Banned Books Week

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Esta semana se celebra en Estados Unidos la Banned Books Week, una campaña anual que, bajo el lema «¡Deja leer a la libertad!», pretende concienciar sobre los peligros de la censura. Solo en el curso 2021-22, hasta mil seiscientos libros fueron retirados y prohibidos en las bibliotecas escolares de algunos estados conservadores del país norteamericano, principalmente en el de Texas, pero también en otros como Florida, donde Ron de Santis aprobó varias leyes que prohibían tratar temas como la orientación sexual, la raza y otros contenidos considerados «no apropiados» en las escuelas.

Algunos de los integrantes de la Generación Beat frente a la librería City Lights. Lawrence Ferlinghetti se encuentra en la última fila, elevado, justo detrás de Allen Ginsberg.

Este año el evento coincide con una efeméride particular: el pasado 3 de octubre se cumplieron sesenta y seis años de una de las resoluciones judiciales que cambiaron la historia de la literatura, la del juicio por difusión de obscenidad contra Lawrence Ferlinghetti y Shig Murao (editor y librero, respectivamente, de la mítica City Lights) por haber publicado Aullido, de Allen Ginsberg.

El escritor beat, autor del poema que empieza con uno de los versos más icónicos del siglo XX («He visto las mejores mentes de mi generación destruidas por la locura»), presentó su libro en sociedad el 7 de octubre de 1955, en un recital que tuvo lugar en la Six Gallery, donde se repartieron hasta cincuenta ejemplares autoeditados que empezarían a circular por San Francisco como la pólvora.

El poema había sido inspirado, según parece, por una extraña visión: la mezcla entre las alucinaciones producidas por el peyote y los efectos ópticos originados por la niebla crearon una ilusión en la fachada del hotel Sir Francis Drake, convirtiéndola, a ojos de Ginsberg, en un monstruoso demonio devoraniños. Influenciado por William Carlos Williams y Jack Kerouac, el autor escribió este largo poema dedicado al escritor y amigo Carl Solomon, al que había conocido unos años antes en un hospital psiquiátrico, incluyendo un sinfín de referencias a la ingesta de drogas y a la homosexualidad. Interesado en su obra, Lawrence Ferlinghetti publicó en 1956 el controvertido libro en su célebre editorial.

Tras unos meses en circulación, el 25 de marzo de 1957 fueron retiradas quinientas veinte copias del mercado, y unas semanas más tarde el mismo Ferlinghetti y Shig Murao fueron detenidos. El juicio, en el que acabarían siendo declarados inocentes, se convirtió en un suceso especialmente mediático, cubierto incluso por las revistas Time y Life, e hizo de Ginsberg una especie de superestrella de la contracultura. La acusación argumentaba que el libro atentaba contra la moral norteamericana debido a sus constantes alusiones a la homosexualidad. Gran parte del pleito se destinó a probar el valor literario y la importancia social de la obra; para ello, se citaron a declarar a nueve prestigiosos académicos que dieron fe de su calidad literaria. Uno de ellos dejó este testimonio: «Es pronto para decir si Aullido tendrá un lugar de honor en la literatura norteamericana, pero estoy convencido de que, sin duda, este juicio está contribuyendo a ello».

Finalmente, el 3 de octubre de 1957, el juez Horn, un magistrado ultracatólico que enseñaba religión en la escuela dominical, determinó que los poemas presentaban «ideas poco ortodoxas y controvertidas. En el tratamiento se utiliza lenguaje grosero y vulgar y se mencionan actos sexuales, pero a menos que el libro carezca por completo de “importancia social”, no puede considerarse obsceno». Así, acabó por declarar inocentes a los dos acusados. Ese juicio sentó un precedente en la sociedad estadounidense; de hecho, la decisión dictaminada por el juez Horn posibilitó la publicación de dos libros que habían estado previamente censurados: Trópico de Cáncer, de Henry Miller, y El amante de Lady Chatterley, de D. H. Lawrence.

Hoy, sesenta y seis años más tarde, la coincidencia entre estos dos eventos nos lleva a pensar que, quizás, las cosas no hayan cambiado tanto desde que Ginsberg, Kerouac y los demás beats hacían de las suyas. Resulta relevante constatar cuántos de los diez libros más censurados actualmente en las bibliotecas de Estados Unidos (listado que se puede consultar aquí) lo son por su temática LGTBIQ+, y hace que nos preguntemos si la homosexualidad es aún considerada, después de tantos años y tanta lucha, un tema tabú.

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