Escribir una novela es un trabajo arduo que requiere de mucho compromiso y de una capacidad de trabajo importante. Muchas veces, sobre todo al comienzo del aprendizaje, se empieza con un poco de ingenuidad, sin estar del todo preparados y con la impresión errónea de que no es tan difícil como parece. Es más, muchas veces parecerá que el trabajo que ha realizado el escritor es sencillo, puesto que la historia llega con sencillez y naturalidad. Sin embargo, nada más lejos de la realidad. Precisamente, que se tenga esa percepción como lectores significa que hay mucho trabajo detrás. Este informe hablará de los cinco principales errores que se cometen al escribir las primeras novelas y cómo evitarlos.
Error: abarcar demasiados temas y personajes
Este es un clásico entre los escritores noveles. Hay un ansia en los escritores que escriben sus primeras historias por plasmar todo lo que saben, por demostrar todo lo que han leído y poner en práctica todas las técnicas narrativas. Da la impresión de que no van a escribir ninguna novela más y que es su última oportunidad de escribir sobre esos temas. Un ejemplo es una primera novela con doce protagonistas porque se quiere cubrir todo tipo de personalidad, razas, mundos y temas de los que hablar. Como se imaginará, nunca se llega a acabar la trilogía y se queda a medias del segundo libro. Todos los temas están tocados de forma superficial (algo evidente si se trata de abarcar mucho) y los personajes son caricaturas de los rasgos que se quiere trabajar.
Solución: Enfocarse en un solo protagonista principal. Por ejemplo, en lugar de doce personajes, centrarse en una joven arqueóloga en un mundo post-apocalíptico. La trama puede girar en torno a su descubrimiento de una antigua civilización que guarda la clave para la supervivencia de su mundo. Este enfoque permite profundizar en su carácter, sus desafíos y su evolución personal, haciendo la historia más coherente y rica en detalles.
Error: protagonista sin propósito claro y solo para describir el mundo
Otro error común es el del protagonista que va dando bandazos por la obra porque no tiene ni idea de qué es lo que quiere. Suele pasar cuando se quiere hablar de algo o de un mundo, pero no de un personaje. No se tiene clara su personalidad, ni su evolución ni sus deseos. Un ejemplo es un protagonista de novela que se coloca en un mundo creado con mucho cariño y se le pasea por el mundo, casi como un turista, para poder detenerse a describir los paisajes y las costumbres de los sitios por los que pasa. También es un personaje que se pega enseguida a cualquier otro personaje que aparezca con una historia que contar, con algo interesante que decir. Por supuesto, nada sorprendente aquí. Probablemente el lector agradecería que la historia tratara sobre ese otro personaje en lugar de sobre el protagonista.
Solución: Crear un protagonista con un objetivo claro. Por ejemplo, un explorador podría estar en una misión para encontrar un artefacto que puede salvar su mundo. Este objetivo le da una dirección clara, y su carácter se desarrolla a través de los obstáculos que enfrenta y las decisiones que toma. Su evolución personal se entrelaza con la misión, creando una narrativa más envolvente.
Error: mezclar géneros sin justificación y experiencia
Aquí se juntan varios fenómenos: se quiere hablar de todo en la primera historia y se quiere ser los más innovadores y los más novedosos. En el primer caso, se meten todos los elementos de género que se conocen para asegurarse de que se note que se tiene cultura lectora, para tratar de abarcar al mayor número de gente posible y no dejarse nada por escribir. En cuanto al segundo, es complicado asumir que la novedad o la originalidad en un texto se consigue a través del punto de vista y de la interiorización de conceptos. Al comienzo se trata de innovar usando la forma y eso provoca que se lance a probar cosas extrañas porque se cree que nadie las ha hecho. El problema es que las mezclas de géneros ya existen y además llevan mucho trabajo. Es necesario conocer las técnicas de pintura básicas antes de ponerse a hacer cuadros cubistas. Aquí sucede lo mismo. La mezcla de géneros debe estar justificada por la historia, de otro modo será superficial y vacía.
Solución: Elegir un género principal y justificar cualquier mezcla. Por ejemplo, si la historia es de ciencia ficción, podría incluir elementos de romance si se centra en la relación entre dos personajes que deben trabajar juntos para sobrevivir. La mezcla de géneros debe tener un propósito claro, como el romance que añade tensión y profundidad emocional a la trama principal de ciencia ficción.
Error: inicio abstracto o aburrido
Como ya se ha explicado, el comienzo de una novela tiene que sentar las bases de lo que vendrá después y en él debe estar contenido (al menos teóricamente) incluso el final de la misma. Hay que presentar al protagonista, el conflicto y el espacio y tiempo en el que se va a desarrollar la misma. Muchas veces, pendientes de eso, se olvida de que un comienzo debe, además, enganchar al lector. Comenzar con una explicación de cómo funciona la vida de los hobbits es algo que solo le funcionó a Tolkien. Y es algo que se imita sin querer cuando se están escribiendo las primeras historias. Lo más eficaz es presentar todos esos elementos de los que se ha hablado arriba de manera paulatina y, siempre, engarzados en la acción.
Solución: Empezar con una escena de acción que enganche al lector. Por ejemplo, abrir la novela con el protagonista escapando de una prisión en una nave espacial, mientras se mencionan de forma natural los elementos del mundo y el conflicto principal. Esta escena no solo capta la atención del lector sino que introduce al protagonista, el conflicto y el escenario de manera dinámica.
Error: desviarse con subtramas y personajes secundarios
¿Quién no se ha enamorado de un personaje secundario? ¿Quién no ha querido saber más sobre algo que aparecía en una novela y que se abandonaba para seguir al héroe en su aventura? Pues esos mismos sentimientos sacuden a los escritores cuando están en pleno proceso de escritura. Y al principio cuesta mucho no dejarse llevar por ellos y seguir esos cantos de sirena. Ya se sabe que si una historia secundaria se atraviesa de modo peligroso, es mejor pararse y sentarse a pensar si no será necesario sacarla de la historia y darle su propio espacio. Por muy atractiva que sea una trama secundaria o un personaje secundario, siempre debe estar supeditado al bien mayor de la novela.
Solución: Asegurar que las subtramas y personajes secundarios apoyen la historia principal. Por ejemplo, si un personaje secundario tiene una historia interesante, integrarla de manera que influya en el protagonista o en la resolución del conflicto principal. Si el secundario es un mentor, su historia podría proporcionar al protagonista las habilidades o el conocimiento necesario para superar el clímax de la trama, manteniendo así la cohesión narrativa.
Se espera que alguno de estos errores que tanta guerra dan puedan servir a alguien para comenzar con más fluidez en la escritura. Nunca se es partidario de demonizar los errores, al contrario, hay que saber aprender de ellos y equivocarse un poco mejor la próxima vez. De hecho, que estos fueran los errores que se cometían al empezar no significa que no se sigan cometiendo o que no haya más.
Formas de comenzar una novela
Las primeras páginas de una novela no solo deben intrigar al lector lo suficiente como para que continúe leyendo, sino también ofrecer una expectativa de lo que encontrará en el resto del libro. El primer capítulo debe introducir a los personajes, el escenario y la trama principal de la manera más atractiva posible, y estar ligado de alguna forma al tema. Otro elemento importante al comienzo de la novela es la voz narrativa, la cual permite fijar el tono de la obra.
Algunas formas habituales de comenzar una historia son:
Declaración del narrador: Esta apertura es especialmente efectiva cuando el narrador lanza una reflexión o afirma algo que rompe nuestros esquemas y nos invita a seguir leyendo para saber más. A veces, el atractivo no reside en lo que el narrador dice, sino en cómo lo dice. Por ejemplo, en los narradores no confiables (o narradores «mentirosos») suele haber desde el principio algo que nos hace desconfiar.
Descripción del escenario: En ciertos géneros, donde el escenario es tan importante como los personajes, puede ser interesante comenzar con una inmersión en el universo donde transcurrirá la historia. Esto es común en el género histórico, fantástico, ciencia ficción, literatura de viajes y novela de aventuras. Este tipo de comienzo era también habitual en la novela realista del siglo XIX. Si se elige abrir la novela describiendo el escenario, es importante recordar que el espacio suele estar ligado a la trama y a la caracterización de personajes. Muchas veces el lugar es un símbolo, como se puede ver en el comienzo de «Misericordia» de Galdós.
Independientemente del género, es importante ofrecer ciertas pinceladas del escenario a lo largo del primer capítulo para situar la escena en su contexto.
Descripción del personaje: Los personajes son el núcleo de la novela, y por eso es habitual abrir la historia con ellos, ya sea a través de una descripción pura, una reflexión o un recuerdo. Es crucial caracterizar al personaje de un modo dinámico y presentar su motivación cuanto antes para que el lector pueda conectar fácilmente con él. Generalmente, se presenta al personaje protagonista, aunque también hay otras opciones. Por ejemplo, en «Los miserables» de Víctor Hugo, la novela se abre con la presentación del obispo de Digne, un personaje casi tangencial que solo aparece en unas pocas páginas, pero que es crucial en la motivación principal de Jean Valjean, el protagonista.
Con una acción: Empezar lo más cerca de una acción posible es una buena estrategia, porque es una forma rápida de conectar con el lector e implicarle en lo que está sucediendo. Las acciones son una manera dinámica de caracterizar a los personajes y facilitar la conexión del lector con ellos. Casi siempre, la acción va unida al conflicto, lo que ayuda a enganchar al lector y construir la tensión que le obliga a pasar páginas.
Diálogo: Abrir la novela con un diálogo, siempre que se establezca una introducción, permite aportar información sobre los personajes, el escenario y la trama de una forma atractiva. El diálogo impone un ritmo rápido, y aunque no siempre ocupa la primera línea, suele aparecer a lo largo del primer capítulo.
Errores comunes en el primer capítulo
Cada historia es diferente y buscar el comienzo apropiado para una novela puede llevar tiempo. No hay fórmulas mágicas ni reglas infalibles, aunque los consejos anteriores pueden ayudar. También hay errores habituales que los editores suelen encontrar en los capítulos de apertura y que es conveniente evitar:
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Falta de un personaje con el que identificarse: Tanto si se decide abrir con una descripción del escenario, con una acción o con un monólogo del narrador, lo ideal es presentar al protagonista lo antes posible para facilitar que el lector pueda conocerlo y empezar a empatizar con él o ella. Un error común es un primer capítulo lleno de descripciones o explicaciones donde no hay ningún personaje con el que identificarse, o donde hay demasiados personajes sin que ninguno destaque. Este tipo de comienzo es arriesgado hoy en día, porque no se puede confiar en la paciencia del lector. Si no se ofrece pronto un personaje a través del cual experimentar la historia, hay bastantes probabilidades de que se pierda el interés.
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Ausencia de acción o conflicto: La acción y el conflicto tienen que ver con el movimiento, la sensación de progreso de la trama y el cambio de signo. El conflicto en el primer capítulo puede consistir en un pequeño obstáculo al que el protagonista debe enfrentarse y la acción en la reacción del personaje a dicho obstáculo. No tienen que ser grandiosos o épicos para llamar la atención del lector; pueden consistir, por ejemplo, en ver al personaje obligado a tomar una decisión sobre algo relevante en su historia.
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Cantidad excesiva de informacion («infodumping»): Un volcado de información en bruto ofrece al lector la siente como forzada y excesiva, y le saca de la historia. Dosificar la información a lo largo de la trama es difícil, pero evitar esta fórmula en el primer capítulo es crucial para enganchar al lector. Si lo más importante en un comienzo es encender la curiosidad del lector, lo último que se quiere es sepultar esa curiosidad bajo toneladas de información y explicaciones que casi nunca son necesarias.
Seleccionar solo aquellos detalles cruciales para que el lector sienta curiosidad por seguir leyendo es esencial. Ya habrá tiempo más adelante para dar las explicaciones oportunas.
Tener claros estos errores habituales puede ayudar a no caer en ellos, aunque no exime de cometer otros errores en el primer capítulo. Pero hay que recordar que son esos mismos errores los que ayudan a aprender y mejorar en la escritura. El primer borrador está para eso: cometer fallos y corregirlos después durante la fase de revisión.
Ejemplos de varias novelas:
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Género Histórico
«La Catedral del Mar» – Ildefonso Falcones
«Bernat Estanyol sentía cómo la venganza le corroía por dentro. El fuego devastador de los señores feudales había reducido a cenizas la casa donde había nacido y crecido. Su mujer, Francisca, había sido arrojada a la esclavitud; y su hijo, Arnau, con apenas catorce meses, había contemplado en silencio, sin comprender, la tragedia que los obligaba a marchar.» -
Género Fantástico
«La Sombra del Viento» – Carlos Ruiz Zafón
«Todavía recuerdo aquel amanecer en que mi padre me llevó por primera vez a visitar el Cementerio de los Libros Olvidados. Corría el año 1945, yo tenía diez años y mi padre y yo desayunábamos juntos cada mañana en una pequeña cafetería cerca del mercado de Santa Catarina.» -
Género de Ciencia Ficción
«Elia y el Guerrero de las Estrellas» – Laura Gallego
«Elia siempre había soñado con las estrellas. Cuando era pequeña, se pasaba horas y horas mirando el cielo nocturno, imaginando mundos lejanos y civilizaciones avanzadas que esperaban a ser descubiertas.» -
Género de Aventuras
«El Capitán Alatriste» – Arturo Pérez-Reverte
«No era el hombre más honesto ni el más piadoso, pero era un hombre valiente. Decían que su fuerza y su bravura eran legendarias, que ningún enemigo había podido jamás con él.» -
Género Realista
«Nada» – Carmen Laforet
«Todo empezó el día en que llegué a Barcelona. Era un amanecer gris y la ciudad se despertaba lentamente bajo la bruma. Llevaba semanas soñando con aquel momento, pero ahora que estaba allí, me sentía extrañamente vacía.» -
Género Policíaco
«La Reina del Sur» – Arturo Pérez-Reverte
«El día en que mataron a su novio, Teresa Mendoza estaba sentada en el vestíbulo de su departamento, revisando cuentas y tratando de cuadrar los números, cuando sonó el teléfono. Supo entonces que la muerte la llamaba.»
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