La anjana de agrilla y el manantial de las lágrimas

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Una leyenda de Granada que aún respira entre las piedras

Más allá de la Fuente del Avellano, donde el éter aún susurra los cantos del tiempo olvidado, existía —seguramente aún existe en otra superficie invisible— Me ha sugerido mi amiga invisible Taë-Mhyr’Lûn, que la voz de la Fuente Agrilla ya no se oye con los oídos de carne, sino con los del alma.

Cuando Granada aún danzaba entre los versos árabes —semilla de la de los del castellano y del europeo que resonaban con ecos persas, hebreos, latinos y griegos, como un preludio a la jahiliyya, la sutileza sagrada de antes de la conquista. Uno de los contenidos más repetidos es la exacerbación de la hermosura femenina, simbolizada por una dama ensalzada, cuyo amor es imposible. El pueblo andalusí, desde el rey al herrero, ostentaba una elegante sensibilidad y las visiones del futuro que se distinguía inquietantemente y que pronto llegaría. En esa fuente de aguas dulces vivía entre sus venas de otro mundo una anjana, que con efímero esplendor vivía, era un ser de agua transparente y corazón profundo, que no solo protegía las aguas… era la esencia de las mismas aguas. Su nombre nunca fue escrito, pues cada gota que emergía de su fuente era un susurro distinto, y por eso los hombres la llamaban de muchas formas: la mujer del agua, el hada triste, la ondina de los cortejos de los enamorados que acompañaban a los que por allí circulaban entre luces después del crepúsculo.

Las gentes del lugar bebían de su manantial según su necesidad.

Las madres buscaban dulzura para sus partos. Las novias, serenidad para su boda y fecundidad. Los sabios, buscaban visiones a través del paladar. Pero había una condición sagrada que a ella le fascinaba que aquellos hombres y mujeres reconocían sus emociones cristalinas en la tersura de sus aguas. Porque la anjana no ocultaba sus sentimientos. Si reía, el sabor era miel entre la blanca piedra. Pero si lloraba, las aguas sabían a lágrimas antiguas. Y cuando presintió la caída del Reino Nazarí y la llegada de un tiempo sin escucha, su corazón comenzó a ensombrecerse. Y lloró.

Lloró porque sabía que ya no vendrían los nuevos pobladores con el respeto que precisaba su magia sagrada. Lloró porque el extraño mundo negaría su existencia. Lloró sin descanso hasta que sus lágrimas transformaron el manantial en un espejo de amargura. El agua se volvió agria, agrilla, no por castigo, sino por desconsuelo.

Cuentan los ancianos —aquellos que aún escuchan a las piedras, el agua, la tierra y el hueco donde un día la fuente cesó, saben que cesan los sueños cuando no se nombran. El agua se retiró a sus raíces subterráneas a mundos etéricos iluminados por la luz de la tierra. Pero la mujer del agua no desapareció. Solo espera. Dice la leyenda que algún día un caminante de alma limpia vendrá con un cuenco no de barro, sino de reminiscencia. Beberá sin miedo. Y el agua, al ser reconocida, la xana volverá a cantar. También podría alegrarse cuando desde el gobierno municipal desearan rehabilitar este curso de agua y lo dignifiquen nuevamente para uso de los granadinos y los visitantes que lleguen por ese camino bienaventurado a calmar su sed de encantamientos.

Ese cuenco invisible, hecho de memoria y deseo, tal vez seas tú, lector o lectora de ojos despiertos. Porque las lágrimas esenciales del hada aún esperan un nombre que las invoque, una boca que las saboree y un corazón que las entienda.

Rafael Casares

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Investigador, Escritor y Experimentador de lo Trascendente. Se erige como un puente entre el mundo de los libros, la escritura y el arte con el reino de lo trascendente. Su enfoque combina la rigurosidad intelectual con una profunda sensibilidad espiritual. A través de sus escritos y enseñanzas, busca iluminar los rincones oscuros del entendimiento humano, llevando a sus lectores y seguidores a una comprensión más profunda de lo que significa ser parte de este universo misterioso. En el corazón de su búsqueda siempre ha habido un compromiso inquebrantable con la ternura y el respeto hacia todas las formas de vida y pensamiento. Rafael ve en cada ser y en cada fenómeno una oportunidad para aprender y crecer, una chispa de lo divino esperando ser comprendida.

5 COMENTARIOS

  1. Que bonito! Cualquier granadino que lea esta leyenda, se está imaginando a la perfección el lugar de los acontecimientos 🧚🏻‍♀️✨⛲

  2. Sí, esta es la grandeza de la metaficción que yo empleo poder hacer partícipes a los lectores de mis mejores pensamientos, sentimientos y sensaciones y que ellos conozcan esta manera de sentir por si quisieran compartirla. Muchas gracias por vuestras palabras siempre tan gratamente recibidas. Qué lástima que todas estas tradiciones se hayan perdido, ¿cuánta gente sabe algo de la fuente Agrilla, aunque haya oído hablar de las ricas aguas del Avellano que está un poco antes, seguramente poca, por eso es importante descubrir sus secas ruinas? Advierto que en la próxima publicación, si así lo quieren los lectores, incluiré las historias de la fuente que está junto al Genil, el otro gran río: La Fuente de la Bicha. Un abrazo cósmico

  3. Que maravilla de historia; tan llena de fantasía que encarna verdad.
    Me ha hecho reír y sentirme niña leyendo el relato. Impecable estilo en su expresión.
    Gracias Rafael Casares

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