Cuentos completos – Roberto Arlt

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El caso de Roberto Arlt en la literatura es bastante especial, pues cultivó prácticamente todos los géneros: novela, relato, teatro, crónica de viajes, y periodismo (además de, algo ciertamente inusual, una poco conocida faceta de inventor fallido). De todos esos géneros el que quizá lo hizo más popular en Argentina, fue la serie de crónicas que publicó bajo el título de Aguafuertes porteñas. Creo que la faceta más difundida actualmente es la de novelista gracias, sobre todo, a Los siete locos y a su continuación, Los lanzallamas. Aunque no pase desapercibida, creo que su labor como cuentista es la más desconocida y, en mi opinión, la más valiosa de este singular escritor. Un amigo de Roberto Arlt dijo en una ocasión de él que desde que lo conoció en la escuela «tragaba libros y vomitaba cuentos«. Su amigo no hablaba en vano, pues a lo largo de su vida Arlt escribió más de setenta relatos que fueron publicados en dos volúmenes diferentes: El jorobadito y El criador de gorilas.

Los temas que trata Roberto Arlt en sus relatos suelen rozar el terreno de lo escabroso: el masoquismo, las humillaciones, la misoginia, así como una crítica continua a lo que Buñuel llamaría «el discreto encanto de la burguesía», contra la que Arlt arremete criticando su hipocresía, y el resentimiento que, según él, es inherente a esta clase social debido a sus aspiraciones frustradas por ocupar una posición social y gozar de riqueza. Otro tema recurrente en Arlt es el de los personajes marcados física o psicológicamente con algún tipo de tara.

En cuanto a su estilo, al escritor siempre se le ha criticado por su aspecto tremendista que, además, jamás trató de pulir adornándolo con un lenguaje refinado o revestido de palabras que suavicen los argumentos de sus historias. A Roberto Arlt le interesaban las tramas y sus personajes con toda su crudeza, y en ese sentido, siempre logró mantenerse fiel a sí mismo. De hecho, él mismo advierte en el prólogo de El jorobadito que se trata de “un libro trabajado por calles oscuras y parajes taciturnos, en contacto con gente terrestre, triste y somnolienta” y donde “los seres humanos son más parecidos a monstruos chapoteando en las tinieblas que a los luminosos ángeles de las historias antiguas”.

El jorobadito consta de nueve cuentos cuya temática es, como ya se ha adelantado, la culpa, la humillación, la moral burguesa y la misoginia, ésta última abordada desde la perspectiva del hombre casado que debe renunciar a desarrollar su personalidad para sucumbir al convencionalismo y dedicarse en cuerpo y alma a mantener a su familia. Esta temática aparece en cuatro de los nueve cuentos: “El jorobadito”, “Ester Primavera”, “Una tarde de domingo” y “Noche terrible”, en los que se pueden leer frases como esta: «Casarse es una forma de suicidarse. Y yo no estoy dispuesto a morir.» O esta otra: «Todos somos hombres buenos. Pero de cada uno de nosotros se burla alguna mujer.»

La luna roja” y “El traje del fantasma” son cuentos que abordan el género fantástico. En “La luna roja” asistimos a un juicio final en donde desfilan hombres junto al resto de los animales, todo ello bajo una luna ensangrentada.

Pequeños propietarios” tiende más bien al estilo de la crónica, estilo que ya usó e sus conocidas Aguafuertes porteñas, en el que trata de referirse a los problemas más cotidianos donde la lucha por la vida se centra en el aspecto materialista por conseguir dinero.

Escritor fracasado” es un largo relato en el que Arlt se lamenta de la suerte de aquellos que aun siendo escritores con talento son denostados por los críticos literarios.

Las fieras” explora el inframundo de la sociedad argentina, con prostitutas, delincuentes y gentes de mal vivir como protagonistas del relato.

En cuanto a los relatos de El criador de gorilas surgen de un viaje de Roberto Arlt a España y Marruecos. Si bien recorrió España de norte a sur y recorrió la mayoría de sus regiones, Arlt quedó mucho más impresionado por el exotismo de Marruecos, que tal vez le recordó a las legendarias historias de las Mil y una noches. De este modo las aldeas del Rif, las ciudades de Tánger, Tetuán o Fez, con sus bazares, sus calles laberínticas, sus mezquitas y sus costumbres tan diferentes dejaron una huella evidente, pues la mayoría de los cuentos que componen este libro provienen de sus experiencias por el norte de África. Tal vez recubierto de todos los tópicos posibles, Roberto Arlt no escatima en describir en sus relatos todos los elementos de ese exotismo que tanto le fascinó: los habitantes de las ciudades vestidos con chilabas y calzados con babuchas, las mujeres cubiertas con un velo y los hombres con turbantes, las llamadas a la oración desde los minaretes, los encantadores de serpientes, y todo el folklorismo asociado a ese mundo.

Todo ello lo recoge Arlt en sus cuentos y lo desgrana, utilizándolo para construir historias de terribles venganzas o de cruentos asesinatos. En el relato que da título al libro, Arlt se traslada al Congo para hacer morir al protagonista devorado por las termitas. En otro relato nos habla de temibles tribus caníbales que habitan en la África más profunda. Venganzas, castigos y deshonor son otros temas tratados recurrentemente en varios de estos cuentos. La búsqueda de una flor mítica, la orquídea negra, la terrible enfermedad del sueño que afecta a personas, la existencia de plantas y de animales que parecen devorarlo todo se relatan de una forma inquietante que en absoluto puede pasar desapercibida. En el cuento “Rahutia la bailarina” Arlt hace una rara concesión al amor como una forma de redención, pese a lo cual, sus cuentos permanecen fieles a un estilo muy particular, un estilo ágil, directo, cruel, un estilo que reniega del afán ampuloso y que parece más cercano a la simple eficacia periodística, con argumentos plagados de destellos geniales.

© Jaime Molina. Todos los derechos reservados (Cicutadry)

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