Tras la Revolución Francesa, en un esfuerzo por romper con el pasado monárquico y religioso, se instauró un nuevo calendario inspirado en la razón y la naturaleza. El calendario republicano francés, adoptado por la Convención Nacional el 24 de octubre de 1793, comenzaba el 22 de septiembre de 1792, coincidiendo con la proclamación de la República .
Este calendario dividía el año en 12 meses de 30 días, cada uno compuesto por tres «décadas» de 10 días. Los nombres de los meses reflejaban aspectos de la naturaleza y las estaciones, como Vendémiaire (vendimia), Brumaire (niebla) y Frimaire (escarcha). Para completar el año solar, se añadían cinco o seis días complementarios al final del año, conocidos como «días sanculottides», dedicados a festividades cívicas.
Aunque el calendario fue abolido oficialmente el 1 de enero de 1806 por Napoleón Bonaparte, su implementación refleja el radical intento de la Revolución Francesa de reestructurar la sociedad en todos sus aspectos, incluyendo la percepción del tiempo.
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