Texto: Iris César Del Amo
¿Cómo viviríamos la sexualidad sin un contexto en que nos dicen cómo debemos ser, qué debemos hacer y sentir, qué comportamientos son los adecuados y cuáles no? La película ‘Pobres criaturas’, de Yorgos Lanthimos, propone un personaje femenino que experimenta, aunque lo hace con la impronta de la mirada masculina.
“El cuerpo no es una cosa, es una situación: es nuestra comprensión del mundo y el boceto de nuestro proyecto”. Simone de Beauvoir
He visto Pobres criaturas y tengo sentimientos encontrados. Pobres criaturas es compleja, es desagradable y es, sin duda, feminista. Representa un mundo precioso lleno de colores vivos y tul, pero también de violencias explícitas e implícitas. Pero el argumento absoluto es ver cómo se comporta una mujer fuera del patriarcado. El efecto resulta chocante e insólito porque lo que vemos es una mujer libre.
Se ha hablado mucho de las escenas de sexo de la película y de su componente erótico esencial para el guion y para el crecimiento del personaje y, aunque la peli no va solo de sexo, hay tantísima sexualidad que surge el debate. Es una reivindicación sexual, un goce y una liberación.
Bella Baxter [Emma Stone] es una mujer a la que ha revivido el científico Godwin Baxter [Willem Dafoe] y que tiene la edad mental de un bebé de cuna. Vemos todas las fases del desarrollo: el habla, la exploración del mundo, la reivindicación de la individualidad, el entendimiento del funcionamiento de la sociedad en forma de conciencia de clase y justicia social, la adultez.
En la infancia todo es investigación y aprendizaje sin tener muy claro dónde se encuentran los límites. Bella juega con la muerte como si fuera una diversión o un ejercicio de poder, como cuando las criaturas se entretienen aplastando hormigas con un dedo. Qué cruel, pensamos, pero también qué inocencia. Aún no tienen conciencia de sí mismas ni del mundo alrededor, exploran en un tiento por saberse a sí mismas y al exterior.
Durante toda la peli y según sigue madurando mentalmente, lo que está claro es que Bella es hipervaliente hasta la envidia, pero eso viene de un sitio. En todo momento la relación padre-hija refleja una crianza respetuosa, dando libertad sin crear miedos. Y así, a Bella no le asusta arriesgarse y experimentar porque nadie le ha enseñado a tener miedo, nadie le ha generado inseguridades que la coarten en su sentido de la exploración del mundo. Hay que experimentar muchas cosas, en eso estamos de acuerdo. Para mí ese es el fin. Pero, tal y como le dicen a Bella, no solo hay que vivir cosas buenas, también es necesario experimentar cosas malas que te hagan madurar o te convertirás en una criatura caprichosa. Y eso es esencial: la protección sin sobreprotección…SEGUIR LEYENDO
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