Del lujo a la desolación: Rafael Chirbes revela la corrupción y miseria ocultas tras la fachada del éxito en su obra más desgarradora.
Hace ya más de veinte años leí, por recomendación de mi querido amigo José Luis, con quien comparto entradas en esta página, una novela de un entonces poco conocido escritor que se llamaba Rafael Chirbes. La novela en cuestión se titulaba La buena letra y, desde entonces, he continuado leyendo a este gran escritor, que, además de su impecable dominio del lenguaje tiene la cualidad de hacernos reflexionar con lo que escribe. Chirbes es, sin lugar a dudas, uno de los escritores más incisivos y lúcidos que he tenido la suerte de leer. Aunque ya con su anterior novela, Crematorio, comenzó a ganar un merecido prestigio literario en nuestro país, lo asombroso es que no lo hiciera mucho antes y sí fuera, en cambio, reconocida su valía en países como Alemania antes que en España.
Antes de comenzar a hablar de la novela que nos ocupa, les recomiendo encarecidamente que, si no lo han hecho ya, lean cualquiera de sus novelas: Los disparos del cazador, La larga marcha, o Los viejos amigos por mencionar tres de ellas. En todas sus obras, Chirbes retrata, disecciona y analiza sin piedad la sociedad española de nuestros días. Que ahora se hable de que En la orilla es la continuación de su anterior obra Crematorio en el sentido de que ambas son un espejo de la crisis en dos fases diferentes, no es del todo exacto, y quiero decir con ello que no son éstas las únicas obras de Chirbes que hablan de crisis, aunque la referencia a la crisis económica sea más notoria en estas dos novelas. Pero creo que en todo el conjunto de la narrativa de Chirbes existe un denominador común que es precisamente una continua denuncia de la mezquindad, de la corrupción y de la miseria humana.
No obstante, resulta casi inevitable hablar de En la orilla sin mencionar su precedente, Crematorio, ya que si en ésta lo que se nos muestra es la fachada lujosa y ampulosa de la corrupción más falaz transformada en urbanizaciones de lujo, coches deportivos y derroche por doquier, en aquélla vemos como el esplendor y el boato de antaño no eran más que una cáscara que ocultaba las ascuas de un mundo reducido a desolación y miseria.
Escrita en forma de monólogo interior, salvo el comienzo, que narra la misteriosa aparición de un cadáver en un pantano, prácticamente toda la historia se narra desde el punto de vista de Esteban, un carpintero que, aunque ha intentado escapar de su actual destino e hizo intentos en su juventud por salir de su localidad natal y trasladarse a otra ciudad para vivir otro tipo de vida, acaba consumiendo su vida en la imaginaria localidad de Olba, en el Levante español, ayudando a su padre en el negocio familiar. Con setenta años cumplidos, Esteban se encuentra en una situación lastimosa: una serie de inversiones en negocios inmobiliarios le han abocado a la ruina, y tiene que atender a su anciano padre, aquejado de demencia senil y por quien ni siquiera siente ni ha sentido jamás ningún afecto.
Esteban se ha sentido toda su vida como un fracasado. Por una parte se ha visto forzado a atender un negocio, el de la carpintería, que no le gustaba en absoluto, pero que debe mantener para hacerse responsable de la herencia familiar. Su familia tiene un origen de perdedores: su padre fue un republicano que tiene que enterrar sus ideales por una cuestión de pura supervivencia. Por otra parte, nos narra con cierta envidia y resentimiento como su viejo amigo Francisco se casa con la mujer a la que él quería y, al contrario que él, triunfa en la vida llegando a conseguir una fortuna y una vida de lujo inasible, pues sabe de sobra que siempre estará fuera de su alcance. Ni siquiera el amor parece querer tocarle. De hecho, Esteban permanecerá toda su vida soltero, sin hijos a los que legarle el negocio familiar, sin nadie que lo cuide a él como él cuida a su padre, a quien describe cruelmente como a un tamagochi: un ser que no habla ni siente, pero al que hay que alimentar, limpiar, vestir y acostar cada día.
Rafael Chirbes escribe con firmeza y precisión, empleando un realismo feroz que hiere intencionadamente con su crudeza, pues Chirbes nos pone delante de los ojos, sin tapujos, el espejo de una sociedad decadente, podrida, vacía de ideales. Creo sinceramente que, pese a su marcado pesimismo, “En la orilla” es un libro extraordinario, no sólo por su envidiable estilo literario sino porque nos marca con una reflexión profunda de la vida, el fracaso, la desolación y la muerte.
© Jaime Molina. Todos los derechos reservados. (Cicutadry)