Por-no hablarlo

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REPORTAJE GANADOR DEL I PREMIO DE PERIODISMO LUCÍA MARTÍNEZ ODRIOLOZA

Texto: © Ana María Bosch Pla


La pornografía mainstream, que apuntala la masculinidad hegemónica, se ha convertido en el acceso más sencillo de la juventud al sexo ante la falta de educación sexual.

Saber si serán capaces de cumplir con las expectativas, les dolerá o si conseguirán satisfacer a la otra persona son algunas de las dudas que tienen miles de jóvenes al enfrentarse a su primera relación sexual. María (nombre ficticio, al igual que el resto de los adolescentes citados) tiene 15 años y necesita acudir al porno para encontrar respuestas. No es la única.

María forma parte del 25,5 por ciento de personas que han accedido a la pornografía para aprender sobre sexo. Una realidad convertida en problemática porque el 36,8 por ciento de quienes lo consumen durante la adolescencia asegura no distinguir entre la ficción y sus propias experiencias sexuales, y el 17,1 por ciento no sabe responder. En adolescentes de género no binario es más evidente: se observa que es menos probable que la fábula audiovisual cumpla sus expectativas. “El contenido pornográfico está hecho para hombres cis heterosexuales por lo que otras identidades y orientaciones quedan fuera y no están representadas”, justifica Roberto Sanz, psicólogo de la fundación Sexpol, referente en sexología a escala nacional.

La curiosidad que gira en torno al sexo entre los ocho y 11 años o la excitación que provoca el porno gratuito, comercial y accesible, ya entrada la adolescencia, son algunos de los motivos que justifican el acceso según Teresa Rincón. Esta sexóloga y técnica de la asociación Dessex califica el porno convencional como “muy violento”. Para Rincón es importante no relacionar el sexo con violencia porque a pesar de que hay gente que prefiere prácticas más “bruscas”, “en ningún caso son violencia porque hay consentimiento”.

Los datos expuestos los ofrece el informe ‘(Des) información sexual: Pornografía y adolescencia’ editado en junio de 2020 por Save the children. Recoge, entre otras cosas, que tienen el primer contacto con el porno es a los 8 años, a pesar de que la media de consumo habitual está en los 12 años. Existe un factor diferenciador según el género: para los chicos, el primer acceso es intencionado ya que supone “un rito de iniciación a la madurez, al deseo sexual y a la socialización masculina”, y las chicas lo encuentran de manera accidental y están más expuestas a recibir el contenido por parte de desconocidos. Las personas no binarias, por su parte, hacen una búsqueda activa por la necesidad de encontrar información sobre sexualidad… SEGUIR LEYENDO en Píkara Magazine

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