RITOS DE PASO, UN POEMARIO IMPRESCINDIBLE

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Los libros de poesía también nos cuentan una historia, no se tratan de un conjunto de poemas puestos uno detrás de otro sin más. Así lo hace Ritos de paso, de la poeta granadina Constanza González Ferrer. ¿Y cuál es la historia nos cuenta este libro?

Constanza González Ferrer

Cuando se habla, en general, de ritos de paso, se hace referencia a esos cambios de estado que se van desarrollando a lo largo de nuestra vida. Encontramos esos ritos en el paso de la infancia a la adultez, con ritos definidos en algunas culturas (la quinceañada en Latinoamérica, ceremonias en diferentes tribus…), las uniones en pareja o el irse de casa, la jubilación, etc. Esos pasos de un estado a otro a veces son deseados, a veces no, a veces nos gustaría quedarnos para siempre en un tiempo, otras estamos siempre añorando.

Para hablar de todo esto, Constanza divide su poemario en tres partes: separación, limen y agregación.

La primera parte, SEPARACIÓN, nos habla del paso de la infancia a la edad adulta, apareciendo en ella diferentes reflexiones. Trata sobre la importancia de recordar nuestra infancia, de no perder esa inocencia, esa verdad no corrompida. También aparece el rechazo a este cambio (cuántas veces nos hemos quejado de que todo va muy deprisa, de que los niños dejan la infancia demasiado pronto). Aparece igualmente en los poemas una reflexión muy interesante sobre cómo entender este paso como un renacer y, finalmente, aparece una apuesta decidida por que el paso se produzca en su momento, no antes.

La segunda parte del libro recibe el nombre de LIMEN. Es sinónimo de umbral, ese lugar que separa dos estancias, dos lugares, y que hay que cruzar para pasar al otro lado. Es sin duda la parte más íntima y más reflexiva del poemario, la parte, me atrevería a decir, donde nuestra poeta se siente más segura, o al menos, un lugar al que hay que darle mayor importancia. En ella nos lanza muchísimas imágenes. Nos habla del umbral como lugar donde quedarse por comodidad, incluso por miedo a lo que puede haber detrás. También es el umbral una zona de descanso en nuestro camino y, por tanto, lugar de cuestionamiento, de reflexión, de pararnos a pensar de dónde venimos, hacia dónde nos dirigimos, si queremos ir a ese lugar y cómo debemos hacerlo. Nos habla de que también nuestro cuerpo es un umbral en él se van produciendo cambios a lo largo del tiempo. El umbral es igualmente un lugar de contraseñas, de pistas sobre los que nos espera, aunque, en muchas ocasiones, no sabemos descifrarlas. A él llegamos con toda nuestra historia, y con las historias de todos los que nos rodean. Si antes se planteaba que el umbral es un lugar de miedo ante lo que se viene, también es un lugar de deseo de lo que hay detrás. Aparece así mismo como una atalaya, un puesto de vigilancia desde donde divisar lo que hay y lo que necesitamos para continuar el camino. Es el lugar donde entra la luz de afuera con la intención de purificarnos, de convencernos de seguir adelante. Es también lugar para la memoria, para retener nuestros recuerdos. Una idea muy bonita es la del umbral como comunidad, ese lugar donde compartimos con otros las mismas emociones. Pero no puede ser eterno, finalmente debe cruzarse. Finalmente, aparece el umbral como hogar de caminantes, como una fonda, donde la poeta se ofrece a cuidar de todos a su paso.

En la tercera parte, AGREGACIÓN (El regreso), nos plantea la poeta la idea del final de nuestro viaje como un regreso, como un espacio en el que reflexionamos sobre nuestro ciclo vital, sobre lo que ha de ser realmente importante. Al principio nos lanza la idea de que imaginamos lo que hay más allá del umbral, el futuro, según nos han contado o vendido, sin saber que la tierra prometida hay que trabajársela. Continúa con la máxima de regresar siempre a la infancia, a la inocencia, a la felicidad. La adultez es inhóspita. Hace referencia a todos los suelos que pisamos a lo largo de nuestra vida, como una metáfora, donde solo la infancia es de hierba. Nos habla de la meta como regreso, de volver a lo puro, a lo importante, a lo emocional. Otra idea interesante es la de la necesidad de que alguien nos espere a nuestro regreso y nos acoja sin hacernos preguntas.  No hay que regresar de vacío, hay que regresar con lo que hemos aprendido y tomado de los otros. Hace referencia a nuestra transformación como algo vital, si no hay cambios, si no hay evolución, no habrá regreso. También nos hace una advertencia: el azar es como una flor que puede despistarnos e impedirnos regresar. Vuelve a hablarnos de la importancia de la comunidad, pero solo en aquella que merece la pena, aquella que vive con intensidad. El último poema nos remite al último umbral, el último rito de paso, un rito sagrado, compartido, en el que todos ansiamos una luz, una acogida, y haber dejado algo de nosotros, algo de nuestra voz, en los que vienen detrás.

Y esta es la historia que nos cuenta este libro, una historia que a mí me ha hecho pensar sobre todo en el umbral, en cómo no le damos importancia. Pasamos de un estado a otro, de una edad a otra, de una situación a la siguiente cruzando el umbral sin detenernos. Y qué importante sería pararnos un tiempo, descansar, pensar lo que queremos y cómo poder conseguirlo. Vivimos en una sociedad de prisas, de hacer, de consumir el tiempo sin llegar realmente a disfrutarlo, sin ser conscientes de lo afortunados que somos o podemos llegar a ser.

Resulta increíble todo lo que nos puede aportar un libro de poesía, porque la poesía, en definitiva, es pura vida.

© Juan Carlos Rodríguez Torres. Diciembre 2023.

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Diplomado en Trabajo Social y Educación Social. Actualmente trabaja como Animador Sociocultural en la Casa de la Cultura de Albolote. Ha publicado tres novelas: La vida imperfecta (Novelnobel 2015, Ediciones PG 2018), Justicia invisible (Novelnobel 2016) y La maldición de Judas (Ediciones PG 2018). Publicó también dos poemarios, Tiempo de Serpientes, en 2017, con la editorial Entorno Gráfico y el Ayuntamiento de Albolote; y El diccionario del alma, en 2021, con Editorial Nazarí. Fue cofundador y subdirector de Ediciones PG, director de la revista Zubyah y redactor en la revista Solonovelanegra.

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