La guerra Carlista (Ramón María del Valle-Inclán)

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Obra monumental publicada entre 1908 y 1909. Esta trilogía, compuesta por los libros “Los Cruzados de la Causa”, “El Resplandor de la Hoguera” y “Gerifaltes de Antaño”, representa una de las cumbres de la narrativa histórica en la literatura española. Valle-Inclán, con su estilo inconfundible y su maestría en el lenguaje, nos transporta a la turbulenta época de las guerras carlistas, un período crucial en la historia de España.

Contexto histórico

Las guerras Carlistas

Las guerras carlistas fueron una serie de conflictos civiles en España que se produjeron en el siglo XIX y tuvieron profundas consecuencias políticas, sociales y económicas. Estas guerras enfrentaron a los carlistas, seguidores de Carlos María Isidro de Borbón y sus descendientes, con los isabelinos, partidarios de Isabel II. Los carlistas defendían una monarquía absolutista y tradicionalista, mientras que los isabelinos apoyaban una monarquía constitucional y liberal.

La primera guerra Carlista (1833-1840)

La Primera Guerra Carlista, la más relevante y la que inspira la trilogía de Valle-Inclán, se desencadenó tras la muerte de Fernando VII en 1833. Fernando VII, antes de su muerte, derogó la Ley Sálica mediante la Pragmática Sanción de 1830, permitiendo que su hija Isabel, que aún era una niña, lo sucediera en el trono bajo la regencia de su madre, María Cristina. Este acto fue rechazado por los carlistas, quienes defendían el derecho de Carlos María Isidro, hermano de Fernando VII, a heredar el trono.

El conflicto no solo fue una disputa dinástica, sino también un choque entre dos visiones opuestas de España. Los carlistas representaban a los sectores más conservadores de la sociedad española, incluyendo gran parte del clero, la aristocracia rural y campesinos tradicionalistas. En contraste, los isabelinos, o liberales, contaban con el apoyo de la burguesía urbana, los intelectuales y sectores del ejército que defendían las reformas y la modernización del país.

La guerra se extendió principalmente por las regiones del País Vasco, Navarra, Cataluña, Aragón y el Maestrazgo. Fue una guerra caracterizada por su brutalidad, con numerosas guerrillas y enfrentamientos sangrientos. Algunas de las figuras más destacadas de este conflicto fueron Tomás de Zumalacárregui, un brillante estratega carlista, y Baldomero Espartero, un general liberal que jugaría un papel crucial en la derrota carlista. El conflicto tuvo un alto costo humano y económico, dejando al país devastado. La victoria final de los liberales en 1840 permitió a Isabel II mantener el trono, pero la paz resultante fue frágil. Las tensiones entre carlistas y liberales continuaron, y el conflicto resurgió en dos ocasiones más, con la Segunda Guerra Carlista (1846-1849) y la Tercera Guerra Carlista (1872-1876).

Durante este periodo, España estaba inmersa en un proceso de profunda transformación. La muerte de Fernando VII y la guerra carlista coincidieron con el inicio de la Revolución Industrial en Europa, que traía consigo cambios económicos y sociales significativos. En España, sin embargo, el progreso industrial fue lento y desigual, exacerbando las diferencias entre las regiones más desarrolladas y las más tradicionales.

El siglo XIX también fue testigo de la proliferación de movimientos liberales y nacionalistas en Europa, que buscaban redefinir las estructuras de poder y la identidad nacional. En España, este ambiente de cambio y conflicto se reflejó en la lucha entre los carlistas y los liberales. La guerra carlista puede ser vista como una manifestación de la resistencia de los sectores más tradicionales y conservadores ante las inevitables transformaciones que la modernidad traía consigo.

La primera guerra carlista no solo tuvo un impacto profundo en la política y la sociedad españolas, sino también en su cultura y literatura. Escritores y artistas se inspiraron en estos eventos para reflejar las tensiones y los dilemas de su tiempo. En la literatura, además de Valle-Inclán, otros autores como Benito Pérez Galdós en sus “Episodios Nacionales” también exploraron este periodo histórico, aportando diversas perspectivas y enriqueciéndolo con sus narrativas.

Ramón María del Valle-Inclán, con “La Guerra Carlista”, se inserta en esta tradición de utilizar la novela histórica como un medio para explorar y criticar las realidades sociales y políticas de España. Su enfoque esperpéntico y su uso de un lenguaje rico y arcaico le permiten no solo recrear la época con gran detalle, sino también ofrecer una crítica mordaz de los excesos y las contradicciones del carlismo y del liberalismo.

Comprender el contexto histórico de “La Guerra Carlista” es fundamental para apreciar plenamente la riqueza y complejidad de la obra de Valle-Inclán. Las guerras carlistas no solo fueron un conflicto dinástico, sino también una batalla entre visiones opuestas de la sociedad española, entre tradición y modernidad, entre absolutismo y liberalismo. La trilogía de Valle-Inclán nos invita a reflexionar sobre estos temas, ofreciendo una visión profunda y crítica de uno de los periodos más turbulentos de la historia de España.

Análisis Literario

Estilo y técnica.- Valle-Inclán emplea en “La Guerra Carlista” un lenguaje barroco, lleno de arcaísmos y expresiones populares, que dota a la narración de una autenticidad y una riqueza lingüística extraordinarias. Su estilo, a menudo calificado como esperpéntico, exagera y deforma la realidad para revelar sus aspectos más grotescos y absurdos, ofreciendo una crítica mordaz de la sociedad de su tiempo.

Estructura y personajes.- La trilogía se compone de tres novelas. Aunque independientes, forman un todo coherente y orgánico. En “Los Cruzados de la Causa“, Valle-Inclán presenta a los personajes y el contexto de la guerra. “El Resplandor de la Hoguera” se adentra en las batallas y las intrigas, mientras que “Gerifaltes de Antaño” cierra la saga con una reflexión sobre el destino de los personajes y la causa carlista. Los personajes, tanto históricos como ficticios, están magistralmente delineados. Desde el carismático y trágico Juan Manuel de Montenegro hasta el cruel y fanático Cura de Santa Cruz, todos ellos reflejan la complejidad humana y los conflictos internos de los individuos atrapados en el torbellino de la guerra.

Entre las temáticas principales de “La Guerra Carlista” destacan la lealtad y la traición, el honor y la corrupción, así como la lucha entre tradición y modernidad. Valle-Inclán no se limita a narrar los hechos históricos, sino que los utiliza como un espejo para reflexionar sobre la condición humana y la sociedad española. El autor emplea una imaginería rica y variada, cargada de simbolismo. La naturaleza, en particular, juega un papel crucial, reflejando los estados de ánimo de los personajes y los giros del destino. Los paisajes gallegos, con sus montañas y bosques, se convierten en testigos mudos de la violencia y el sufrimiento humano.

“La Guerra Carlista” es una obra fundamental para comprender no solo un período clave de la historia de España, sino también la evolución de la narrativa española del siglo XX. La trilogía de Valle-Inclán ha sido objeto de numerosos estudios críticos y sigue siendo una fuente de inspiración para escritores e historiadores.

© Redacción Historiar. Valentín Castro


En 1872 Carlos de Borbón y Austria-Este, llamado Carlos VII por sus adeptos, entró en España para ponerse al frente de las partidas sublevadas contra el rey Amadeo de Saboya, dando inicio a la tercera guerra carlista. Aunque la incursión fue un fracaso, la proclamación de la Primera República en 1873 dio alas a sus partidarios y el conflicto se extendió por todo el norte de la península; no concluyó hasta 1876 con la victoria de las tropas del nuevo rey Alfonso XII. Valle-Inclán, de familia carlista y durante muchos años defensor de «la Causa», dedicó a ella entre 1908 y 1910 tres novelas breves  ̶ Los cruzados de la causaEl resplandor de la guerra y Gerifaltes de antaño ̶   y dos relatos  ­̶ Una tertulia de antaño y La corte de Estella ­̶  donde quiso representar la guerra en toda su complejidad, partiendo del protagonismo del pueblo. Con una formidable documentación, mezcló personajes históricos y ficticios que, a veces «lobos», a veces «niños», destilan «la ingenua y bárbara fragancia de un cantar de gesta»: guerrilleros fanáticos o cautos, militares leales o indolentes, nobles en decadencia, mendigos heroicos… El curso de la guerra, irreductible a una línea cronológica convencional, se refleja a través de una narrativa que ensaya una nueva y moderna  ̶casi vanguardista ̶  forma épica, basada en lo múltiple y fragmentario y ajena a toda conclusión. Leído hoy, el ciclo de La guerra carlista, que aquí presentamos en una nueva edición a cargo de Ignacio Echevarría, resulta revelador porque ofrece además un cuadro histórico de la España tradicionalista que llega a nuestros días.

Autor:

Ramón José Simón Valle Peña (futuro Ramón María del Valle-Inclán) nació en 1866 en Vilanova de Arousa (Pontevedra), hijo de un funcionario y periodista liberal; su madre, Dolores Peña, era de una familia terrateniente tradicionalista. Estudió Derecho en Santiago de Compostela, pero no terminó la carrera. En 1888 empieza a colaborar en prensa, en España y en México, donde pasó un año. Publicó su primer libro, Femeninas, en 1895, año en que se traslada a Madrid, donde empieza a frecuentar los círculos literarios y debuta como actor en una obra de Jacinto Benavente. En 1899 una riña de café que llevó a la amputación de su brazo izquierdo frustró su carrera en los escenarios, pero no como autor, pues ese mismo año se estrenó su primera obra teatral, Cenizas. Entre 1902 y 1905 publicó las cuatro Sonatas que luego se unificarían con el título de Memorias del Marqués de Bradomín, uno de los máximos exponentes de la prosa modernista en España. En 1907 estrena la primera de sus «comedias bárbaras» de tema gallego, Águila de Blasón, a la que seguirían –aunque no fueron representadas– Romance de Lobos (1908) y Cara de Plata (1922); Divinas palabras (1920), no estrenada hasta 1932, también puede considerarse dentro de esta corriente. En 1910, con su mujer, la actriz Josefina Blanco, y la compañía de esta, emprende una gira por Latinoamérica. Entre 1908 y 1910 publica las novelas que conforman La guerra carlista, correlato literario de su adhesión al Partido Carlista y a la Comunión Católico-Monárquica, de los que se distanció al principio de la Primera Guerra Mundial. A partir de entonces su obra se centra en una visión, entre la tragedia y la farsa, de la realidad hispánica, que da pie a los «esperpentos» en teatro –Luces de Bohemia (1920), la trilogía Martes de Carnaval (1921-1927)– y a novelas que tuvo que publicar a sus expensas, como Tirano Banderas (1926) y la inacabada serie de El ruedo ibérico (1927-1932). Fue director de la Academia Española de Bellas Artes de Roma de 1933 a 1936, año en que moriría en Santiago de Compostela.

© Alba Editorial

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