que devuelve luz. Ese es su mayor mérito y, también, su mayor desafío. En una sociedad que premia lo instantáneo, El fulgor nos recuerda que hay revelaciones que solo llegan en el silencio.

A más de treinta años de su primera aparición, El fulgor sigue siendo uno de los libros mayores de la poesía española del siglo XX. No solo por su perfección formal ni por su hondura conceptual, sino porque sigue siendo necesario. Y un libro necesario es aquel que no se agota en la lectura, sino que la renueva. Gracias a esta edición definitiva de Galaxia Gutenberg, podemos volver al texto con otros ojos, otras preguntas, otro mundo encima. Y el poema, fiel a sí mismo, nos sigue hablando. José Ángel Valente —ese poeta que creyó en la palabra como acto, como vía, como cruz y como templo— nos entrega aquí uno de los mayores regalos de la literatura: la posibilidad de detenernos, mirar y, tal vez, comprender.

El fulgor es, como su título, una iluminación: breve, intensa, irrevocable. Y esta edición, el modo más digno de sostener su llama.

Sobre el autor

Nombre completo: José Ángel Valente Docasar
Nacimiento: 25 de abril de 1929, Ourense, Galicia
Fallecimiento: 18 de julio de 2000, Ginebra (Suiza)
Profesión: Poeta, ensayista, traductor y profesor universitario
Premios relevantes:

  • Premio Príncipe de Asturias de las Letras (1988)

  • Premio Nacional de Poesía (2000, póstumo)

  • Premio Nacional de Traducción (1976)

  • Premio Reina Sofía de Poesía Iberoamericana (1998)

Notas y referencias

  1. Valente, José Ángel. El fulgor, edición definitiva. Barcelona: Galaxia Gutenberg, 2023. ISBN: 978-84-19231-40-9.

  2. Valente, José Ángel. Poesía reunida. Ed. Andrés Sánchez Robayna. Barcelona: Galaxia Gutenberg, 2000 y reediciones posteriores.

  3. Tusquets Editores publicó la primera edición de El fulgor en 1990, dentro de la colección Marginales.

  4. Sobre la evolución poética de Valente y su relación con la mística y la palabra como revelación, véase: Sánchez Robayna, Andrés. José Ángel Valente. Una aproximación crítica. Madrid: Taurus, 2001.

  5. Fernández Ferrer, Ángel Luis. José Ángel Valente: la palabra y el silencio. Madrid: Cátedra, colección Crítica y Estudios Literarios, 2013.

  6. Entrevistas y declaraciones del autor pueden consultarse en el volumen: El escritor y la palabra. Entrevistas con José Ángel Valente. Ed. Amador Vega. Madrid: Siruela, 2004.

  7. Fundación José Ángel Valente: www.fundacionvalente.org

REDACCIÓN. por Punto y Seguido 

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