Situando su trama en una época marcada por la Contrarreforma y la censura artística instaurada por el Papa Pablo IV, Binet nos traslada a 1557, un período en el que se impusieron restricciones a las obras de arte, como los velos pudorosos sobre las figuras de la Capilla Sixtina. En este contexto, imagina el asesinato del pintor Pontormo, cuyos frescos en Florencia, hoy desaparecidos, buscaban rivalizar con los de Miguel Ángel, tejiendo una narrativa que cruza arte, intriga y misterio.
El novelista explora la perspectiva como un doble entrelazado: como técnica pictórica revolucionaria del período y como variadas interpretaciones de la realidad ofrecidas por sus narradores, no siempre confiables. Al estilo de una investigación detectivesca a lo Agatha Christie, Binet despliega una compleja red de personajes históricos, incluyendo a Giorgio Vasari, investigador de la trama, y Miguel Ángel, su confidente, junto a un elenco de figuras de la época. Además, reflexiona sobre los desafíos contemporáneos a la libertad de expresión, trazando paralelos entre la censura del pasado y las restricciones actuales, tanto de derechas como de izquierdas, en el arte y la literatura.
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