Todos tenemos en mente excelentes novelas que comienzan a contarse por el final, un recurso bastante arriesgado si el autor no sabe mantener el interés y seducir al lector con cierta habilidad. Bonsái es una de esas obras que lo consiguen con éxito. Desgranar el argumento de esta novela corta es una tarea muy sencilla, pues el propio autor ya lo hace desde el primer párrafo, que comienza de una forma que a mí me parece rotunda:
«Al final ella muere y él se queda solo, aunque en realidad se había quedado solo varios años antes de la muerte de ella, de Emilia. Pongamos que ella se llamaba o se llamaba Emilia y que él se llama, se llamaba y se sigue llamando Julio. Julio y Emilia. Al final Emilia muere y Julio no muere. El resto es literatura:»
Y tras esos dos puntos comienza la historia de Emilia y Julio en la que ya no nos cabe otra sorpresa que el magnetismo de Alejandro Zambra para narrarnos una historia aparentemente trivial y sencilla. Y es que, al igual que en los relatos de Mis documentos, el autor sabe plasmar en las páginas de esta novela corta un estilo personalísimo. La contraportada del libro ya nos avisa de que nos encontramos ante un texto diferente, pues describe a Bonsái no como una novela o como una novela corta, sino como una “novela-resumen”. Un término o una definición, que no me lo negarán, resulta bastante llamativo, y que fue, lo reconozco, lo que me incitó a leer este libro después de haberme deleitado con los relatos de Mis documentos, sobre los que ya hablé en una entrada anterior.
La temática de esta novela no es nada excepcional. Simplificando el argumento digamos que trata de un hombre y una mujer que se conocen, se enamoran, mantienen una relación que dura más bien poco y terminan rompiendo. Pese a la ruptura, Julio siempre querrá a Emilia, aunque no vuelva a verla jamás y de hecho su vida sufra un shock cuando él se entera que ella ha muerto, tal y como dice el párrafo inicial. Aparentemente, su relación estaba destinada a ser perfecta, pues ambos tenían las mismas inquietudes, los mismos gustos literarios. Él tiene pretensiones de ser escritor y le ofrecen un trabajo como negro para escribir una novela, aunque finalmente la oferta se cancela y él trabaja como si nada hubiese sucedido, mintiéndole a Emilia y diciéndole que está escribiendo una novela llamada Bonsái.
Al igual que en sus cuentos, lo que destaca de Alejandro Zambra es su estilo. Todo narrador debe encontrar su propia voz y hacerlo dejando patente su personalidad, y el narrador chileno lo consigue sobradamente. Alejandro Zambra se mantiene a distancia de sus personajes, y elimina del texto cualquier elemento que pueda considerarse accesorio, un adorno innecesario. Zambra nos sumerge de golpe en la historia, de una forma directa, usando un lenguaje impecable; conocemos a sus personajes aunque por momentos nos parezcan esbozos sin definir con total claridad, pero incluso así, con unas pocas pinceladas al autor le basta para que se establezca una extraña empatía con ellos.
Pese a lo aparentemente trivial de la historia, el autor consigue convertir este texto e un libro interesante. Alejandro Zambra transforma una historia de amor con un tema más que repetido en una narración que, por ser tan escueto como la novela, merece la pena leer.
© Jaime Molina. Todos los derechos reservados (Cicutadry)