El Caso STEFKA

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CASO STEFKA. Expediente nº 2365/2015


El comisario estaba desolado ante tanta inmundicia. Cuando empezaron a vigilar el burdel de carretera Rosas Rojas no tenía ni idea de lo que realmente se cocía en ese antro. La redada dio como resultado siete detenidos y doce mujeres. Ninguna española, todas con los pasaportes bajo llave en la oficinucha del antro oscuro y sucio. Había hecho una llamada a los servicios sociales.

Dos de las mujeres eran menores y una de ellas tenía un bebé de tres meses. No hablaba bien español, se llamaba Stefka y era de un pueblo búlgaro llamado Kalotinsi. Su historia no variaba mucho de las demás, pero marcó al comisario por su juventud y todo el drama que llevaba arrastrado además de ser una esclava sexual. Stefka fue violada con nueve años por un tío de su madre. Su padre estaba siempre borracho y su madre enferma. A los 12 años conoció a un turista francés de unos treinta años, se fugó con él pensando que sería su mujer. Al llegar a Francia descubrió que era un pederasta y un traficante de seres humanos. La vendió por diez mil euros a Francis, un putero español con clubes de alterne de carretera en media España. Perdió la cuenta de cuantos hombres se subieron a su cuerpo para abusar de ella. Con 17 años llevaba a cuesta tres abortos caseros, enfermedades venéreas, herpes y un bebé de tres meses al cual amamantaba de un pecho en el cual muchos habían puesto sus sucias bocas. El bebé no había nacido en clínica, ni ella fue vista por médico alguno, era una niña, seguramente se la arrebatarían para venderla a algún mercader de cuerpos en breve. Su cuerpo estaría destinado a la venta de órganos o al abuso, como su madre. Stefka no paraba de preguntar si era libre y lo que más le preocupaba era que le quitaran a su hija. Tenía dos cicatrices en la cara y le faltaban dos dientes en la parte superior, resultado de las múltiples palizas que había recibido.

Cuando entro Vanesa, la asistenta social, lo primero que le dijo el comisario fue que mandara a esa muchacha al hospital para que la trataran de todas las enfermedades, que la viera un ginecólogo y que vieran a su hija. Era lo más urgente, su estado de salud y la de su bebé.

—Sobre todo te pido un favor: no dejas que la separen de su hija. Es muy importante.

En casa le esperaba su familia, su hija de 17 años no había sacado ni la mitad del curso, estaban en plena crisis familiar. Su hijo mayor con 19, estaba declarado en rebeldía y en medio de la guerra con los hijos, su mujer, era demasiado indulgente para todas las situaciones.

—Hoy vengo con muy mal cuerpo y os quiero pedir algo a todos. Voy a solicitar la acogida de una chica búlgara, tiene una niña de tres meses, ha sido violada, abusada, torturada y nunca ha tenido familia, Así pues, no hay discusión, creo que será una lección de vida para todos. Solo espero por una vez en la vida que me demostréis que tengo una familia humana de verdad.

© Kika Sureda .Abril 2023 . Todos los derechos reservados.

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Nacida en Manacor (Mallorca) y granadina de adopción, es Licenciada en Biblioteconomía y Documentación, Licenciada en Comunicación Audiovisual. Grado en Filología Clásica, Estudios de Literaturas Comparadas. Alma mater de Lesa Literatura. Articulista de Culturamas, colaboradora de Jaén Plus Radio. Compagina sus labores de correctora y editora con la docencia como profesional de la comunicación y sus colaboraciones con actividades culturales y literarias.

1 COMENTARIO

  1. Muy bien estructurado y un crudo reflejo de la realidad de los esclavos de nuestra avanzada sociedad. Ojalá tengan el mismo fin que en tu relato.
    Breve y muy bueno.

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