La Central (Élisabeth Filhol)

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A principios de los setenta, la Organización de Países Árabes Exportadores de Petróleo proclamó un embargo del suministro a los países que apoyaban a Israel en la guerra de Yom Kippur, dando inicio a la primera crisis del petróleo. En este marco, Francia tomó una decisión que marcaría decididamente su futuro: apostar por la energía nuclear. Los ingenieros franceses equiparon al país con numerosos reactores distribuidos por todo el territorio; a día de hoy, cincuenta y seis de ellos continúan funcionado, repartidos en dieciocho centrales nucleares, que producen el 70 % de la energía que se consume en el país. Esta industria da trabajo a unas cuarenta mil personas, la mayoría de las cuales, además de estar expuestas a niveles de radiación constantes, tienen que asumir las condiciones precarias que acompañan al desarrollo de su trabajo (contratos temporales, sueldos bajos, tareas de alta peligrosidad, etc.).

En ellos se ha centrado la autora Élisabeth Filhol para escribir La Central, una novela que detalla con ojo de cronista la realidad de estos trabajadores, y que nos habla sobre la precariedad y el miedo de quienes se enfrentan cada día a la muerte.

¿Qué hay en el corazón de una central nuclear? ¿Y en el de las personas que trabajan en ella? Una novela sobre la precariedad, la incertidumbre y el miedo.

Francia tiene cincuenta y seis reactores nucleares en activo, su industria nuclear da trabajo a unas cuarenta mil personas, la mitad de las cuales son subcontratadas. El protagonista y narrador de esta novela es Yann, uno de esos empleados temporales. Se dedica a labores de limpieza y mantenimiento de los reactores, lo que significa que sus contratos suelen durar entre tres y cinco semanas. Su trabajo no solo es precario, sino peligroso: quienes realizan estas tareas son escrupulosamente controlados para medir sus niveles de exposición a la radiación, y a quien sobrepasa los límites se lo envía a casa y se queda sin sueldo.

Estos trabajadores son itinerantes, viven en caravanas u hoteles y forman una singular familia. Élisabeth Filhol escruta un mundo casi secreto, destapa una realidad social, pero también el singular modo de vida de personas enfrentadas de forma permanente a un peligro invisible pero muy real. Personas ante un monstruo al que temen pero que ejerce sobre ellas un extraño magnetismo. El resultado es una novela que es al mismo tiempo una descripción minuciosamente realista de un entorno laboral poco conocido, una denuncia de las condiciones laborales de los trabajadores de las nucleares y un drama existencial sobre quienes se enfrentan cada día a la muerte.

Una novela sobre la precariedad, la incertidumbre y el miedo, narrada con una prosa envolvente e hipnótica.

© Anagrama

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