La gran Ahmosis-Nefertary fue una emblemática reina de la XVIII dinastía que ostentó el inusual título de profeta de Amón (reservado a los varones). Dio lugar a un linaje de poderosas mujeres que portaron su sagrada sangre como Hatshepsut (y posiblemente las famosas Nefertiti y Nefertary) y cuyo linaje se remontaba a los dioses por línea femenina pues venían de una saga infinita de hijas de faraón casadas a su vez con un faraón. Puede decirse que más que garantizar el derecho al trono de los varones gracias a su abolengo, como realmente hacían, estas mujeres eran el mismo trono. Eran tan temidas que el faraón Tutmosis III encerró en un harén a todas las descendientes de Ahmosis-Nefertary y los faraones ramésidas borraron su origen.
La reina que fue profeta de Amón
Ahmosis o Ahmose-Nefertary, ‘La nacida de Iah (el dios lunar)’ y ‘La que ha sido hecha bella’, era hija del rey Se-Ken-en-Ra Tao II (ca. 1577 a. C.) y de la lengendaria reina Iah-Hotep, otra de las mujeres más poderosas de Egipto que incluso batalló contra los invasores hicsos y consiguió expulsarlos.
Aunque en la corte había otras princesas de sangre real nacidas antes que Ahmosis-Nefertary fue la elegida por alguna razón para desposar a su hermano Ahmosis (ca. 1550-1525 a. C.) y convertirse en su gran reina, bien por ser la más fuerte, bien por su carácter o por motivos que desconocemos. Desde entonces su papel fue preponderante en la corte tebana, alcanzó una autoridad e influencia tales que llegó a formar parte del clero de Amon aun siendo mujer, algo que no tiene precedentes en la historia de Egipto. Incluso adoptó el título de segundo profeta de Amón, importante cargo religioso en un sacerdocio solo formado por varones.
No se sabe por qué motivo Ahmosis-Nefertary tuvo que renunciar a su cargo en el sacerdocio de Amón, y esto se hizo mediante un contrato entre ella y el rey. A cambio de su renuncia al título de profeta de Amón, Ahmosis-Nefertary recibió una ingente indemnización que se materializó en un palacio constituido por un clero femenino integrado por las nobles tebanas, tierras, oro, plata, ropas, sirvientes y otros muchos recursos. Desde entonces Ahmosis-Nefertary disfrutó del destacadísimo título de gran esposa del dios que a partir de ella portarían todas las princesas destinadas a transmitir la realeza.
De su matrimonio con su hermano Ahmosis nacieron sus hijos: Amen-Hotep I (ca. 1525-1504 a.C.) y Meryt-Amon que fue la gran esposa real de su hermano Amen-Hotep I.
Para saber más:
Teresa Bedman, Reinas de Egipto: el secreto del poder, Madrid, Alianza Editorial, 2007.
Imágenes
A partir del óleo de Edwin Longsden Long (1821-1891), La encargada de los ibis sagrados en el templo de Isis, colección privada.
A partir de una estatuilla de Ahmosis-Nefertari en el Louvre.
© Ana Morilla. Noviembre 2023. Todos los derechos reservados.
Libro para adquirir de Teresa Bedman.
Gracias Ana Morilla.
Abrazos.
Ivonne Sánchez-Barea