Parece que Sofonisba Anguissola fue la primera mujer en autorretratarse en el Renacimiento, como hicieron algunos hombres, entre ellos Durero, Miguel Ángel y Rafael. Ella, una pintora italiana que vino a la corte de España en tiempos de Felipe II, se inmortalizó a sí misma al menos en trece ocasiones, en diferentes edades y épocas de su vida, desde joven hasta anciana, bien tocando instrumentos musicales, leyendo un libro o pintando.
Los primeros autorretratos femeninos de que tenemos noticia datán de la antigua Roma, dice Plinio el Viejo que la famosa pintora Jaia (S. I a.C.) se pintó a sí misma con ayuda de un espejo. Pero el autorretrato femenino más antiguo que conocemos pertenece a una monja y se encuentra en un homiliario alemán del siglo XII. Ya en el Renacimiento tenemos el de Sofonisba, la primera pintora conocida por sí misma, es decir, que no pertenecía a una familia de pintores.
Nacida en la Lombardía, en Cremona, ca. 1530-1532, sus padres, Almilcare Anguissola y Bianca Ponzone, formaban parte de la pequeña nobleza. La madre murió muy joven y el padre se ocupó de la formación intelectual y artística de sus hijos, pero lo más curioso es que animó a todas sus hijas a estudiar, algo poco frecuente entonces. Sofonisba se formó en pintura con Bernardino Campi y con Bernardino Gatti. El gran Vasari confirmó la preparación de la muchacha en dibujo y pintura. Luego marchó a Roma donde recibió clases de Miguel Ángel, después viajó a Milán para retratar a los cortesanos. Gracias al duque de Alba y al duque de Sessa -a la sazón gobernador de Milán- llegó a la corte de Felipe II en 1559.
En Madrid ejerció como dama de compañía de la reina Isabel de Valois a quien pintó e inició en la técnica de la pintura. Sofonisba no fue profesional en el sentido de firmar su obra y recibir una contraprestación por su trabajo, su pertenencia a la nobleza se lo impedía, su oficio, digámoslo así, era ejercer como dama de honor de la reina. También realizó el retrato más conocido del rey, que hasta hace poco se atribuía a Juan Pantoja de la Cruz (según aparece en el inventario del Alcázar de Madrid de 1686). No fue hasta la exposición titulada «Alonso Sánchez Coello y el retrato en la corte de Felipe II» (en el Museo del Prado en 1990) en que se pudo examinar y se determinó la autoría de la pintora. Lo mismo sucedió con el cuadro Isabel de Valois sosteniendo un retrato de Felipe II, que también se atribuyó a Pantoja de la Cruz.
En España residió al menos dieciséis o dieciocho años y aquí casó, ya con treinta y ocho −algo tardío para la época−, según unos con Francesc de Moncada, hijo del virrey de Sicilia, según otros con Fabricio de Moncada, hermano del dicho virrey. Diez años después de quedar viuda de su primer marido casó con un noble genovés, Orazio Lomellino, y vivió entre Génova, Pisa y Palermo. Falleció ya nonagenaria en esta última ciudad, en 1625 o 1626.
Pintó al menos hasta los noventa años, en que tuvo que dejar de hacerlo a causa de sus problemas de visión. En Palermo la visitó Van Dyck, en 1624, que la retrató en su cuaderno de viaje, muy anciana. Van Dyck afirmó: “He recibido más luz de una ciega que de todos mis maestros”. Dijo de ella que conservaba un genio sutil y era capaz de discutir aún de pintura.
Para saber más:
Mercedes Valdivieso, «El autorretrato femenino en Occidente», en Mercedes Vilanova (ed.), Pensar las diferencias, Barcelona, 1994, pp. 97-124.
Antonio Hernández Coll, “Sofonisba Anguissola: yo pintora”, en Clío, núm. 11 (Especial Renacimiento), 2011, pág. 112-113.
D. G. L., “Anguissola, Sofonisba”, Enciclopedia. Voz, Museo del Prado, en https://www.museodelprado.es/aprende/enciclopedia/voz/anguissola-sofonisba/949e390c-13b0-429d-99c9-2b98f2e89a32
© Ana Morilla. Enero 2024. Todos los derechos reservados
Imágen:
A partir del óleo de Sofonisba Anguissola, Autorretrato, ca. 1530-1535, Kunsthistoriches Museum, Viena.