Calles, plazas y paisajes: la geografía literaria
Los escenarios literarios en la narrativa española son mucho más que simples telones de fondo. Cada rincón, calle o paisaje recreado en las páginas literarias contribuye a construir el universo emocional, social y simbólico de la obra. Desde los paisajes idealizados o desgarradores del siglo XIX hasta las reinterpretaciones urbanas y rurales del siglo XXI, los lugares en la literatura española nos permiten descubrir cómo los autores dialogan con su entorno y con las inquietudes de su tiempo.
Siglo XIX: la consolidación del espacio como narrador social
El realismo y el naturalismo del siglo XIX otorgaron a los lugares un protagonismo inédito. Las descripciones detalladas de ciudades y paisajes se convierten en herramientas para reflexionar sobre la sociedad, las costumbres y los conflictos humanos.
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Pedro Antonio de Alarcón – El sombrero de tres picos (1874)
Situada en un entorno rural andaluz, esta obra utiliza el paisaje como un reflejo de la cultura y el humor de sus personajes. Las descripciones del molino, el puente y los alrededores no solo sitúan la acción, sino que crean una atmósfera vívida que enriquece la narración. -
José María de Pereda – Peñas arriba (1895)
En esta novela, el paisaje montañoso de Cantabria desempeña un papel esencial. Pereda recrea con minuciosidad los valles, las cumbres y los pequeños pueblos, transmitiendo un mensaje de conexión entre el ser humano y su tierra, al tiempo que refleja los cambios sociales de la época. -
Armando Palacio Valdés – La hermana San Sulpicio (1889)
Ambientada en Sevilla, esta obra ofrece una representación vibrante de la ciudad, desde sus calles y plazas hasta sus tradiciones religiosas. La ciudad andaluza no solo contextualiza la acción, sino que también actúa como un reflejo de los contrastes entre la vida burguesa y la espiritualidad.
Siglo XX: la evolución hacia el simbolismo y la introspección
El siglo XX introduce nuevas formas de recrear espacios, donde la realidad física se entrelaza con la introspección psicológica y el simbolismo. Los lugares se convierten en metáforas de los conflictos sociales, históricos o existenciales de los personajes.
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Ramón J. Sender – Réquiem por un campesino español (1953)
Situada en un pueblo aragonés durante la Guerra Civil Española, la obra recrea con precisión los espacios rurales, desde la iglesia hasta los campos. El entorno refuerza la tragedia de la historia y la tensión entre el pasado y el presente. -
Rafael Sánchez Ferlosio – El Jarama (1955)
En esta novela experimental, el río Jarama y sus alrededores son descritos con un nivel de detalle extraordinario. El paisaje se convierte en un protagonista silencioso, mientras los personajes desarrollan conversaciones cotidianas que revelan la monotonía y el vacío existencial. -
Ana María Matute – Primera memoria (1959)
Ambientada en una isla ficticia durante la posguerra española, esta novela utiliza el espacio como un reflejo del aislamiento emocional de los personajes. Las descripciones del mar, las casas y los paisajes isleños refuerzan el tono melancólico de la obra.
Siglo XXI: la reinvención del espacio narrativo
En la narrativa contemporánea, los autores combinan lo local con lo global, lo real con lo ficticio. Los lugares se reinterpretan para abordar temas como la memoria, la identidad o la complejidad de las ciudades modernas.
- María Dueñas – El tiempo entre costuras (2009)
Esta novela transita por lugares como Madrid, Tánger y Lisboa, recreando con detalle sus calles, edificios y ambientes. Los espacios no solo contextualizan la acción, sino que refuerzan el carácter cosmopolita y la evolución personal de la protagonista. -
Irene Solà – Canto yo y la montaña baila (2019)
Situada en los Pirineos catalanes, esta obra utiliza el paisaje montañoso como un personaje más. La descripción de los bosques, las cimas y los ríos adquiere un carácter poético y simbólico, conectando lo humano con lo natural. -
Cristina Morales – Lectura fácil (2018)
En esta novela, la Barcelona contemporánea se describe desde una perspectiva crítica. Las calles, edificios y espacios públicos no son neutros; actúan como un reflejo de las tensiones sociales y políticas que atraviesan a los personajes.
Comparaciones entre épocas: continuidad en la diversidad
Al comparar las obras de distintos períodos, se observa una evolución en el tratamiento de los espacios. En el siglo XIX, autores como Pereda y Palacio Valdés buscaban capturar la esencia de los paisajes rurales y urbanos como un testimonio de su tiempo. En el siglo XX, el simbolismo y la introspección cobraron mayor relevancia, mientras que en el siglo XXI, los lugares se convierten en herramientas para explorar las tensiones globales, culturales y emocionales.
Por ejemplo:
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Las descripciones costumbristas de Peñas arriba tienen un eco contemporáneo en Canto yo y la montaña baila, donde el entorno natural es central para la narrativa.
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Los paisajes rurales de Réquiem por un campesino español dialogan con los entornos globales de El tiempo entre costuras, mostrando cómo los lugares pueden ser tanto locales como universales.
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Las tensiones urbanas de El Jarama encuentran un paralelo en Lectura fácil, en su tratamiento crítico de las ciudades como espacios de conflicto.
La recreación de espacios en la narrativa española ha evolucionado, pero su importancia se ha mantenido constante. Desde los valles y pueblos del siglo XIX hasta las ciudades globales del siglo XXI, los lugares continúan siendo vehículos para explorar las relaciones humanas, las tensiones sociales y las emociones universales. Los lectores encuentran en estos espacios no solo un contexto para las historias, sino también una conexión profunda con las geografías literarias que forman parte del alma de la narrativa española.
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Sigue la serie con: Espacios sometidos a la ficción o a la realidad
© Anxo do Rego