Todo está conectado. Ese es el lema que el autor, David Mitchell propone con bastante acierto para esta interesante novela, una narración compleja formada por seis historias que aparentemente no tienen nada que ver la una con la otra pero que, conforme avanza la historia se van entrelazando, a veces muy sutilmente. Las historias están ambientadas en lugares y tiempos totalmente dispares, lo que puede confundir aún más al lector que, inconscientemente, busca las conexiones entre personajes que poco parecen tener en común.
La novela tiene una estructura temporal que sigue un orden cronológico, primero ascendente, y luego descendente, como una escala musical que sube y baja, y no es banal usar el ejemplo de una escala musical porque precisamente el título del libro, como sabremos en un momento dado, es el título de una composición musical, una sinfonía, que conectará algunas de las historias.
De esta forma, la novela comienza a mediados del siglo XIX, con el regreso de Adam Ewing, un notario que viaja para atender un encargo de su suegro desde las islas Chatham a su hogar en California. Durante el viaje, Ewing traba amistad con un médico, el doctor Goose, quien tratará la extraña enfermedad que aqueja a Ewing al poco de haber embarcado. La narración nos llega en este caso a través del diario de Ewing.
La historia se interrumpe de forma abrupta y pasamos al siguiente episodio, contado esta vez usando la técnica epistolar. En este caso nos encontramos en 1931 en algún lugar de Bélgica, donde un joven Robert Frobisher, un músico con aspiraciones a convertirse en un compositor famoso, y cuya orientación sexual le ha apartado de su familia, es contratado por un famoso músico, ya viejo y enfermo pero a quien Frobisher admira, para ayudarle a transcribir una pieza musical que ronda por su cabeza, tal vez el último reducto de su casi extinguida genialidad. Con el viejo compositor viven su esposa y su hija, lo que propiciará una serie de encuentros amorosos con el joven compositor. Todas estas circunstancias son referidas por el joven Frobisher a su amigo y amante a través de una serie de cartas.
La tercera parte transcurre en los años setenta, y se sitúa en la Costa Oeste de Estados Unidos. Allí encontramos a la periodista Luisa Rey, influenciada por la figura de su padre, a quien toma como un modelo de periodista honesto y valiente que ella también anhela llegar a ser, aunque en la actualidad no pase de ser una periodista del montón, con aspiraciones eso sí, pero que se tiene que conformar con su trabajo para una revista mediocre. Sin embargo, de forma accidental, se le presenta el que puede ser el caso de su vida, y Luisa Rey se involucra en una investigación que trata de destapar las maniobras de unos tenebrosos personajes que dirigen sin escrúpulos un negocio de energía nuclear que supone un peligro potencial para la población. Dispuesta a llegar hasta el final, aun a costa de arriesgar su vida, recibe la ayuda de muy pocas personas, entre ellas un científico de la central, que se enamora extrañamente de ella sin apenas saber nada de ella, simplemente porque le hace recordar a alguien que ya conoció, o que le resulta familiar.
El capítulo titulado “El tremendo calvario de Timothy Cavendish” se sitúa en la actualidad. En este caso lo protagoniza un viejo editor y agente literario que se ve metido en un aprieto con mafiosos a los que les debe dinero. Entre otras novelas para su posible publicación, Cavendish recibe una titulada “Vidas a medias: el primer misterio de Luisa Rey”. En un momento dado, cuando Cavendish le pide ayuda económica a su hermano, éste decide ingresarlo en una especie de asilo regentado por enfermeras sádicas que le harán la vida imposible. Este capítulo tiene concesiones humorísticas que de nuevo rompen el esquema narrativo, siendo cada historia única, a su manera y en su estilo.
El quinto capítulo cambia a un tiempo futuro, y la narración pasa entonces al ámbito de la ciencia-ficción, cambiando, una vez más la técnica narrativa dentro de la misma novela. Este es uno de los capítulos más interesantes porque quizá en él se encuentra el centro de todas las conexiones, a través de una figura femenina llamada “Sonmi 451”, una especie de esclava moderna que termina revelándose contra un sistema totalmente deshumanizado.
Por último, la acción transcurre en Hawai, en un futuro post-apocalíptico posterior a la era de Somni 451. Se trata de una especie de regreso a la prehistoria, aunque con algunos elementos que perduran de la modernidad. La historia la narra Zachry, un pastor esquizofrénico al que atormenta un demonio personal. Zachry se ve envuelto en una situación en la que se encentra abocado a ayudar a una clarividente llamada Merónima, que proviene de una sociedad más avanzada que ellos.
A partir de ahí, la novela recorre simétricamente los capítulos esta vez de forma descendente. Seis historias relacionadas entre sí componen esta novela, en las que el autor reflexiona sobre el poder, el amor, la amistad o la política que se sirve del miedo para tratar de controlar la vida de los demás. Asimismo, nos habla de lo que puede hacer cada uno para conseguir que el mundo sea un sitio mejor y nos ofrece su visión particular de la existencia, en la que todo está relacionado y en la que ser conscientes de tal vínculo es la clave para poder hacer algo que merezca la pena. Porque, como nos da a entender el autor muy acertadamente, aunque no seamos más que gotas de agua en un océano inmenso, ¿qué es un océano sino una multitud de gotas? Mitchell entrelaza las historias de forma brillante y original. No hay lugares comunes ni conclusiones evidentes. Todo forma parte de una gran “sinfonía”, y el autor lleva al lector a través de ese esquema compositivo sin que uno se dé cuenta, sin que se esté esperando ese momento, hasta que de pronto se da con él y todo cobra sentido. Tal como dicen el libro y la película, “todo está conectado”.
Autor:
David Mitchell (Ainsdale, 12 de enero de 1969) novelista inglés.
Mitchell nació en Southport, Merseyside, en Inglaterra. Estudió en la universidad de Kent donde se tituló en Literatura inglesa y americana, y realizó un máster en Literatura comparada.
Residió un año en Sicilia y luego se mudó a Hiroshima, donde trabajó como profesor de inglés para alumnos de escuelas técnicas durante 8 años antes de regresar a Inglaterra. Desde entonces vive en Cork, Irlanda, con su esposa japonesa, Keiko, y sus dos hijos.
La primera novela de Mitchell, Escritos fantasma (Ghostwritten, 1999), transcurría por distintos puntos del globo, de Okinawa a Mongolia llegando hasta Nueva York, y usaba nueve narradores cuyas historias se entrelazaban. Con esta novela ganó el premio John Llewellyn Rhys (para el mejor autor británico menor de 35 años) y fue nominado para el Guardian First Book Award.
Sus siguientes trabajos, number9dream (2001) y El atlas de las nubes (Cloud Atlas, 2004), fueron nominados para el Man Booker Prize.
© Jaime Molina. Marzo 2024. Todos los derechos reservados. (Cicutadry)
una obra maestra de la “metaficción”