—Atención, habla el comandante. Computadora astrogadora, ¿Cómo van esos cálculos? ¿Puedes resumir en un lenguaje comprensible los datos y formular una predicción sobre la trayectoria del viaje de vuelta?
—Consulto primero mi marcador electrónico de tiempo. En términos no concluyentes, podría asegurar que nos faltan todavía 01:14:29 periodos «standard» para llegar definitivamente a nuestro destino.
—A nuestra casa por fin.
—Sin embargo, hay noticias amenazadoras comandante. Hemos detectado con un noventa por ciento de certidumbre, que la constante espaciotemporal es demasiado extraña para establecer predicciones con exactitud. Desde la última vez que estuvimos por aquí, se han producido modificaciones en la organización local del espacio. Nuestros antiguos mapas estelares, aunque suficientes, resultan ahora poco operacionales. Por lo tanto, estamos llevando a cabo cambios automáticos en la trayectoria.
—Aquí comandante. Con tantos cambios de dirección, ¿Hay alguna novedad? ¿Marcha todo bien en el vehículo?
—Aquí nave nodriza dirigiéndose a comandante. Recomiendo tener cuidado de no acercarnos demasiado a uno de estos agujeros artificiales detectados en la materia. Podríamos caer dentro de su alcance. Las consecuencias serían desastrosas para nosotros. Todo se encuentra terriblemente deformado desde la última vez que seguimos esta ruta.
—¿Y tú qué dices, computadora?
—Nada grave en general, comandante, pero hace unos pocos lapsos de tiempo advertí que justo en la trayectoria prevista se presentan bastantes escollos en la distribución local del espacio. Los escollos en sí no son demasiado importantes, pero sí fastidiosos. Si no se desea poner en riesgo la integridad del vehículo, sería necesario volver a programar una nueva trayectoria. ¿Deseas autorizar y dirigir esa variación?
—Afirmativo. En cuanto estén listas las variaciones, mantenme informado. Yo mismo dirigiré la trayectoria de modo manual.
—Para llevar a cabo el cambio de rumbo, he advertido que hay una zona libre de obstáculos siderales que podría ser utilizada sin inconvenientes.
—Aquí comandante: Utilizaremos esa ruta alternativa.
—Nos encontramos ahora en el inicio previo al sector problemático. ¿Deseas utilizar el mando manual para dirigir el salto espacial?
—Desde luego, pon el control en mis manos —ordenó con seguridad.
—Aquí nave nodriza, concluido el salto con éxito, estamos de nuevo en el camino a casa. La computadora astrogadora trabajó muy bien trazando este complejo itinerario alternativo. Ahora se puede destacar que el camino que seguimos en este momento parece muy seguro.
—De acuerdo, entendido. Bien, esperemos que no surjan más inconvenientes. Después de todo lo que hemos pasado, tengo ganas de llegar a casa. Hemos sufrido demasiado tiempo exiliados allí; en ese lugar infame del que es mejor no acordarse.
—¡Eh! ¡Eh! ¡Eh!
—¡Atención comandante! ¡Atención comandante! Aquí nave nodriza. Se ha producido una detección de fuertes señales sónicas dirigidas hacia nosotros. Por ahora no sabemos si pueden provenir de una fuente hostil o no. Es posible prever algún problema o retraso en nuestra señalada trayectoria.
—Detecta el origen de la fuente de las señales y dirige hacia ella el mayor número de sensores. Pero no aminores el avance.
—¡Oye! Andrés, Andrés.
— El origen de las señales se encuentra a popa, es un objeto dirigido, se acerca con rapidez, cuenta con mayor velocidad angular que la que nosotros poseemos para poder evitarlo, por lo menos en el modo actual de propulsión sin saltar a escape. Pero dadas los eventos de la ruta podría ser desaconsejable y peligroso. El contacto físico es inminente. Ya he completado el examen visual y sonoro ¿Qué acción debemos emprender: evasión, aumento de la velocidad de los propulsores, ¿Ataque indiscriminado?
—Afirmativo. En cuanto estén listas las variaciones, mantenme informado. Yo mismo dirigiré la trayectoria de modo manual.
—Aquí comandante. Utilizaremos esa ruta alternativa de escape.
— Emprende acción evasiva, debemos evitar ser desviados de nuestro destino hacia casa.
—Atención comandante aquí computadora astrogadora, los cálculos son concluyentes, es demasiado tarde, viaja muy rápidamente, está casi encima de nosotros, se encuentra maniobrando directamente para efectuar un abordaje. La opción más oportuna podría ser un ataque indiscriminado repentino y contundente. Recomiendo una acometida fulminante y repetida con los dos artefactos de proa sobre la dúctil superficie del sistema de control del objeto extraño.
—Aquí comandante, no, no realices ninguna actividad que pueda resultarnos perjudicial para alcanzar nuestro objetivo. Ya lo he identificado y sé lo que es más apropiado para proceder con él, habrá que improvisar una nueva táctica.
—Comandante, el análisis de la información demuestra que está tocando ya nuestro casco.
—Atención retrocohetes a máxima potencia ¡Detén la marcha de la nave! Silencio táctico a toda la tripulación.
—Por poco no te alcanzo… ¿Dónde vas tan deprisa? ¿Es que no me conoces, Andrés?
—¡Hombre, Pedro! Claro que sí te conozco. ¿No te iba a reconocer después de tantos años juntos en la Universidad y las de veces que hemos ido a bailar a la discoteca en aquellos tiempos?
—Me alegro de que te acuerdes. Te he visto desde la parada del autobús de la acera de enfrente, te he gritado para que me vieras, pero has pasado como una flecha.
—Voy un poco despistado, me encontraba sumido en mis propios pensamientos y no te oí.
—No pasa nada, lo importante es que te encuentres bien.
—Bueno, ya estoy mejor.
—Hace mucho que no sé de ti. Que no te veo por el barrio.
—Es que últimamente estuve viviendo en otro lugar —dijo con un poco de disgusto—. Está muy lejos, varios kilómetros marchando por la orilla de la autovía, pero ya he llegado a la ciudad y me voy para mi casa, he venido caminando en vez de tomar el autobús necesitaba estirar un poco las piernas.
—Cuando dices que has estado viviendo fuera ¿es que hablas del psiquiátrico? ¿no Andrés? Ya sabes que estoy al tanto de todo lo que te ha pasado, a ti y a tu familia, lo sé por tu hermana que siempre está preocupada por ti.
—Si, ya veo que todo el mundo sabrá, o creerá saber, lo que me ha pasado. ¿Debo reconocer, Pedro, que vengo del centro de internamiento de salud mental?
—Entonces es que te encuentras bien.
—Naturalmente, cosa de una depresión, a cualquiera le puede pasar, ¿verdad?
—Sí, sí, de eso nunca podemos decir que… Por cierto, ¿Te apetece ahora una cervecita para celebrar nuestro encuentro?
—Mira, perdona, me duelen los pies. Ahora me voy a mi casa, que es donde más a gusto puedo estar, quizá en otra ocasión. Compréndelo, me acaban de dar el alta. ¿Sabes? Hace casi un año que no recorría estas calles. Es emocionante volver a ellas, pero apenas se puede andar en medio de tantas zanjas y hoyos de las obras públicas.
—Y que lo digas, este ayuntamiento tiene levantada media ciudad. Supongo que verás muchas cosas nuevas a partir de ahora. Ummm, una cosa te quería preguntar… ¿Sigues todavía con esas cosas raras, esas visiones? Tú ya me entiendes…
—Pedro he recibido una magnífica terapia, de los mejores profesionales en su especialidad. Los doctores Angulo y Banister, dos eminencias en estos casos; se interesaron personalmente en mi situación. Si no estuviera completamente recuperado, ¿crees que habrían suspendido el tratamiento con fármacos y me hubieran dado el alta?
—No. Desde luego, se te ve mucho mejor, bastante repuesto. Ahora pareces muy normal.
—Bueno, entonces me voy a mi casa, no estoy acostumbrado a caminar durante tanto tiempo. No sabes lo que me apetece encerrarme dentro de mi casa, poner mi música, charlar por el chat y leer todo lo que tengo acumulado, que es muchísimo.
—Aunque no lo creas comprendo perfectamente todo lo que has soportado. Pero tampoco te pases, no te encierres, acuérdate de que hay muchos amigos que te han echado de menos y que quieren verte ya curado. Así que cuando puedas acércate al bar Veleta donde solemos reunirnos. ¿Por qué podrás beber? ¿no? —Pedro al decir esto se retiró unos centímetros para poder ver la cara a su antiguo compañero.
—Si hombre no te preocupes. Lo que dices lo tengo clarísimo. Me alegro de haber charlado contigo, venga, hasta pronto. Dentro de unos días ya un poco más descansado me daré una vuelta por donde siempre. Hasta luego.
—No pasa nada, lo importante es que te encuentres bien.
—Bueno, ya has visto que estoy mejor.
—¡Adiós Andrés! —señaló Pedro no demasiado convencido.
—Atención comandante, aquí la nave nodriza, me estoy situando de nuevo en la trayectoria hacia casa ¿Cómo ha resultado el contacto?
—Aquí comandante: ¡Mueve rápido el culo! Sin forzar los generadores conecta los impulsores iónicos 2 y 4 y haz que funcionen a plena velocidad; sácanos de aquí de una puñetera vez.
—¿Cómo ha ido la estrategia de distracción?
—Todo ha salido satisfactoriamente, he encontrado una pequeña resistencia inicial en el vehículo alienígena, parecía sospechar algo. A pesar de eso he podido superar fácilmente todos los obstáculos que me ha puesto, no era un gran enemigo. Vuestro mutismo radioeléctrico me ha ayudado a poder concentrarme en la acción de despiste.
—Aquí computadora astrogadora ¿Crees que se lo ha tragado?
—Aquí comandante… ja,ja,ja…: Totalmente.
© Rafael Casares
Una narrativa donde expresa, de forma fácil su lectura pero meticulosamente bien engarzadas las palabras, el mundo interior del autor, donde puede expresar diferentes mundos a la vez, de forma muy natural y muy bien combinada.
gracias
Me ha gustado mucho este pequeño relato, pues, en parte me ha recordado algunos momentos de la infancia cuando iba al colegio y cogía una piedra y me inventaba que estaba sobrevolando un planeta lleno de misterios.
La fantasía y la imaginación nunca nos han de abandonar, pese a que los paisajes de la infancia queden ya lejanos
Gracias por tu trabajo Rafael.
Gracias por tus palabras Mario a mi me pasaba igual en la infancia y en la adultez también. Lla metaficción no es algo inventado sino una reinterpretación de nuestra verdadera realidad. Un abrazo cósmico.
Relato pleno de imágenes visuales muy bien logradas, casi pude sentí estar en la nave y vivir las peripecias a las que se enfrenta.
Pues muchas gracia Daniela, que buen cumplido, eso es lo que yo quería que vivieses, para mi los lectores de metaficción deben sentir las aventuras de sus personajes, que son en realidad metáforas de una realidad múltiple humana y universal. En el caso de este relato es Andrés una alma cándida y segura de sí misma, como si fuese algo que ocurre en una parte del propio lector. Un abrazo