Vibración – José Ovejero

En las últimas décadas, la literatura ha experimentado un profundo cambio en la integración de temas contemporáneos dentro de sus narrativas. La mención de nuevas tecnologías, que al inicio del siglo XXI eran vistas por algunos como elementos ajenos al ámbito literario, ha evolucionado hasta convertirse en parte natural de las historias que se cuentan. Esta adaptación refleja no solo un cambio en los temas de interés para los autores y lectores, sino también una evolución en la percepción de lo que constituye el material literario. Sin embargo, algunos fenómenos sociales, como el botellón, a pesar de su relevancia cultural, han encontrado un espacio más reducido en la literatura. José Ovejero, en su novela, aborda este fenómeno de manera directa, situándolo en el comienzo de una historia ambientada en un entorno rural de la España más despoblada. Este enfoque no solo caracteriza el ambiente en el que se desarrolla la trama sino que también sirve como preludio a una exploración más profunda de temas como la familia, las herencias, la clase social y la violencia, bajo el prisma de una narrativa que se entrelaza con la cruda realidad de la denominada España vaciada.

El botellón, más que un mero acto de congregación juvenil para el consumo de alcohol en espacios públicos, encarna una serie de dinámicas sociales, económicas y culturales que reflejan cambios significativos dentro de la sociedad española contemporánea. Su mención en la literatura, especialmente en obras que buscan retratar la realidad social de forma cruda y sin filtros, como es el caso de la novela de José Ovejero, no es casual. Representa un intento de capturar la esencia de una generación y de los espacios rurales que, lejos de ser meros escenarios de trasfondo, se convierten en personajes vivos dentro de la narrativa.

Este fenómeno, si bien puede ser percibido como marginal o incluso desprovisto de la profundidad literaria por algunos, en realidad ofrece un rico terreno para explorar temáticas de alienación, búsqueda de identidad, y el contraste entre la vida urbana y rural. La elección de Ovejero de iniciar su novela con una escena de botellón no solo establece el tono de la narrativa sino que también subraya una voluntad de confrontar y dialogar con los elementos más terrenales y a menudo ignorados de la cultura contemporánea.

La ubicación de este botellón en un pueblo de la España más despoblada añade una capa adicional de significado al acto. No es simplemente una reunión social, sino un símbolo de resistencia, de la búsqueda de alternativas en un entorno que parece ofrecer pocas salidas. Asimismo, refleja la tensión entre los que desean partir en busca de oportunidades y aquellos que, desencantados con el exterior, optan por regresar a sus raíces. Este choque de perspectivas sirve como un microcosmos de las dinámicas más amplias que afectan a la España rural, marcada por la despoblación y el abandono, pero también por un sentido de comunidad y pertenencia que persiste a pesar de las adversidades.

En este contexto, el botellón se convierte en un acto de afirmación de la vida y de la juventud, un espacio donde se cruzan historias, sueños, y desilusiones, y donde el alcohol actúa como catalizador de verdades, deseos ocultos y, a veces, la violencia. Ovejero, al integrar este fenómeno en su narrativa, no solo dota a su obra de una autenticidad y relevancia cultural sino que también invita a reflexionar sobre las complejidades de la vida en las zonas más olvidadas de España.

La elección del entorno rural de Extremadura como escenario principal para la novela de José Ovejero no es arbitraria. Representa una región que, aunque rica en historia y cultura, enfrenta desafíos significativos en la España contemporánea, marcada por la despoblación y el abandono institucional. Este entorno se convierte en un personaje en sí mismo, reflejando las tensiones, contradicciones y la belleza austera de la vida rural española.

El simbolismo de este entorno rural se manifiesta de diversas maneras a lo largo de la narrativa. Por un lado, el paisaje de Extremadura, con sus vastos campos y la presencia de estructuras abandonadas, como el proyecto en desuso de una central nuclear, simboliza el declive económico y social de la región. Estos elementos no solo sirven como telón de fondo para la historia sino que también actúan como metáforas del estancamiento y la resistencia. La central nuclear, en particular, se convierte en un símbolo poderoso del progreso que nunca fue, de las promesas incumplidas que han marcado la vida de muchas comunidades rurales en España.

Además, el cementerio sumergido bajo el pantano es otro elemento simbólico clave en la novela. Representa no solo la pérdida y el olvido, sino también la profundidad de las historias no contadas que yacen bajo la superficie de estas comunidades. Este elemento añade una dimensión casi mística a la narrativa, un recordatorio de que, a pesar de la aparente quietud del entorno rural, hay corrientes subterráneas de historia, memoria y conflicto que afectan profundamente a sus habitantes.

La interacción entre los personajes y este entorno es central para la exploración de temas como la familia, las herencias, la clase social y la violencia. El entorno no es solo un escenario, sino un actor que moldea las vidas de los personajes, sus decisiones y sus destinos. La novela presenta la ruralidad no como un idilio escapista, sino como un espacio de lucha, adaptación y, en algunos casos, resignación. A través de este enfoque, Ovejero logra un retrato matizado de la vida rural que desafía tanto la idealización como la marginación de estas comunidades en la narrativa contemporánea.

La novela, por lo tanto, se convierte en una meditación sobre el significado del hogar, la pertenencia y el cambio. A través del prisma de la Extremadura rural, Ovejero invita a los lectores a reflexionar sobre las complejas dinámicas que definen la España moderna, especialmente las áreas afectadas por la despoblación y el declive económico. La representación del entorno rural en la obra de Ovejero es, en última instancia, un llamado a reconocer y valorar las historias y las vidas de aquellos que habitan estos espacios, a menudo olvidados, pero ricos en narrativas y significados.

Sinopsis:

Una joven pareja con una niña se instala en un pueblo del interior de España que languidece junto a un pantano entre los despojos de sus sueños: una central nuclear desmantelada, urbanizaciones sin acabar, anuncios descoloridos de una ciudad del ocio que nunca llegó a ser. Pretenden rehacer allí su vida, pero la niña se siente cada vez más atraída por los misterios que esconde el pantano, mientras el padre intenta comprender una extraña vibración que parece unir el pasado y el presente, la memoria y el desasosiego de quienes todavía permanecen en el pueblo. Y la madre, mientras intenta sacar a flote sus vidas, siente que hay algo, más allá de lo visible, que se le escapa.

Autor:

José Ovejero (Foto La Opinion de Málaga)

José Ovejero, nacido en Madrid en 1958, es un escritor cuya obra transita por una diversidad de géneros literarios, desde la novela y el cuento hasta el ensayo, la poesía, la literatura de viajes y el teatro. Esta versatilidad no solo demuestra su habilidad como narrador sino también su compromiso con la exploración de distintas formas de expresión literaria. Ovejero se ha destacado en el panorama literario español e internacional no solo por la amplitud de su obra sino también por la profundidad y originalidad de su enfoque narrativo.

Viviendo entre España y varios países europeos, como Alemania y Bélgica, su experiencia internacional ha enriquecido su perspectiva literaria, permitiéndole abordar temas universales desde una posición única. Además de su labor como escritor, Ovejero ha contribuido significativamente al mundo literario como traductor y como docente en talleres literarios, roles que subrayan su compromiso con la difusión de la literatura y la formación de futuras generaciones de escritores.

Su obra ha sido reconocida con prestigiosos premios, como el Premio Primavera de Novela en 2005 con Las vidas ajenas y el Premio Alfaguara en 2013 con La invención del amor. Estos reconocimientos no solo avalan su talento sino que también reflejan la resonancia de sus obras entre críticos y lectores. Ovejero, a través de su escritura, busca trascender la búsqueda de la belleza por la belleza misma para enfocarse en la verdad, una verdad que no se sustrae a la complejidad, a la contradicción y a la oscuridad de la condición humana.

El estilo narrativo de Ovejero se caracteriza por su claridad y precisión, evitando el lirismo en favor de una prosa limpia y directa que se pone al servicio de la historia. Esta aproximación estilística permite una inmersión más profunda en las temáticas que aborda, facilitando una conexión directa con el lector. En Vibración, su quinta novela publicada por Galaxia Gutenberg y la número doce en su obra, este enfoque se manifiesta a través de una narrativa que, sin adornos, explora la vida en un pueblo de la España más despoblada, tejiendo una red de historias personales que reflejan los desafíos y las esperanzas de sus personajes.

El compromiso de Ovejero con la representación de realidades a menudo marginadas, como la de la España vaciada, revela un interés por llevar al lector hacia una reflexión sobre aspectos de la sociedad contemporánea que pueden ser fácilmente ignorados. Su capacidad para construir universos narrativos ricos y complejos, donde cada elemento —desde el entorno hasta los más pequeños detalles— contribuye a la profundización de la trama, establece a Ovejero como un narrador excepcional, cuya obra invita a una lectura consciente y crítica de nuestro entorno.

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