No estamos acostumbrados al tiempo que nos brinda París. Pasear y descubrir nuevos rincones, supone reforzarnos con algún caldo caliente, chocolate o una copa de vino caliente, como las que ofrecen en los pabellones de les jardins des Tuileries, o disfrutar de un buen vaso de agua con paracetamol, para evitar los estornudos que provoca el constipado nasal.
Salimos de los Jardines para adentrarnos en la rue de Tivoli, y desde allí pasear por diferentes calles, admirar la estatua dorada de Juana de Arco, comprobar como los parisinos y turistas, multitud, se agolpan en las terrazas para inmortalizar su visita a la ciudad. De frente y majestuosa, la Place Vendôme, situada en el distrito I de París. Una plaza aristócrata, repleta de mansiones en cuyos bajos comerciales aparecen los establecimientos de las marcas más lujosas. La preside una columna de 43 metros de altura, erigida por Napoleón sustituyendo a la estatua de Luis XIV, destruida en la época de la Revolución. Napo para los amigos, la mando construir con los cañones confiscados a los austriacos y rusos en la batalla de Austerlitz. La columna, situada en el centro de la plaza, vigila con rigor especial los vehículos de gran cilindrada y lujo, Rolls Royce, Audi, Mercedes, y muchos más, que esperan junto a los conductores, vestidos de riguroso color negro, el regreso de los compradores en Dior, Vacheron et Constantin, Versace, etc. etc.
Seguimos paseando. Después de un par de horas y más de ocho kilómetros caminando, decidimos regresar a casa. Descanso, cena frugal y hasta la próxima salida prevista. Nueva visita al Louvre posiblemente. No obstante, hemos considerado visitar los centros comerciales para adquirir los obsequios en la noche de Noël, como es costumbre en Francia.
El metro es el medio más rápido y efectivo, la red es inmensa. Con un plano en el bolsillo es difícil perderse. Así pues, salimos en la estación de Saint Michel, tan cercano a la restaurada Notre Dame, después de la visita oficial realizada por el presidente de la República Francesa, Sr. Macron. Los alrededores están vetados, a la vista de que el próximo día 8 de diciembre se realice la inauguración oficial. Hemos podido comprobar el esfuerzo y dedicación en la reconstrucción. Han intervenido cientos de profesionales en las múltiples áreas y especialidades. Sería prolijo señalar aquí uno por uno los trabajos realizados. La verdad, si estamos en el tiempo en que podamos entrar, será maravilloso ver el resultado, al parecer sorprendente.
Pasear de noche por Paris, ahora que la mayoría de las calles están iluminadas, es, pese a ser algo cansado, sencillamente esplendoroso. Atravesamos calles, comercios, y entramos como turistas en Galeries Lafayette; específicamente para ver la cúpula y los adornos que la significan del resto. No faltan, como nosotros, quienes nos dispongamos a sacar el móvil para inmortalizar el momento.
Sufrimos un pequeño problema. Al parecer el primer domingo de cada mes, según teníamos entendido, el museo del Louvre concedía entrada libre a los ciudadanos de la Unión Europea. Salimos ante el imponderable de la negativa, salvo que desembolsáramos el pequeño pecunio de 22,00€. Optamos para dejarlo y volver sobre nuestros pasos, es decir a pasear y descubrir la iglesia católica de la Madeleine. Espectacular, grandiosa, diferente. Como muchos otros monumentos de la ciudad, fue concebida por Napoleón como un templo griego dedicado al ejército, allá por 1806. Posteriormente, en 1845 fue sacralizada como iglesia católica.
Como suele decirse «quién persevera triunfa». Optamos por aprovechar la posibilidad de introducirnos de nuevo en el Louvre y disfrutar de una exposición temporal bajo el título: «Figuras de la locura: de la Edad Media al Romanticismo». La exposición cuestiona esa omnipresencia de dichas figuras en el arte y la cultura occidentales de finales de la Edad Media sobre el loco o el bufón.
Descubrir en la exposición dos obras pictóricas de Francisco de Goya, de su época oscura, así como unos grabados relativos a la locura. Unas dos horas aproximadamente paseamos por el denominado «Halla de Napoleón» del Louvre.
De nuevo a casa en metro desde el interior del museo para transbordar en Concorde y salir en la estación de Jules Jofrin.
Descanso y hasta pronto.
© Anxo do Rego
Gracias por esta narrativa tan llena de encanto y dulce. Nos has llevado de tus letras paseandi por el Paris. Con tu mirada. Tú descripciones culturales y realistas de un paseo que podría ser el que yo hubiera hecho. Me ha encantado leerlo y las ilustraciones fantásticas