Teoría de la clase ociosa

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TEORÍA DE LA CLASE OCIOSA de Thorstein Veblen

por Jaime Molina


Llegué a este curioso libro a través de Jorge Luis Borges, que lo seleccionó dentro de su llamada “Biblioteca Personal”, compuesta por una serie de libros que él mismo prologó. Cuando se lo dieron a leer, Borges pensó que este libro sería una sátira, pero le sorprendió encontrar un ensayo sociológico, e incluso antropológico, cuya principal pretensión no era precisamente la satírica. Esta obra causó un gran impacto en su tiempo y aún hoy conserva su vigencia ya que sus ideas pueden aplicarse perfectamente a la situación socioeconómica actual.

Veblen, que era un socialista moderado, retrata de forma certera e incisiva el espíritu neoliberal y afirma, por ejemplo, que la introducción de la moneda ha cambiado la psicología y la actitud de las personas y de las instituciones sociales. Desde su punto de vista, el ímpetu de la competencia y el empuje por predominar sobre los demás se han transformado, poco a poco, en un instinto belicoso, en una tendencia a la emulación que incita a sobresalir en términos de bienes mensurables, lo que no es un medio en sí mismo, sino un fin que invade todas las actitudes sociales y las instituciones. Esa hostilidad tiene consecuencias inmediatas, según Veblen. La primera de ellas es que la tendencia al altruismo juega un papel secundario en nuestra sociedad, ya que la clase que termina por sobresalir, la que él bautiza incisivamente como “clase ociosa”, lo hace en virtud de actitudes egoístas.

Ese afán que el autor denomina “emulación pecuniaria” (un eufemismo para la envidia) da lugar a un consumo que se efectúa no sólo para la satisfacción personal, sino para hacer ver o hacer saber a los demás que se es rico (conspicuous consuptium, o “consumo ostensible”) y el de la abstención de actividades de trabajo productivo, consideradas como mezquinas y signo de falta de riqueza (conspicuous leissure, u “ocio ostensible”). Este ocio ostensible puede consistir no sólo en una mera inactividad sino también en formas de actividad improductivas. Por ejemplificar estos dos conceptos, Veblen menciona que la adquisición emulativa de coches entra en el cuadro de consumo ostensible, o la tendencia a dedicarse a actividades sociales y diversiones puede ser catalogada como un ocio ostensible.

Según Veblen, la clase ociosa no se conforma con gastar, sino que se afana en hacer visible ese gasto y, yendo aún más lejos, para que dicho gasto contribuya eficientemente a la buena fama del individuo, debe hacerse en cosas superfluas. Es decir, que para que la clase ociosa logre una buena reputación el consumo debe ser derrochador.

La abstención de trabajo es otra de las premisas que sigue la clase ociosa: no se trata sólo un acto honorífico o meritorio sino que llega a ser un requisito impuesto por el decoro. El ladrón que ha ganado una gran riqueza tiene mayores probabilidades que el ratero para eludir el castigo de la ley porque un gasto bien considerado de su botín agrada extraordinariamente a personas que tienen un sentido cultivado de las conveniencias y contribuye a mitigar el sentido de depravación moral con que se consideran las infracciones cometidas.

El efecto de la riqueza en el comportamiento es, por tanto, evidente, y es que para el autor por encima de cierto nivel de riqueza el disfrute de bienes no se puede considerar algo intrínseco. En nuestros días existen claros ejemplos de que esta teoría no ha perdido para nada su actualidad. La cultura del dinero fácil, el enriquecimiento sin esfuerzo, del «tanto tienes tanto vales», el deseo enfermizo por poseer lo más caro, o la codicia sin límites son ejemplos sintomáticos de que las palabras de Veblen no han perdido su sentido.

Este brillante ensayo se deja leer con verdadero interés y con sumo agrado, pues el desarrollo no sólo no se hace pesado, sino que se disfruta con la prosa ágil, que enlaza los párrafos y expone las ideas de una forma brillante. Entre líneas se puede apreciar un sutil humorismo que, alejándose cualquier tentación satírica -lo que Borges creyó- hace todavía más agradable su lectura.

© Jaime Molina.Marzo 2023. Todos los derechos reservados. 

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