Diversos mecanismos, formas y lugares han permitido la organización de la reacción machista en internet y han monetizado el acoso y la polémica.
Antes de hablar de machismo en internet es necesario recalcar una cuestión básica pero imprescindible: no existe el mundo digital como algo externo al mundo analógico. No hay un espacio virtual autocontenido y otro espacio que sea la realidad.
Ningún fenómeno humano es ajeno a las reglas creadas por la propia humanidad. El nacimiento de internet tuvo unas características específicas, y el desarrollo de las tecnologías que usamos se lleva a cabo con la óptica de quien las crea, lo cual significa que su visión del mundo, sus sesgos y prioridades les acompañan. Aunque el ciberutopismo de los años 90 nos vendía que en la red podríamos ser cualquier cosa, pronto se comprobó que internet no iba a solucionar mágicamente las diferencias estructurales que llevaban años acompañándonos.
Sí, en internet podías fingir e interpretar un papel diferente al que te asignaban, pero eso no significaba que la realidad cambiase automáticamente. Igual que pasa ahora, con el advenimiento de la web3, sus apologetas defienden que la tecnología solucionará todos nuestros problemas, a la vez que en sus recién nacidos metaversos tienen que enfrentarse a las viejas situaciones de acoso.
En los albores de la popularización de internet ya existía un ambiente hipermasculinizado y hostil. La publicidad del sector tecnológico estaba dirigida a cultivar la identidad friki, de una masculinidad aparentemente subalterna, que encontraba refugio en primitivos foros y portales donde compartía sus aficiones, consideradas todavía un poco contraculturales por aquel entonces. Las célebres reglas de internet establecían que “no había chicas en la web”, o que, en el caso de que las hubiera, “más les valía enseñar las tetas para demostrarlo”.
Estos preceptos ponían en relieve el monopolio de la normalidad que ostentan los hombres. El origen de los mismos se suele atribuir a 4Chan, uno de los foros angloparlantes más importantes en su momento y cuna de conceptos y artefactos que van desde Anonymous a los memes o el troleo. La participación en 4Chan se hacía siempre de forma anónima y, como en tantos otros foros, tras los avatares se daba por hecho que siempre había varones, pues la experiencia masculina siempre se presenta como universal. La cosa, sin embargo, fue cambiando y la palabra escrita fue perdiendo importancia frente a la imagen, permitiendo que otras identidades se hiciesen visibles y dando poco a poco de lado la asunción del masculino como lo neutro. Es entonces cuando se empieza a organizar una reacción machista… SEGUIR LEYENDO
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