Ese domingo Daniel y Gala caminaban con las manos enlazadas, como llevaban haciendo todos los fines de semana en el parque de los pinares. Solo se soltaron cuando Gala quiso hacer una sesión de fotos reflejando su inmensa dicha. Llevaba su cámara de fotos colgada al cuello.
—Mira a esa chica. Llámala Dani. Pregúntale si puede hacernos una fotos.
—Sabes de sobra que no quiero salir en las fotos cariño.
—Por favor Dani. Solo ésta vez. Me hace mucha ilusión salir juntos en nuestro “mes aniversario” y también, porque debemos celebrar algo.
—¿Celebrar algo?—preguntó con interés— ¿A qué te refieres cariño? —dijo abrazándola con profundo amor.
—Luego en casa te diré —dijo con picardía.
Dani no olvidaba aquellas fotos, pero consintió en hacerse unas con su chica.
Preguntó a la joven que paseaba sola y se prestó con agrado. Sacó varias fotos a la pareja de enamorados y se despidió luego con una sonrisa.
—¿A ver? —preguntó Gala.
Dani estaba mirando las fotos. Se le nubló el ánimo. En todas las fotos salía la sombra de unas tijeras enormes abiertas hacia el cuello de su Gala. Y otra sombra con forma de chistera cubría la tripa de su chica. Le tembló el pulso cuando le devolvió la cámara.
Gala observaba con dicha las fotos junto a Daniel, que la contemplaba con preocupación.
—¡Qué guapos salimos en todas las fotos! No entiendo por qué odias salir en ellas.
Se ducharon juntos. Llevaban ya unos minutos bajo el agua después de aquel largo paseo en su parque favorito. El parque de los Pinares era muy suyo. Fue testigo de sus primeros paseos, de muchos besos intensos y apasionados. Muchas veces llevaban la merienda y comían allí bajo la sombra de los árboles, abrazados.
Seguían besándose en la ducha. Abrazándose. Sintiendo sus caricias. Contemplándose desnudos bajo el agua. Luego en la cama, dieron rienda suelta a sus pasiones. A Dani le gustaba deleitarse contemplando la belleza infinita de su amada Gala. En la noche, ya abrazados, ella anunció la noticia.
—Dani. Estoy embarazada.
Dani dejó de abrazarla unos segundos. El hombre de antes hubiera salido corriendo ante esa noticia. El de ahora aceptaba con alegría e ilusión el hecho de ser padre.
—Serás padre de un niño —continuó Gala mirándole fijamente a los ojos emocionada. Necesitaba saber la reacción de Daniel.
El volvió a abrazarla con más fuerza. Se sentía muy feliz. Pero la felicidad se tornó pronto en temor y preocupación.
«Esa chistera ya lo anunciaba», pensó para sus adentros con angustia.
—¿Te hace ilusión ser padre?—preguntó Gala con cierta preocupación.
—Mucha, porque eres tú quien me dará el hijo. Nunca lo hubiera querido con otra —dijo con miedo a perderla. No quería dejar de abrazarla. Esas fotos señalaban una amenaza y no sabía como enfrentarlo. La causa por la que no quería enamorarse empezó a materializarse. El puro terror que Daniel siempre tuvo a la pérdida. Gala ahora era su mundo. Y ese niño que venía completarían su dicha.
«La abrazarán. Las tijeras la abrazarán».
—Me alegra escucharte. Se que serás un gran padre — respondió Gala besándole dulcemente. La joven pareja pasó la noche abrazados.
Una semana después de acudir al ginecólogo, comunicaron la noticia a los padres de Daniel acogiendo la sorpresa con gran alegría y júbilo. No terminaban de creérselo. Ya daban por perdido el hecho de ser abuelos.
Observaban a su hijo feliz y muy cambiado con Gabriela. La felicitaron por su estado de buena esperanza, y no perdieron el tiempo, se prestaron solícitos en comprar el carrito y la cunita del futuro bebe. En una mañana hicieron toda una compra de artículos para su futuro nieto.
—Serán unos excelentes abuelos, Dani —dijo a su amado, agradecida y feliz.
—Será un niño muy querido —respondió Dani en su oído con inmensa dulzura.
—¿Quieres que sea chico o chica? —preguntó Gala como una niña pequeña.
—Francamente me da igual, mientras venga muy sano cariño —dijo emocionado
—Tu madre apoyó sus manos en mi tripa y dijo muy segura, que será niño.
—Mi madre y sus intuiciones —dijo sonriendo—,pero es cierto que ha acertado el sexo de varios embarazos de su entorno.
—Entonces tendremos un niño —respondió emocionada. Deseaba que fuera la viva copia de su Dani—. Me haría ilusión que llevara el nombre de mi padre cariño. Me gustaría llamarlo Iván —añadió con ternura y felicidad.
—Nuestro pequeño Iván —susurró Dani acariciando los cabellos dorados de su amada.