Donald Trampa estaba sentado sobre el tejado de su alta Torre Trampa en Nueva York, hasta donde llegaba el agua de la inundación, que le mojaba los tobillos. Dijo:
—El cambio climático NO existeeee.
Llegaron Lito y Lota vestidos de buzos, desatrancaron la alcantarilla y… ¡GLO! ¡GLO! ¡GLO! El agua fue bajando. En recompensa, Trampa les dio trabajo.
—Hola —le dijo Lito—, yo vengo de Paraguay.
—Guay, entonces —repuso Trampa.
Una vez en el despacho, Lito le regaló una garrafa de aceite. Trampa no sabía cómo abrirla, tiró, la derramó en el suelo, resbaló y se dio un buen costalazo. ¡BAUM!
Lota llevó un jamón ibérico, lo colgó del techo. Cuando Trampa vio la pierna de cerdo colgada, le dio un patatús. “¡AHHH!”. Luego lo probó y le encantó. “¡MMMH!”.
Lito plantó un olivo en Central Park. Enseñó a Trampa a varearlo para coger las aceitunas. Trampa se mantuvo detrás. Lito tomó la vara, la impulsó con fuerza hacia atrás y… ¡PLOOM! Chichón de campeonato a Donald Trampa, que acabó por el suelo.
—Llámame loco —le dijo Trampa—, pero yo te MATOOOO.
Trampa le dio en el coco con el atizador. ¡PLONCK! El atizador se dobló. Trampa le endiñó otra vez con el hierro, el atizador se volvió a doblar. Así que le sacudió veinte veces… ¡POM! ¡POM! ¡POM! Hasta que convirtió el hierro en un pájaro metálico muy bonito.
Trampa quedó muy contentó, solo que Lito tenía el coco lleno de chichones.
—Me he quedao loco con esto —dijo Lito—, me he quedao loco.
—Ah —repuso Lota—, ¿pero no estabas ya loco de antes?
Enseñaron a Donald Trampa a jugar al dominó, sentados a una mesa. Mientras jugaba, Trampa no paraba de silbar. Lito se le acercó y le dijo:
—Perdone, ¿puede dejar de silbar? Es que me molesta un poco.
—Claro que sí —replicó Trampa—. ¿Le molesta al señor? Pues toma.
¡PLOMM! Y del puñetazo, dejó a Lito con los oídos silbando.
—La Tierra es plana —dijo Trampa—. Si lo sabré yo.
Pero Lota lanzó un boomerang, que giró, giró, alrededor del planeta, y al final le zumbó a Trampa por detrás en toda la nuca. ¡PLOCK! Le dejó con un chichón enorme.
—Me parece que tienes mucho estrés —le dijo Lota.
—Sí —repuso Trampa—. Tengo tanto ESTRÉS, que más bien ES CUATRO.
Se engancharon Trampa y Lota en una pelea, ambos se agarraron de los pelos y tiraron… pero Trampa llevaba peluca y Lota se quedó con la peluca rubia en la mano.
Melón Masca, el ayudante de Trampa, se presentó sujetando una gran impresora.
—Es por si viene un león —dijo—. Suelto la impresora y así correré mejor.
Mas llegó un león, Melón Masca arrojó la impresora aterrado y… ¡BLAMM! Le cayó sobre los pies. “¡UAHHH!”. Se le quedaron los pies enormes como los de un payaso.
Le regaló Melón Masca a Trampa un Tiranosaurus Rex, para la campaña “Adopte un dinosaurio”. Trampa llevaba el dinosaurio de la correa y… “¡URGGGH!”. Se lo comió.
Lota tuvo que encender su mechero en el trasero del dinosaurio. “¡AURGGGH!”. Y al sentirse quemado, el saurio escupió de nuevo a Trampa afuera.
Le hicieron creer a Trampa que, en vez de doce uvas, debía comerse doce polvorones. El muy tragón se los zampó todos y se atragantó. “¡PUAJJJH!”.
Se empeñó Trampa en meter en casa un árbol de Navidad auténtico. Fue al bosque con un hacha y taló un enorme pino. Le empujó para que cayera hacia el norte, y Trampa se situó al otro lado, pero el gran pino se balanceó y al final cayó al sur sobre Trampa. ¡BLOMM!
Para reponerse, Trampa quiso ganar el primer premio de la lotería.
—Imposible —le dijo Lota—, si no acertaste ni un número.
Azuzó Trampa a sus seguidores para que asaltasen la administración de loterías, iban disfrazados con piel de bisonte y de indios. Entraron, Trampa chocó contra el bombo de los números, lo rompió, miles de bolitas rodaron por el suelo. Sus secuaces resbalaron y fueron cayendo de bruces. Trampa patinó hasta la pared frontera. ¡BLOMM!
Tuvieron que darle el premio gordo, cien millones de dólares.
—No está mal jejeje —dijo Lito, frotándose las manos.
—Pues lo que jugaba —dijo Trampa—. Nada gané al cabo.
Vamp-Hitler persiguió a Trampa con el látigo para robarle. Trampa dobló la esquina y Vamp-Hitler aprovechó para lanzarle el látigo al cuello. Tiró del látigo… pero en vez de Trampa, quien apareció cazado fue su tigre de bengala. “¡GRRR!”. “¡UAHHH!”.
—Hay que ver —le dijo Trampa—, sois el mismo diablo.
—Pero si el diablo eres TÚ —replicó Vamp-Hitler hecho trizas, y se desplomó.
Manuel del Pino