La historia de la represión a las mujeres gitanas

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Texto: Tatiana Romero

“A las gitanas se las ha perseguido por la venta ambulante y por el estraperlo”

La historia de la represión a las mujeres gitanas durante la Guerra Civil española y la posguerra está todavía por escribirse. Dolores Fernández ha investigado sobre ello en la provincia de Granada.

Dicen Conxita Mir y Julián Casanova en Morir, matar, sobrevivir (2004) que la sociedad que se constituyó a partir de 1939 lo hizo basada en la sospecha, el miedo y la delación al vecino. Desentramar los nudos y las relaciones de poder que existían en la sociedad franquista es fundamental para entender la repercusión de la represión en las formas de sociabilidad que perviven hasta nuestros días.

Las gitanas sufrieron una represión extra, además de por mujeres y “rojas”, por ser gitanas. Aunque los estudios sobre la historia de las mujeres durante el franquismo son cada vez más mayores, los de las mujeres gitanas siguen escaseando. “No hay apenas investigaciones sobre ellas, pero no es un fenómeno exclusivo de este período, sucede con toda la historia del pueblo gitano en España”, dice Dolores Fernández Fernández, presidenta de la Asociación de Mujeres Gitanas Romi y coautora del libro Mujeres gitanas represaliadas en la provincia de Granada durante la Guerra Civil y la Posguerra (1936-1950).

La participación de Dolores Fernández en las primeras jornadas de Historia pública sobre las prisiones femeninas del franquismo, organizadas por la Fundación Rosa Luxemburg, fue una de las intervenciones más interesantes del encuentro, porque no estamos acostumbradas a escuchar a las mujeres gitanas en estos foros; como la propia Dolores Fernández dice, “deberíamos normalizar que las mujeres gitanas han participado de la historia de España como cualquier otra persona nacida en este territorio”.

Cuando estudiaste la carrera ¿había muchas mujeres gitanas? ¿Sufriste discriminación y gitanofobia?

Mi hermana y yo fuimos las primeras en ir a la universidad de mi familia. Ya desde el colegio se nos miraba raro, estuvimos internas en un colegio privado de monjas porque mis padres se fueron a trabajar a Alemania y no podían tenernos con ellos. Al principio entrar a ese colegio fue difícil, las monjas no concebían que dos niñas gitanas estudiaran ahí, sin embargo, fueron esas mismas monjas las que pidieron a mi madre que nos permitiera continuar con los estudios universitarios, porque ella quería llevarnos a trabajar con ella a Alemania. Finalmente yo hice Magisterio y mi hermana, Derecho. Cuando empezamos no había más gitanas estudiando con nosotras y aunque no sentí gitanofobia como tal, es verdad que mis compañeras no me invitaban a sus fiestas, a salir una noche, o a su casa, ¡imagínate invitar a una gitana a tu casa! [risas]. Se notaba el rechazo, sobre todo porque estaba muy normalizado, tanto el racismo como la discriminación a los gitanos. Yo a veces me sentía hasta privilegiada cuando no se metían conmigo o me insultaban, así de normalizado estaba que agradecíamos no ser foco de ataques.

¿Cómo y cuándo se fundó la Asociación de Mujeres Gitanas Romi?

Durante la carrera ya le daba vueltas a la idea de organizarnos, leía textos de ideas libertarias, de escuelas populares gitanas y pensaba que las cosas no podían seguir así, que la educación y la formación era imprescindible para cambiar la situación de las mujeres gitanas. En los años 90 … seguir leyendo

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