La mirada implica mucho más, que dos cavidades oculares;
allá donde van nuestros ojos, va nuestra atención.
Y donde está la atención, también está la vida.
Porque hacia donde enfoco mi mirada,
se encuentra la energía con la que transito
todo lo que me ocurre, toda mi historia.
Esta nueva mirada, me hace más responsable,
pues puedo ver que soy yo quien, a través de mi atención,
da más o menos protagonismo a las cosas que me ocurren.
Y así, las cosas no me pasan, sin más;
yo tomo el papel principal de mi vida.
Disfruto el pasear por viejos lugares para mi memoria,
pero desde una mirada renovada,
pues me permito cambiar y actualizarme,
dejar morir la piel, para reproducir una piel nueva,
que sigue portando cicatrices, para no olvidar lo aprendido,
sin embargo, con la misma mirada de niña, curiosa.
No es necesario transitar nuevos parajes,
para ampliar la mirada.
Desarrolla la capacidad de asombrarte, renovarte, y ver la belleza,
en cada lugar en el que repose tu gesto.
Y, sobre todo, si aprendes a ver la belleza en ti:
El descubrimiento más importante de tu vida.
© María del Mar García.