Toni Montesinos: la escritura como riesgo, herida y voluntad

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Hablar con Toni Montesinos (Barcelona, 1972) no es simplemente conversar con un escritor prolífico, sino adentrarse en un territorio en el que la literatura se entiende como una forma de resistencia, una ética de la lucidez y una exploración continua del lenguaje. Crítico literario de La Razón desde el año 2000, director de Qué Leer y colaborador habitual en medios como Cuadernos Hispanoamericanos, Cultura/s y El Viajero, Montesinos ha tejido una obra vasta y rigurosa que abarca más de cincuenta títulos entre poesía, novela, ensayo, biografía y crónica cultural.

Su voz es reconocida por su radical sinceridad intelectual, y sus libros son el testimonio de una voluntad que no se resigna a los consensos superficiales del presente. En La letra herida abordó el reverso oscuro de la creación literaria a través de autores marcados por la autodestrucción. En La pasión incontenible indagó en los mecanismos del éxito y la rabia en la narrativa norteamericana. Y en su más reciente ensayo, El amor por la muerte en la cultura germana (Almuzara, 2025), nos propone una reflexión perturbadora y brillante sobre el vínculo entre pensamiento, arte y pulsión de muerte en la tradición intelectual alemana.

Esta conversación, que transita por sus obsesiones temáticas, su mirada crítica sobre la literatura contemporánea y su incansable vocación de lector, nos ofrece el retrato de un escritor que ha hecho de la escritura un oficio exigente y de la lectura una forma de estar en el mundo.

Obras destacadas

El amor por la muerte en la cultura germana

    • Editorial: El Desvelo (Almuzara)
    • Año de publicación: 2025
    • Sinopsis: Este ensayo explora la fascinación de la cultura alemana por la muerte, desde Goethe hasta Günter Grass, abordando temas como el antisemitismo y el Muro de Berlín.

La letra herida. Autores suicidas, toxicómanos y dementes

    • Editorial: Berenice
    • Año de publicación: 2022
    • Sinopsis: Escritores inadaptados e inconformistas, angustiados y superdotados, se reúnen en un libro cuyo nexo común es la autodestrucción .

La pasión incontenible. Éxito y rabia en la narrativa norteamericana

    • Editorial: Pre-Textos
    • Año de publicación: 2013
    • Sinopsis: Un estudio sobre la narrativa estadounidense, examinando las tensiones entre éxito literario y frustración personal en autores como Faulkner, Fitzgerald y Kerouac.

El fantasma de la verdad

    • Editorial: El Desvelo
    • Año de publicación: 2018
    • Sinopsis: Un juego prodigioso en que lo metaliterario —con el personaje, una violinista islandesa, irrumpiendo ahora en la vida del protagonista— se funde y confunde con lo real.

La soledad del tirador

    • Editorial: El Desvelo
    • Año de publicación: 2017
    • Sinopsis: Un joven en un suburbial barrio barcelonés de los años ochenta. Con un deprimido entorno social, una desestructurada familia y unas pésimas perspectivas profesionales, encuentra en el baloncesto y su habilidad como encestador, encuentra la vía de escape a su opresiva realidad exterior.

Un mundo de novela. Lecturas de narrativa española e hispanoamericana

    • Editorial: Prensas de la Universidad de Zaragoza
    • Año de publicación: 2024
    • Sinopsis: Tras una extensa introducción donde se cuestiona de modo implacable la censura de hoy en día y lo woke, la banalización del libro como producto o la falta de autoexigencia artística de tantos escritores, se ofrece un compendio de interpretaciones literarias que abarcan desde Fernando de Rojas hasta narradores actuales.

Ojos llenos de alegría: Estar vivo con R. W. Emerson

    • Editorial: Ariel
    • Año de publicación: 2023
    • Sinopsis: Aborda la vida y obra del considerado fundador de las letras norteamericanas, que tanto influyó en autores como H. D. Thoreau o Walt Whitman.

Muy al norte en el turbio mar

    • Editorial: El Desvelo
    • Año de publicación: 2023
    • Sinopsis: En esta historia de la literatura inglesa, que se lee de principio a fin como un relato compacto, se imbrican la biografía y la crítica literaria, el estudio histórico y la atención hacia las novedades editoriales de mil y un escritores. .

Mecanismos gélidos

    • Editorial: Renacimiento
    • Año de publicación: 2023
    • Sinopsis: Clásicos fundacionales de la literatura europea como Dante y Petrarca, y figuras de continua actualidad y fama infinita como Leonardo da Vinci o Casanova, cobran una palpitante presencia en esta reunión de artículos de literatura italiana que alcanza el siglo XXI.

Hildur (2009-2015)

    • Editorial: Piel de Zapa
    • Año de publicación: 2015
    • Sinopsis: Historia de dos músicos de Reikiavik, el pianista Hans y la violinista Hildur, y de la forma en que el azar y las etapas cíclicas de la vida –que en la novela giran en torno al número siete– se conjugan para que estén siempre juntos.

El dios más poderoso: Vida de Walt Whitman

    • Editorial: Ariel
    • Año de publicación: 2022
    • Sinopsis: Amena y exhaustiva biografía capta de manera extraordinaria el espíritu y la humanidad de Whitman, como periodista y narrador, como ciudadano de Brooklyn y Manhattan, entre otras cosas

El fragmento honesto: Un diario de pasiones (2009-2021)

    • Editorial: Prensas de la Universidad de Zaragoza
    • Año de publicación: 2021
    • Sinopsis: Una recopilación de reflexiones personales y literarias, abordando temas como la literatura, la música, el cine y la crítica cultural. En el prólogo Germán Gullón. Se trata de «pequeñas joyas literarias, en las que se habla de literatura, de música, de cine, de poesía, de ensayo, de críticos engreídos, y de los autores sencillos, los verdaderos artistas»

Pasaremos ahora al cuestionario de preguntas.

HOJAS SUELTAS: En su último ensayo, El amor por la muerte en la cultura germana (El Desvelo, 2025), propone un viaje intelectual y estético por la pulsión de muerte en autores y pensadores alemanes. ¿Qué motivó este proyecto y qué hallazgos personales encontró en el proceso de escritura?

TONI MONTESINOS: Soy un lector que en parte de su tiempo se dedica a la crítica literaria y a la investigación histórica del mundo de las letras, y ese trabajo ingente a veces tiene como resultado la impresión de tener una visión panorámica, cuando menos, de ciertas literaturas. Me pasó con la estadounidense, francesa e inglesa, a las que he dedicado extensos trabajos que recorren siglos, y un buen día pensé en hacer lo propio con la literatura germana, extendiendo esto a asuntos de tinte político y social también. El hallazgo más importante fue la semilla que dio paso al libro: ver que la mirada mortuoria del individuo germano en la sociedad y las artes (alemán, austriaco, checo…) es algo común que se puede analizar de forma compacta y coherente, algo que corrobora el ámbito político y militar de esos lugares.

H.S.: A lo largo de su trayectoria ha escrito más de cincuenta libros, desde poesía hasta crítica cultural. ¿Cómo ha cambiado su mirada literaria con los años y qué géneros le resultan hoy más urgentes o necesarios?

T.M.: De un tiempo a esta parte, con décadas de conocimientos adquiridos y reposados, intento generar un tipo de ensayo literario que tenga un gran componente crítico, pues creo que el lector “profesional” ha de ser tan respetuoso como honesto y original, y tener una mirada que cuestione nombres y obras. Quiero evitar con ello adscribirme a la adulación encorsetada y tradicional del mundo de la crítica literaria que encontramos en la prensa o en el mundo universitario, que elogia a los de siempre sin aportar nuevos argumentos, idolatrando lo extranjero porque sí, simplemente, y sin enjuiciar autores que la publicidad o la intelectualidad pedante ha encumbrado y a los que hay que volver a analizar. En ese sentido, creo que necesitamos una crítica literaria mucho más punzante y franca, y una narrativa que incomode y nos haga pensar de formas diferentes en pos de interpretar la vida en mejores condiciones y con mayores recursos.

H.S.: Su fascinación por los escritores malditos —suicidas, adictos, dementes— atraviesa varias de sus obras, como La letra herida. ¿Considera que la destrucción y la lucidez van siempre de la mano en el ámbito artístico?

T.M.: En algunos casos sí, incuestionablemente. O en muchos, si queremos. Pero tal asunto es muy complejo y extenso de tratar, y nos llevaría a análisis individualizados. Lo único que puedo decir es que, desde muy joven, me interné en un campo que no veía explorado lo suficiente y al que di respuesta por medio de diversos libros y géneros. Poéticamente, con mi libro Antología poética del suicidio (siglo XX), y otros trabajos como El gran impaciente. Suicidio literario y filosófico, y Melancolía y suicidios literarios. De Aristóteles a Alejandra Pizarník, de carácter ensayístico. En todo caso, ciertamente, mi tesis de siempre es afirmar que se podría hacer una historia de la literatura universal completísima sólo abordando cuestiones de índole suicida o autodestructiva en general, tal es la frecuencia de ello en autores y obras desde la Antigüedad, lo cual llegó al apogeo en ambos sentidos en el siglo XX. La letra herida. Autores suicidas, toxicómanos y dementes vendría a concretar este interés mío de dos maneras: primero, con un prólogo mío de orden autobiográfico donde explico el origen de esa inquietud por el suicidio literario, como escritor de poesía y narrativa, en especial, y segundo, por medio de una serie de escritores sobradamente conocidos que vieron cómo lo autodestructivo empapó su escritura y destruyó su vida.

H.S.: En su ensayo La pasión incontenible abordó la rabia y el éxito en la narrativa norteamericana. ¿Ve similitudes entre la narrativa estadounidense y la española actual en cuanto a ambición literaria y riesgo estético?

T.M.: Se podría hacer, claro está, un ejercicio de literatura comparada, pero todo lo que pudiera decir al respecto acabaría siempre en una misma conclusión: la literatura estadounidense está sobredimensionada, aupada por su fuerza editorial, su poderío cultural, en contraste con una suerte de sumisión y complejo de inferioridad hispano que hace a muchos idolatrar todo lo que venga de allá de forma acrítica o hiperbólica. Eso sí, creo que en la actualidad a ambas les caracteriza un rasgo ya general: la falta de autoexigencia estilística y temática de casi todos los autores, que apenas arriesgan, que no nos ofrecen ventanas artísticas de calado o ideas interesantes con las que ver la vida. Como mucho, algunos consiguen entretener un poco, aunque en muchísimas ocasiones la supuesta (pseudo)literatura de entretenimiento es la que menos entretiene por su pobreza de lenguaje, tópicos mil veces repetidos e influencia más del cine norteamericano que de la tradición literaria.

H.S.: Desde El fantasma de la verdad hasta La soledad del tirador, sus novelas exploran los márgenes de la identidad, la soledad y el extrañamiento. ¿En qué medida estas ficciones dialogan con su propio pensamiento como ensayista y crítico?

T.M.: Escribí mi novela Hildur, una historia de dos músicos jóvenes en Islandia, con un trasfondo suicida, a raíz de una cita de Tolstói, así que mis lecturas y terrenos de interés ensayístico sin duda pueden influir en mi tarea narrativa. En mi primera novela, Solos en los bares de noche, creé un texto intimista que sucedía en entornos de Dublín y Barcelona, con un fondo de alcohol y vida extraviada, de rencor con el pasado y trasiego juvenil. Quiero decir que he pensado la vida, tras sentirla o padecerla, y con ello he escrito novelas a veces muy duras de encarar, como La soledad del tirador, sobre la penuria de un adolescente en un barrio marginal barcelonés en que el baloncesto es clave, o El fantasma de la verdad, que presenta un juego metaficticio que conecta esta obra con Hildur y es de continuo una meditación, grave, sobre lo que significa escribir ficción; siempre en mis novelas pruebo con estructuras, lenguajes y estilos plenos de ambición y autónomos, haciendo artefactos narrativos diferentes unos de otros.

H.S.: Como crítico de La Razón y director de Qué Leer, ha leído y reseñado a decenas de autores contemporáneos. ¿Qué características debe tener, en su opinión, una obra para merecer perdurar?

T.M.: Llevo más de treinta años leyendo y escribiendo con conciencia de ser escritor o crítico literario, de modo que he conocido miles y miles de autores, la mayoría de los cuales, por necesidad, serán pasto del olvido. ¿Por qué hemos de resignarnos a no tener un Cervantes, por ejemplo, aunque eso sea absolutamente imposible? Es decir, desde el momento en que el escritor no se somete a grandes desafíos literarios y no se deja la piel en su labor, eludiendo perder el tiempo en modas, expectativas, mercados y demás fruslerías, las posibilidades de encontrar obras perdurables, que sean originales tanto en el fondo como en la forma, son raquíticas. ¿Qué se recordará en el futuro de la literatura de los últimos veinticinco años? Se me antoja que nada habrá reunido méritos para permanecer. La conjunción de estilo original, arsenal de ideas que analicen el mundo y la condición humana, tratamiento lingüístico, en la narrativa y en la poesía, capacidad de emocionar y hacer pensar… Esos ingredientes que podrían componer una obra notable yo, al menos, apenas los encuentro hoy en día.

H.S.: Ha comentado en entrevistas que “cada vez hay más autores cobardes que no tienen nada que decir”. ¿Cuáles son las causas de esta autocensura o neutralidad literaria que percibe en el panorama actual?

T.M.: No lo sé, tal vez la pereza y el egocentrismo, que tanto se ve en esta sociedad acomodaticia, en que nadie hace grandes sacrificios por conseguir metas altas y cree que con muy poco llegará a mucho. Eso, unido a la aberrante cultura woke y demás ideologías que llevan a la gente a asumir el lenguaje inclusivo o cualquier ismo como asunto que defender o practicar, o usar como forma de conflicto, en una especie de cuadrilátero de gente gritando consignas sin ofrecer pensamientos razonados y productivos, hace que el panorama, a mis ojos, sea desolador. Ese ambiente atrae a los que escriben de forma mecánica lo que se espera dentro de la estupidez de la corrección política, o desarrollan temas o géneros literarios de entretenimiento sin más, para no comprometerse con nada más hondo. Pero lo peor es que en la mayoría de ocasiones veo que los autores, ni siquiera los veteranos que tienen años atrás de experiencias, tienen absolutamente nada que enseñar sobre la vida, objetivada esta en materia literaria, pero eso no es óbice para recibir premios institucionales o de financiación pública.

H.S.: Su escritura está profundamente marcada por la lectura de los clásicos: Emerson, Whitman, Kafka, Zweig… ¿A qué autor regresa siempre y por qué?

T.M.: Creo que conseguí algo valioso con mi trilogía dedicada a Thoreau, Whitman y Emerson, para mí los pensadores más útiles e inteligentes para entender nuestro tiempo actual, una tríada de inspiración continua desde todos los puntos de vista. Por su parte, nadie como Kafka, y perdón por recurrir a algo tan tópico, para representar la vida actual, regida por la burocracia y la vigilancia estatal, la culpa endosada al ciudadano y la opresión por el aparataje político. Estos autores, más los inmortales del Siglo de Oro español, podrían ser un pequeño listado inmejorable para moverse en el hoy con astucia y capacidad crítica.

H.S.: Ha trabajado como editor y prologuista de grandes nombres de la literatura universal. ¿Qué exigencias se impone al enfrentarse a la obra de otro autor desde esta posición?

T.M.: Mi deber en estos casos es muy simple: acercar a un autor determinado al lector, y hacerlo de manera amena, culta, original, ágil y minuciosa. Intento en este tipo de textos, o los de crítica literaria en la prensa, o en mis ensayos biográficos, que el que abra mi libro, ya sea un ignorante completo o el más erudito del mundo, se sienta cómodo frente a mi método de análisis y exposición de la vida y obra del autor de turno. No llegaré al punto de decir, como Oscar Wilde, que la crítica literaria es un género artístico en sí mismo, pero el estilo fluido y la vivacidad de lo que se cuenta, aunque sea en un terreno de análisis histórico-literario, es uno de mis grandes retos siempre en esta clase de tareas.

H.S.:Muchos de sus ensayos son también una indagación filosófica: sobre el suicidio, la voluntad, la soledad. ¿Es la literatura un camino paralelo o una forma de pensar la existencia?

T.M.: Es el único, yo diría, que puede explicar lo que somos y lo que podemos comprender. No me interesa la filosofía reglada, sistemática, ni todos los autores que desde su narcisismo y superioridad intelectual y moral ofrecen una carta de navegación exclusiva desde parámetros abstractos. Aún entiendo menos los elogios que se les dispensan a tantos de ellos. Ningún filósofo ha hecho nada útil para la humanidad, nada interesante para mí, y creo que nuestras abuelas, que pasaron por tanto, tuvieron más sabiduría y discreción que tantos que se las dan de filósofos y sólo ejecutan un retoricismo estéril. Dicho esto, es la gran literatura la que nos acerca a la historia, al ser humano y a la sociedad, de ahí que tenga tanta importancia en la formación individual de cada uno de nosotros, por su capacidad de pensamiento y sentimiento, por su ayer que habla de hoy y del mañana. Pero la literatura de calibre murió con internet y un mundo abocado a la prisa y a lo visual la desprecia cada vez más.

H.S.: ¿En qué lugar se sitúa usted como escritor dentro del sistema editorial y cultural español?

T.M.: En ningún sitio. Soy, como quien más quien menos, Nadie, o sólo alguien que se gana la vida en el mundo editorial y de los medios de comunicación y que escribe libros con absoluta libertad e independencia, algunos de los cuales a veces se publican.

H.S.: Si tuviera que legar a un joven lector una pequeña biblioteca de cinco títulos esenciales para comprender el espíritu de Europa y el oficio de escritor, ¿cuáles serían y por qué?

T.M.: Ninguno le servirá para esas dos cosas; yo ni siquiera sé lo que es el espíritu, y menos el de un continente, y el oficio (yo nunca lo he llamado de esa manera) de escritor se desarrolla leyendo un millón de libros, escribiendo mucho, corrigiendo más y publicando con plena seguridad de que lo que haces aporta algo al río de la literatura.

Las respuestas de Toni Montesinos nos devuelven una visión del escritor como lector tenaz, como indagador de lo oculto, como testigo de lo inasible. Su pensamiento, agudo y sin complacencias, nos invita a cuestionar no solo los valores dominantes en la literatura actual, sino también las formas en que convivimos con las palabras, con las ideas y con nosotros mismos. Frente a una cultura que tiende al ruido, su obra es una defensa obstinada del matiz, de la profundidad y del riesgo estético.

En tiempos en los que la escritura suele ceder al impulso de la inmediatez, Toni Montesinos nos recuerda —con lucidez y con un cierto fatalismo— que escribir es también una forma de perder el mundo, de vivirlo con más intensidad o de salvarse por los márgenes.

Redacción.

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