Toni Hill, es un escritor y traductor. Autor de tres novelas policíacas protagonizadas por el inspector Héctor Salgado: El verano de los juguetes muertos, Los buenos suicidas y Los amantes de Hiroshima; y de la novela de misterio de ambientación gótica Los ángeles de hielo. También ha escrito el thriller moderno Tigres de cristal. Ya había estado en otra de las ediciones de Cartagena Negra y hoy ha vuelto para presentar su útlima obra El último verdugo.
Antes de comenzar a charlar con Toni, subió al estrado Jorge de Juan, Coordinador de Artes Escénicas e Industria Audiovisual para inaugurar oficialmente la IX Edición de Cartagena Negra.
Antonio Parra hizo una mención especial para Alexis Ravelo en una bonita presentación de esta edición haciendo un símil de una manzana con el mundo de la novela negra y los festivales. Cerró con la épica frase de Alexis «¡Sigan leyendo carajo!»
Un divertido Toni nos contó que se había saturado un poco de Héctor Salgado y necesitaba cambiar de personaje. De momento lo ha dejado en silencio y no sabe si volverá a sacarlo a las páginas de sus novelas. La historia que quería contar se cerró en tres novelas. No cree que el personaje pueda recuperarse, pero no se ha despedido definitivamente de él. Tal vez encuentre un argumento nuevo para Salgado y su universo diez años después. Esta idea se queda en el aire, le gustan las novelas que empiezan y acaban.
El último verdugo plantea la justicia y la venganza. El verdugo plantea que hay gente que merece morir y él tiene muchas ganas de matar. Un psicópata que quiere matar y no puede reprimir más el deseo de matar. Busca una justificación moral que no lo haga sentir un asesino sino un verdugo. Para escribir la obra tuvo que investigar como funcionaba el garrote vil y las distintas innovaciones se hicieron. LLevaba tiempo queriendo escribir una novela con psicópata pero no sabía que tipo debía ser. El garrote vil fue una especie de mejora de la pena de muerte. Alguien en el siglo XVIII pensó que morir sentado era más digno.
La trama vino dada por tal y como son los personajes, son los responsables de que la trama avance. Tienen que ser profundos y moverle algo por dentro al lector empatizando con él para que siga leyendo.
«A mí siempre me ha parecido que el monstruo más monstruo, si tú lo enfocas desde cerca, llega un momento que no puede parecerte un monstruo veinticuatro horas, nadie puede ser un mosntruo todo el día»
A Toni Hill no le gusta que sus personajes sean ni tan buenos ni tan malos, que sean humanos. Thomas Brontë es el personaje principal y su apellido tiene una historia detrás. Pensó que si al final le resultaba irreal lo cambiaría. Toni se pasó todo un verano trabajando en una traducción de la obra Jane Eyre de Charlotte Brontë y casi le cuesta la salud. La novela empieza y termina en un pueblecito de West Yorkshire, Hebden Bridge. En la novela hay una escena en un jardín que podría ser de cualquier lugar, pero como era de Hebden Bridge quiso comprobar in situ si existía un jardín parecido. Estando allí vio pasar un autobús de línea de una empresa llamada Brontëbus y decidió que era un apellido más común de lo que pensaba. Así Thomas se quedó con Brontë.
Toni Hill tiene claro que para escribir una historia y que respire similitud tiene que ser verosímil, necesita habitar el lugar del que escribe. Por eso situa sus historias en lugar conocido.
Una de las preguntas que le ha hecho Antonio Parra sobre como nos marca la infancia y la adolescencia y cuán importante es, Toni ha explicado que si no se cubren unas ciertas necesidades básicas se marca una especie de herida interna que forma nuestra personalidad y tal vez esas carencias salgan a la luz en la edad adulta. También se ha tratado el tema del maltrato y acoso escolar, Toni piensa que los perfiles de maltratadores y acosadores nunca cambia a pesar de los tiempos, solo han cambiado las formas.
Pueden ver todos los detalles de la charla en el canal Youtube de Cartagena Negra.
Toni nos ha dejado claro que no quería hacer una novela al uso de un psicópata matando mujeres, pretendía impactar al lector de otra manera y lo ha conseguido.
Por cierto… acabó participando en la broma que hizo Francisco Marín sobre el ganador del Premio Icue Negro.
Gracias por ser tan auténtico.
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