María de la O Lejárraga, nacida en 1874 en San Millán de la Cogolla, La Rioja, es una de las figuras más intrigantes y multifacéticas del panorama cultural y literario español de principios del siglo XX. Educadora, escritora y feminista, Lejarraga desempeñó un papel crucial en el desarrollo de la literatura y el teatro en España, aunque durante mucho tiempo su contribución quedó eclipsada bajo el nombre de su esposo, Gregorio Martínez Sierra.
En el presente artículo, se abordará la vida y obra de Maria de la O Lejárraga, explorando no solo su rica contribución literaria sino también su lucha y estrategias frente a las restricciones impuestas por el género en su época. Se examinará el porqué de su decisión de permanecer en el anonimato, permitiendo que su esposo firmara obras que ella misma había escrito, así como las circunstancias sociales y personales que rodearon esta elección.
Además, se discutirá el papel que jugaron sus amistades y redes intelectuales en su desarrollo como figura clave en el movimiento feminista de la época. Finalmente, se reflexionará sobre los motivos de su relegación al olvido en las décadas siguientes y cómo, en tiempos más recientes, ha comenzado a ser reivindicada como una voz fundamental en la historia cultural y literaria de España.
A través de este análisis, buscamos no solo rendir homenaje a su legado, sino también entender las dinámicas de reconocimiento y olvido que frecuentemente rodean a las contribuciones femeninas en el arte y la literatura. Este ensayo intentará desentrañar las complejidades de su vida y obra, resaltando la relevancia de Maria de la O Lejarraga como una escritora que, a pesar de las adversidades, forjó un camino literario y feminista de incalculable valor.
Biografía.
Maria de la O Lejarraga nació en una España en plena efervescencia cultural y social. Criada en un ambiente donde la educación se consideraba un pilar fundamental, Lejarraga se adelantó a su tiempo, abogando por la educación y la independencia de la mujer desde sus primeros años. Graduada como maestra, su vocación pedagógica se extendió más allá del aula, volcándose en la educación de adultos y en la promoción de la cultura como herramienta de emancipación.
En 1899, Maria se casó con Gregorio Martínez Sierra, un dramaturgo y director de teatro. Aunque inicialmente su matrimonio pareció ser una alianza de mentes afines, con el tiempo se convirtió en una compleja relación de colaboración creativa donde, lamentablemente, la voz literaria de Maria fue sistemáticamente opacada por la figura de su esposo.
Amistades e Influencias
Maria de la O Lejárraga no solo se destacó por su producción literaria, sino también por su activa participación en los círculos intelectuales y feministas de su tiempo. Mantuvo amistades con figuras prominentes como Carmen de Burgos, pionera del feminismo en España, y Concha Espina, otra destacada escritora. Estas relaciones fueron fundamentales para su desarrollo intelectual y su compromiso con las causas feministas. A través de estos vínculos, Lejarraga encontró un espacio para discutir, debatir y profundizar en temas relacionados con los derechos de la mujer, la educación y la cultura.
Estas conexiones también le permitieron participar en congresos y eventos dedicados a la promoción de los derechos de las mujeres, donde a menudo abogaba por una mayor autonomía y oportunidades educativas para las mujeres. Su red de contactos intelectuales no solo enriqueció su obra, sino que también la ayudó a establecer una plataforma desde la cual podía abordar y desafiar las restricciones sociales de su tiempo.
Olvido Histórico
A pesar de su activa participación en el mundo cultural y su influencia en la literatura y el teatro españoles, Maria de la O Lejárraga fue en gran parte olvidada durante muchas décadas. Varias razones contribuyeron a este olvido:
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Anonimato y autoría: Como las obras que escribió fueron publicadas bajo el nombre de su esposo, su propia identidad como escritora quedó oscurecida. Esto hizo que su contribución literaria fuera difícil de reconocer y valorar en su justa medida.
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Guerra Civil y exilio: La Guerra Civil Española y el subsiguiente exilio afectaron profundamente a muchos intelectuales de la época, incluida María, quien pasó sus últimos años en Argentina. Este desplazamiento geográfico contribuyó a su desconexión de los círculos literarios y culturales de España.
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Revalorización tardía: Solo recientemente, con un renovado interés en recuperar las voces femeninas en la literatura y en reexaminar la historia desde una perspectiva de género, la figura de María de la O Lejarraga ha comenzado a ser reevaluada y reconocida.
La historia de María de la O Lejárraga es tan fascinante como complicada, especialmente en lo que respecta a su vida personal y profesional junto a su esposo, Gregorio Martínez Sierra.
Formaron un prolífico dúo literario y teatral, pero su matrimonio enfrentó serias dificultades. Gregorio tuvo una relación extramatrimonial con la actriz Catalina Bárcena, quien fue protagonista en muchas de las obras del matrimonio. Esta relación no solo fue una traición personal para Maria, sino que también complicó su vida profesional, ya que Catalina se convirtió en una figura central en el círculo teatral que manejaba Gregorio.
Tras la muerte de Gregorio Martínez Sierra en 1947, surgieron disputas sobre los derechos de autor de las obras que oficialmente se habían atribuido a él. La situación se complicó aún más cuando descendientes de Catalina Bárcena, Katia Martínez Sierra, hija extramatrimonial, reclamaron derechos sobre estas obras, alegando que Gregorio había sido el autor legítimo. Desde entonces Lejárraga empezó a firmar sus obras con el nombre de María Martínez Sierra. Así lo hizo en Una mujer por caminos de España (1952) y Gregorio y yo, medio siglo de colaboración (1953). En este último libro, da cuenta de un documento firmado en 1930 por Gregorio Martínez Sierra, en presencia de testigos, en el que declara que las obras son compartidas, a los efectos legales.
Maria, quien había colaborado en secreto en muchas de estas obras, se encontró en una posición desventajosa para reivindicar su autoría, principalmente porque la mayoría de las obras habían sido publicadas bajo el nombre de Gregorio. Este caso pone de manifiesto los desafíos que enfrentan las mujeres en el ámbito literario y artístico, especialmente en épocas y contextos donde sus contribuciones eran sistemáticamente invisibilizadas o atribuidas a figuras masculinas.
El reconocimiento de María de la O Lejárraga como autora legítima ha sido un proceso lento y complicado. Investigadores y estudiosos del teatro y la literatura han trabajado para corregir el registro histórico y asegurar que Maria reciba el crédito que merece. La lucha por el reconocimiento de sus derechos como autora también refleja un cambio más amplio en cómo la sociedad y la comunidad literaria y académica valoran y reconocen las contribuciones de las mujeres.
Concluimos señalando que el redescubrimiento y la revalorización de María de la O Lejárraga en la literatura española no solo es un acto de justicia literaria, sino también un crucial ejercicio de memoria histórica que desafía cómo recordamos y celebramos a los contribuyentes culturales. Su vida y obra ofrecen una ventana invaluable a las luchas y logros de las mujeres en las artes durante un periodo de profundos cambios sociales y culturales.
A través de su historia, vemos reflejado el desafío continuo que enfrentan las mujeres en ser reconocidas en sus propios derechos dentro de campos dominados históricamente por hombres. La figura de Lejarraga nos invita a cuestionar y redefinir constantemente nuestras propias percepciones sobre autoría, memoria y reconocimiento en el panorama cultural.
Por último el caso de María de la O Lejárraga subraya la importancia de reexaminar la historia literaria y artística para reconocer adecuadamente a aquellos cuyas obras fueron oscurecidas o usurpadas debido a dinámicas de género, poder y relaciones personales complejas. Su historia es un testimonio vital de la lucha por la justicia literaria y la igualdad de género en las artes, un recordatorio de que estas batallas muchas veces trascienden las vidas de sus protagonistas.
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