Pedro Avilés Gutiérrez, nacido en Ceuta en 1956 y trasladado a Madrid a los tres años, es una figura polifacética que ha dejado una huella significativa en el periodismo de sucesos, la literatura y la gastronomía. Su trayectoria abarca más de tres décadas dedicadas al reporterismo, destacando su labor en medios emblemáticos como «El Caso» e «Interviú». Además, ha incursionado en la escritura de novelas negras y explorado su pasión por la cocina, llegando a establecer su propio restaurante en Grecia.
En la entrevista que seguirá más adelante, nos adentraremos en su vasta experiencia como periodista de sucesos, exploraremos su transición a la literatura y conoceremos su incursión en el mundo de la gastronomía. Abordaremos temas que van desde su perspectiva sobre la evolución del periodismo hasta las influencias que han moldeado su obra literaria, pasando por las anécdotas más destacadas de su carrera y su visión sobre la relación entre la cocina y la narrativa.
Perfil biográfico y bibliográfico:
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Vida y formación: Pedro Avilés se considera madrileño, ciudad donde creció, estudió y desarrolló gran parte de su carrera profesional.
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Trayectoria literaria:
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Corpore Insepulto (1976): Primera novela escrita a los veinte años, no publicada.
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La Inercia (1978): Segunda novela inédita.
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«Mata al presidente» (1986): En esta novela, Avilés aborda la temática de la conspiración política, narrando una trama en la que se planea el asesinato de un alto mandatario. La obra explora las intrigas y corrupciones en las esferas del poder, reflejando la tensión y el suspense característicos del género negro.
- «Las mariposas sobre la tumba» (2006): Primera entrega de una serie protagonizada por un reportero que detesta el periodismo. La trama sigue al protagonista mientras se ve envuelto en una investigación criminal que lo lleva a enfrentarse a sus propios demonios y a cuestionar su papel en el mundo del periodismo.
- «El whisky del muerto» (2007): Continuación de la serie iniciada con «Las mariposas sobre la tumba». En esta segunda entrega, el reportero protagonista se sumerge en un nuevo caso que lo llevará a desentrañar oscuros secretos, todo ello mientras lidia con su aversión hacia la profesión periodística.
- «Katoucha» (2014): Publicada por Ediciones Libralia, esta novela presenta una historia que entrelaza el mundo de la moda y el crimen. La trama sigue a una modelo de origen africano que se ve envuelta en una serie de acontecimientos que pondrán en peligro su vida, explorando temas como la identidad, la fama y la explotación.
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Aunque gran parte de su obra se ha difundido principalmente en España, su experiencia internacional como corresponsal en conflictos como la guerra de Nicaragua y la guerra yugoslava le ha otorgado una perspectiva global que se refleja en su narrativa.
En otras entrevistas, Pedro Avilés ha compartido reflexiones sobre la evolución del periodismo y su experiencia personal:
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Sobre la transformación del periodismo con la llegada de las televisiones privadas: «Ya en sus inicios pudimos comprobar de manera clara y distinta que las televisiones planteaban los sucesos como una basura auténtica desde el punto de vista de la información que nosotros hacíamos de manera minuciosa.»
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Acerca de su transición a la gastronomía: «Salí de allí cuando comprobé que el periodismo estaba en proceso de muerte… Así que ahora me conformo con poder escribir sosegadamente lo que no pude escribir mientras ejercía la profesión porque no tenía tiempo.»
Pedro Avilés es una de esas figuras que han transitado por caminos diversos, dejando una huella imborrable en cada uno de ellos. Desde el periodismo de sucesos hasta la novela negra, pasando por su incursión en la gastronomía, su trayectoria es un testimonio de inquietud, compromiso y, sobre todo, de una mirada incisiva sobre la sociedad. Reportero de raza, fue testigo de algunos de los crímenes y sucesos más impactantes de finales del siglo XX y principios del XXI en medios como El Caso e Interviú. Cuando el periodismo empezó a transformarse y dejó de reconocerse en él, decidió reinventarse a través de la literatura, explorando los límites entre la realidad y la ficción en novelas que beben de su experiencia en las calles.
Hoy nos sentamos con él para recorrer su camino profesional, entender su visión sobre la evolución del periodismo, la narrativa negra y su inesperada relación con la cocina. ¿Qué queda de aquel reportero de sucesos en el escritor de hoy? ¿Cómo se cruzan la literatura y la gastronomía en su vida? ¿cómo se construyen las historias cuando se ha vivido en primera línea de la noticia?
HOJAS SUELTAS: Pedro, su carrera en el periodismo de sucesos abarcó más de tres décadas. ¿Qué le llevó a especializarse en este ámbito y cómo influyó en su visión del mundo?
PEDRO AVILÉS: Me llevó que necesitaba trabajar. En el semanario El Caso ofrecieron trabajo a redactores, y allí que me fui con mi currículo. Lo vieron y me contrataron. En principio pensé que iba a tener que contar muchas mentiras, porque El Caso tenía fama de ser una publicación más dada al espectáculo que a la información. Pero tras trabajar allí la primera semana ya supe que estaba equivocado. El Caso fue una escuela de periodismo de investigación de primera clase. Y ahí fue cuando me enganché al suceso. No a los hechos narrados, porque no tenía nada de morboso, sino a investigar los porqués que es lo que hacíamos y que era apasionantes. Después fue Interviú quien nos contrató a mí y a mi compañero Montoro para llevarles los sucesos. Ninguno de los dos éramos morbosos, ya digo. Éramos periodistas y es lo que ejercíamos. El suceso no nos enganchó por el morbo ni por más truculentos que pudieran ser nuestro reportaje, sino por el hecho de que teníamos tres, cuatro días para investigar los crímenes, y eso era todo un reto que nos encantaba. Un periodista de sucesos que sea morboso deja de hacer periodismo y empieza a hacer espectáculo. Siempre fui un tipo optimista y hacer sucesos lo que hizo fue incrementar ese optimismo. También aprendí una cosa muy importante: la mayoría de la gente es buena, los homicidas, los malos, son la excepción a la regla. De hecho, si no fuera así, un suceso no sería noticia, que es lo que se sale de lo común. Por lo demás, jamás solté ni una lágrima haciendo temas tan duros. Y jamás he tenido en toda mi vida una pesadilla ni trauma alguno con los temas tan peliagudos que hicimos.
H.S.: Durante su etapa en El Caso e Interviú, cubrió numerosos crímenes impactantes. ¿Hay algún caso que le haya marcado profundamente y que aún recuerde con especial intensidad?
P.A.: Siempre digo que fue el Caso de Táliga, en donde un joven de 20 años con problemas psiquiátricos mató a un niño de 12, al que apreciaba y cuidaba mucho. Se encerró con él en el bar del pueblo, echó a todos los clientes mientras le ponía un cuchillo al cuello del niño, cerró la puerta, le cortó la cabeza al chaval y luego la arrojó a la chimenea. Luego sacó la cabeza y sorbió sus sesos.
H.S.: En su libro Memorias de un reportero indecente, aborda la transformación del periodismo con la irrupción de las televisiones privadas. ¿Cómo percibe la evolución del periodismo
P.A.: Las televisiones privadas fueron una de las responsables principales de que el Periodismo empezase a morir en los años 90. Fue la muerte del Periodismo que habíamos conocido desde primeros del siglo XX hasta finales de este. Las televisiones siempre fueron y se han terminado convirtiendo en una industria del espectáculo, no de la información. Incluso hasta los telediarios de las distintas cadenas han ido entrando en esa industria del espectáculo. Pero la información no es espectáculo, por muy espectacular que pueda ser un suceso o un hecho, o una guerra o un cambio político. La noticia, que es lo que hacíamos los periodistas, se presenta con unos protocolos, por ejemplo, con la llamada pirámide invertida, con los protocolos de las entradillas que cuentan el qué, el quién, el cuándo, el cómo, y siempre que sea posible, los porqués y luego la noticia desarrollada siguiendo esos parámetros de informar cómo fueron los hechos. Ahora no. Ahora se titula espectacularmente y dentro de la información, en una enorme cantidad de casos, no viene información alguna, o incluso textos que contradicen incluso el titular.
H.S.: Ha mencionado en entrevistas anteriores su desencanto con la dirección que tomó el periodismo. ¿Qué aspectos específicos le llevaron a tomar la decisión de alejarse de la profesión?
P.A.:En principio que empezamos a cobrar considerablemente menos cada vez. Y, en segundo lugar, aunque no menos importante, que los redactores jefes y directores de medios, fueron sustituidos por gestores económicos por periodistas que actuaban como gestores económicos. Y así no se puede trabajar en una profesión que conlleva una gran responsabilidad. Abaratando la información, lo que hicieron es cargarse el periodismo. Informar es caro.
H.S.: Su transición al mundo de la gastronomía es notable. ¿Qué le motivó a estudiar restauración y cómo ha sido la experiencia de dirigir su propio restaurante en Grecia?
P.A.: En principio siempre me encantó el mundo de la cocina y cocinar. Dejé el Periodismo en 2009 cuando empecé a estudiar el grado de Técnico Superior en Dirección de Cocina de la FP de grado superior. Y luego le planteé a mi compañera, también periodista, el irnos a la isla de Naxos a montar un restaurante. Lo tuvimos abierto 7 años y luego regresamos a España.
H.S.: En sus novelas negras, como Las mariposas sobre la tumba y El whisky del muerto, ¿cuánto de su experiencia como periodista de sucesos se refleja en la ficción?
P.A.: Cuando dejé el Periodismo, también fue cuando tuve más tiempo para escribir, cosa que había hecho desde mi infancia. Así que escribí tres novelas: “Las mariposas sobre la tumba”, “El whisky del muerto” y “Katoucha”, por ese orden. En esa trilogía, el protagonista es el mismo, un periodista de sucesos que investiga un crimen. Por supuesto que he utilizado mi experiencia como reportero para poder escribirlas y también a los contactos en los grupos de homicidios de la Policía y de la Policía Judicial de la Guardia Civil, por toda España.
H.S.: La figura del reportero que detesta el periodismo es recurrente en su obra. ¿Es este personaje un alter ego suyo o una crítica al estado de la profesión?
P.A.: En ese detestar del oficio, el protagonista es un alter ego mío, y al mismo tiempo el poder criticar en qué se estaba convirtiendo el periodismo por mor de las TV´s, todas, que como he dicho, fueron convirtiendo la información en espectáculo. La revolución digital también ayudó a este fin del periodismo. Un fenómeno muy triste que se observa ahora es que hay cada vez más gentes que no son profesionales, y que dicen ejercer algo tan denigrante, insultante y manipulador como lo es el llamado Periodismo ciudadano, como si fuera algo serio. Creo de este fenómeno tan falsario son culpables todas las empresas periodísticas sin excepción.
H.S.: ¿Qué influencias literarias han moldeado su estilo narrativo y cómo las incorpora en sus obras?
P.A.: Fundamentalmente la lectura de los clásicos del Siglo de Oro, especialmente El Quijote, y las Novelas Ejemplares de Cervantes. Y una obra escrita a comienzos del siglo XVII titulada Vida de este Capitán Don Alonso de Contreras, unas memorias de un soldado de los Tercios que navegó por todo el Mediterráneo en lucha contra Berbería y la influencia turca en las islas griegas. Considero que el libro, muy cortito, es un auténtico manual para escritores. Alonso de Contreras terminó siendo un protegido en Madrid de Lope de Vega. De los escritores actuales, o casi actuales, casi todos los que escribieron negra en los 50 en Estados Unidos. Muchos de ellos también tenían influencia de los clásicos del Siglo de Oro español. Jim Thompson en Estados Unidos, Leo Malet en Francia. Son escritores, como los del siglo de Oro español que cito, que escriben prescindiendo de cualquier tipo de farfolla. Escribir con farfolla denota pobreza intelectual.
H.S.: La narrativa negra suele explorar los rincones más oscuros de la sociedad. ¿Qué aspectos de la condición humana le interesa destacar en sus novelas?
P.A.: Como mi experiencia es haber hecho alrededor de mil muertos, esos aspectos pasan por la ambición, la hipocresía, la moral ambigua. La mentira. El odio, el abuso de poder, el engaño de las empresas a los ciudadanos. La miseria humana. En todo caso, mis novelas siempre son optimistas.
H.S.: Su obra Katoucha se publicó en 2014. ¿Qué temáticas aborda en esta novela y qué la diferencia de sus trabajos anteriores?
P.A.: “Katoucha” es una novela de intriga (Thriller) política y de servicios secretos, en la que el periodista protagonista se encuentra cuando empieza a investigar la muerte de una modelo de alta costura francesa. “El whisky del muerto” es una novela en la que un fulano se dedica a asesinar a periodistas del corazón. “Las mariposas sobre la tumba” está basada en un reportaje que iba a escribir para la revista Interviú, pero que finalmente quedó en agua de borrajas porque mis contactos en la Guardia Civil estaban de vacaciones, y va sobre el hallazgo de dos jóvenes enterrados bajo dos metros de tierra y cemento armado en un polígono industrial de Alicante. Va sobre mafias irlandesas que se asientan en la costa levantina española. Las tres novelas parten de hechos que fueron chispazos en los medios de comunicación. Y cuando estaba documentándome para hacer el reportaje, encontré que los responsables de la muerte de estos dos jóvenes fueron los mismos que habían ordenado años atrás la muerte en Irlanda de la periodista Verónica Guerin, de la que se hizo una película con el mismo título Con todo ello monté la novela.
H.S.: Ha trabajado en diversos medios y formatos, desde la prensa hasta la televisión. ¿Cuál de estos medios considera más adecuado para narrar historias de sucesos y por qué?
P.A.: Todos los medios son adecuados paras narrar historias de sucesos. Pero los responsables de los medios ahora te exigen que metas más espectáculo a lo que ya es espectacular y en donde se publican “noticias” crudas, es decir, que no llega a ser noticia porque jamás son contrastadas, un protocolo básico que siempre seguíamos los periodistas en los 90 y ya no se hace. Es decir, que no es un problema de las herramientas. Es un problema de la actual cultura digital y la competencia feroz e instantánea entre los distintos medios. Y un periodista que no sea escéptico tiene más papeletas para que le engañen y así él también engañar a los ciudadanos a los que pretende informar.
H.S.: En su opinión, ¿cómo ha afectado la digitalización y las redes sociales al periodismo de investigación y a la calidad de la información que recibe el público?
P.A.: Ya lo he explicado en la respuesta anterior. En cuanto a las redes sociales además son las que suelen replicar las “noticias” del llamado periodismo ciudadano, que carecen de los protocolos básicos de la práctica del periodismo de verdad.
H.S.: Como chef y escritor, ¿encuentra paralelismos entre la creación culinaria y la literatura? ¿Ambas disciplinas requieren la misma pasión y dedicación?
P.A.: Cualquier actividad humana requieren la misma pasión y dedicación que la literatura y la cocina, que es cuando la hacemos bien. Pero cualquier actividad humana se ha de llevar a cabo aprendiendo primero el oficio. Si no se domina el oficio no se hace nada bien.
H.S.: En Mata al presidente, aborda una trama de conspiración política. ¿Cree que el thriller político sigue siendo un género relevante en la actualidad? ¿Cómo ha cambiado el enfoque de este tipo de historias desde que publicó la novela?
P.A.: Mata al presidente es una novelita que escribí por diversión y que se incluye en ese estilo de novelitas que en los años 70 y 80 se hicieron siguiendo la técnica del Elige tu propia aventura. La novela tiene 21 finales distintos al final de los cuales planteo al lector tres o cuatro alternativas para pasar a páginas distintas. Dependiendo qué opción elijas, vives o mueres. De los 21 finales en tan sólo uno sales vivo del intento de matar al presidente del gobierno.
H.S.: Por último, después de haber recorrido el periodismo, la literatura y la gastronomía, ¿qué le queda por contar o explorar? ¿Tiene algún proyecto nuevo en mente?
P.A.: Ahora estoy escribiendo una novela negra basada en mi conocimiento de Grecia, en donde vivimos siete años. Interviene, la pasión, el amor, la muerte, la amistad y las mafias albanesas que pululan por la zona.
Pedro, ha sido un placer recorrer con usted estas páginas de su vida, desde el olor a tinta y papel de la redacción hasta los fogones de su restaurante en Grecia. Nos ha regalado una visión lúcida y crítica sobre el periodismo, la literatura y el arte de contar historias, en cualquiera de sus formas. Su trayectoria es el reflejo de un espíritu inquieto, que no teme reinventarse ni cuestionar su entorno.
Nos quedamos con muchas reflexiones y, sobre todo, con la certeza de que su voz seguirá resonando, ya sea en un reportaje de sucesos, en una novela negra o en una receta bien elaborada. Que la tinta, el fuego y la pasión por contar nunca se apaguen. Gracias por esta conversación.
Un respetuoso abrazo literario.
REDACCIÓN.