Una historia que no tiene tiempo y comienza así…
Había una vez una niña de aspecto encantador que amaba jugar en la naturaleza. Se sentía plena de vida entre los árboles, corriendo descalza sobre la suave hierba. El viento jugueteaba con su cabello mientras ella, con una sonrisa radiante, se aventuraba a trepar a los árboles. Desde las alturas, conversaba con el espíritu del árbol y los pájaros que se posaban en sus ramas, conectando con cada susurro del viento y los rayos de sol que se filtraban para acariciar su rostro. Sus ojos brillaban con una luz impresionante, reflejo de la alegría que habitaba en su interior.
Al regresar a su poblado, la gente notaba su felicidad y armonía. Los vecinos, curiosos, le preguntaban cuál era el secreto de su estado de ánimo tan positivo. «Subo a los árboles, hablo con ellos y me conecto con el espíritu de la vida», respondía ella con una voz melodiosa.
Inspirados por la niña, los habitantes del pueblo decidieron adoptar un nuevo estilo de vida. Se trasladaron al campo, construyendo hogares en las copas de los árboles y disfrutando de la belleza natural que los rodeaba. Con el tiempo, sus rostros reflejaban un esplendor renovado, y se forjó una unión más estrecha entre ellos. Abandonaron las rutinas sociales establecidas y agudizaron sus sentidos, llegando a escuchar la savia fluir por los árboles y sintiendo la comunicación del bosque a través de sus raíces.
En este estado de armonía, hicieron contacto con los Seres Intraterrenos, entidades místicas que habitaban en el mundo interior de la Tierra. En reconocimiento a su forma de vida ejemplar, los Intraterrenos les obsequiaron con: un Disco Solar de resplandor dorado y luz propia. El pueblo quedó asombrado ante tal maravilla.
Algunos comenzaron a venerar el Disco Solar como un dios, construyendo viviendas a su alrededor y volviendo gradualmente a su antigua forma de vida. Este cambio llevó a la pérdida del esplendor y la sabiduría que habían alcanzado, cayendo en un fanatismo ciego.
Sin embargo, la niña y algunos amigos sintieron que el Disco Solar tenía un propósito más profundo. Al tocarlo, la niña descubrió que era una herramienta para conectar con su interior, un portal a la autodescubrimiento y expansión de su ser. Con cada contacto, su entendimiento y conciencia se expandían, revelándole mundos desconocidos y seres extraordinarios.
La comunidad se dividió: unos seguían venerando el Disco Solar desde fuera, mientras otros, como la niña, lo utilizaban para conectarse con su esencia interna.
«¿Y tú, te atreves a tocarlo y verte a ti mismo?», preguntaba la niña a quien se cruzara en su camino, invitándoles a descubrir su propio corazón y la grandeza que reside en su interior.
© Oro Ontiveros. Enero 2024
Hay reminiscencias en este bello cuento de lo que en verdad quiere nuestra alma estar en contacto con la naturaleza y como cuando estamos con ella resplandecemosy cuando nos desconectamos de ella nos llenamos de oscurldad, Oro lleva en su ecencia la naturaleza misma por eso nos deja este vello cuento que es verdad para mi. Gracias
Un texto maravilloso su descripción y como nos invita a conectar con la naturaleza y nuestro corazón
Que hermoso artículo este, podéis imaginar la profundidad de las expresiones y cómo el escritor fue capaz, en breves frases, de devolvernos a la naturaleza del primer hombre, el hombre primitivo que vivió en el abrazo de la naturaleza, entre árboles. y lagos, bajo la luz del sol durante el día, y disfrutando de la belleza de la luna por la noche. El escritor coincidió con mi punto de vista en que todo es antiguo, es hermoso. Si volvemos a nuestra naturaleza primitiva, a nuestra Las almas estarán más conectadas, más comunicativas y más inocentes. Gracias Oro por este maravilloso artículo. Espero que no dejes de escribir. Tus mensajes llegan primero a los corazones, luego a las mentes. Mis saludos para ti.
Te veo reflejada en este cuento. Lo vives. Lo haces con mucha imaginación y entusiasmo. Originalidad. Transmites valores. Conectarnos con nuestro interior y expandir nuestro ser. Como en la realidad, unos siguen el camino espiritual y otros no.