Paco y Pepe han llegado al mismo tiempo a la puerta de Casa Antonio. Se abrazan con el afecto que se dedican desde hace años.
—¿Lo de siempre? —pregunta el longevo camarero y dueño.
—Pues claro Antonio. ¿A que viene la pregunta? ¿Has subido los precios acaso?
—A vosotros no, pero sí, los elevé el martes.
—El dichoso dinero —replica Paco.
—Es lo que mueve el planeta —añade Pepe y asiente Antonio con la cabeza.
—Así es. Lamentable pero cierto. Solo necesitáis leer los titulares de prensa, tanto la física como la etérea. Están inundados de alusiones al dinero, como si no hubiera otra información. Da pena, vaya educación que ofrecen a los jóvenes y no tan jóvenes.
—Desde luego. Solo tienes que preguntar a ciertos estudiantes de algún instituto. Ellos, una mayoría quieren ser futbolistas para ganar millones. Ellas cuidando sus cuerpos de niñas aún para mostrarlos bien cantando semi desnudas o esperando cumplir 18 años para ganar mucho dinero con Only fans, con suficiente carga erótica. Algunos para ser influencers. Dispuestos a embolsarse dinero sin ningún o mínimo esfuerzo.
A lo que Pepe que escucha con atención y gesto adusto, añade.
—Y no digamos la dejación y el abandono en sus estudios para su incierto futuro.
—Si me permitís —señala Antonio— yo que tengo tiempo para leer la prensa, descubro a diario la importancia que le dan al dinero. Que cuánto gana el Presidente de tal o cual Comunidad. Que cuánto vale un equipo u otro. O las preguntas que hace un presentador; por definirlo así; a cada uno de sus invitados que lleva a su programa ¿Cuánto dinero tienes? Pobres de espíritu sin duda y faltos de encanto periodístico.
—Y más, mucho más. Si nos detenemos un momento a observar es cierto que todo parece girar alrededor de Don Caballero el Dinero.
—Iré a por vuestros cafés, así podré ganar algo de dinero
—¿Te das cuenta Paco? Solo piensa en ello.
—Qué le vamos a hacer.
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