Del salir a pasear, haciendo; ya sea escuchando un podcast, o música. Mirando el móvil o el reloj: cualquier excusa es perfecta, para no escuchar el ruido interno.
También, para no estar en reposo. Para sentirnos válidos, hemos aprendido que es necesario estar produciendo, pues es lo único que se valora.
Y si estás sin hacer nada, estás enfermo, o eres raro. Qué curioso, verdad?
Pero volvamos al paseo. Observo personas con móviles que son una extensión de su mano, o incluso, que está integrado.
Algunos orgullosos de su última tecnología; yo agradecida, de poder observar la belleza de lo pequeño y valioso: ver a los pájaros beber agua entre la hierba, conectar con mi cuerpo y sus sensaciones, esbozar una sonrisa a propios y extraños, que sonríen a mi perro. Y yo, recibo una cara extrañada, pues hoy en día es raro que alguien te sonría sin más, sólo por la gratitud de cruzarnos en el camino.
Busco un lugar donde apartarme, y así conectar con los árboles, con su fondo verde, que no el de la pantalla del móvil.
Me da sosiego escuchar el sonido de su silencio, que me permite conectar con ese silencio interno que me habita, y al que todos pertenecemos.
Pero da miedo, pánico, entrar ahí, pues seguramente, hay dolor acumulado. Y no te juzgo, a mí también me pasaba. Y justo ahí, donde está el dolor, la sombra, está la llave para entrar al cofre de tu magia.
Justo ahí: tan cerca y tan lejos a la vez. Por eso, te animo a conectar contigo, a escuchar los sonidos de la naturaleza, y así ir entrando en tu cajón mágico. Puede que al principio duela, pero créeme, el regalo es indescriptible:
Conectar con quién eres, y volver a caminar mirando al frente, presente, en ti. Te dará la fuerza para ver la belleza del mundo, y cuando encuentras tu magia, será fácil sentir la del mundo que te rodea, pues no es más que un reflejo de tu interior.
© Mª del Mar García. Octubre 2023.