El arreglo

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EL ARREGLO (1983) DE JOSÉ ANTONIO ZORRILLA. AJUSTE DE CUENTAS Y FRÍA EXPLOSIÓN DE RABIA. 

Eusebio Poncela, protagonista de El arreglo de José Antonio Zorrilla

Aunque pudiera parecer que no fue sino a raíz del estallido de la crisis económica en el año 2008 y el surgimiento del movimiento de 15-M cuando empezó a discutirse y cuestionarse la leyenda rosa de la Transición, ya a finales de los setenta y comienzos de los ochenta se definieron posiciones críticas con algunos de los aspectos de un proceso que, sin negar sus luces, también tuvo sus sombras, sombras que fueron eludidas y escamoteadas en los discursos oficiales y en las informaciones en los medios de comunicación. En el período indicado, hubo muchas películas que, bien directamente, como en el díptico documental Después de… primera parte: No se os puede dejar solos (1983) y Después de… segunda parte: Atado y bien atado (1983) de Cecilia y José Juan Bartolomé (el cual sufrió grandes problemas administrativos y de censura que llevaron a que fuera estrenado de manera muy limitada con tres años de retraso), bien de manera metafórica o irónico-humorística, como en ¡Arriba Hazaña! (1978) de José María Gutiérrez Santos, Las truchas (1978) de José Luis García Sánchez, Los fieles sirvientes (1980) de Francesc Betriu, Los ojos vendados (1978) y Mamá cumple 100 años (1979) de Carlos Saura, Mambrú se fue a la guerra (1986) de Fernando Fernán Gómez o, incluso, Amanece, que no es poco (1989) de José Luis Cuerda, ya mostraban su postura crítica en relación a la evolución de los acontecimientos políticos de los años inmediatamente anteriores.

Eusebio Poncela junto a Francisco Portes en un tenso momento de El arreglo

Dentro del género negro, también hubo aportaciones en el sentido de revelar o insinuar aquellos aspectos de la Transición que resultaban más problemáticos y contradictorios, y una de las más significativas es El arreglo (1983) de José Antonio Zorrilla. La película tiene como protagonista al inspector Crisanto Perales ‘El Sultán’ (Eusebio Poncela), que, después de haber estado más de dos años hospitalizado (no se explica con todo detalle pero queda más o menos claro que como consecuencia de un fuerte botellazo en la cabeza recibido en una acción policial), regresa a sus cometidos en el cuerpo de policía. Poco después de que su superior, el subcomisario González ‘El Tigre’ (Adrián Ortega), le encargue que investigue la desaparición de un delincuente de poca monta apodado ‘El Malayo’, aquel muere asesinado en un presunto atentado terrorista. Pero, conforme Crisanto avanza en sus investigaciones, va descubriendo una compleja trama en la que está implicado uno de sus compañeros en las fuerzas de seguridad, Leo (Pedro Díez del Corral), quien parece destinado a convertirse en el comisario más joven de la democracia. Al final, Crisanto tendrá que actuar de forma expeditiva para salir de la encrucijada en la que acaba estando atrapado.

El protagonista de El arreglo se verá atrapado en una compleja y endiablada trama

Hay dos o tres guiños en el desarrollo de la trama que pueden pasar inadvertidos pero que encierran una importante carga cinéfila. En determinados momentos del film, Eusebio Poncela comparte planos con Marta Fernández Muro y Will More (este último sin acreditar y con su voz doblada en una película rodada con sonido directo, esto último algo poco habitual en el cine español hasta tiempos no muy lejanos), con quienes el actor ya trabajó previamente en Arrebato (1979) de Iván Zulueta, y con Felicidad Blanc, viuda del poeta Leopoldo Panero, y que fue uno de los personajes principales del documental El desencanto (1976) de Jaime Chávarri. Si El desencanto puede ser definida como un duro y contundente ajuste de cuentas con el pasado y Arrebato como una provocación lanzada al porvenir, hay que decir que, curiosamente, El arreglo encierra bastante de esas dos mismas dimensiones, ya que esconde un discurso con una fuerte carga de profundidad sobre la pervivencia de elementos provenientes del régimen franquista en la estructura de los cuerpos policiales de la recién estrenada democracia y el mantenimiento del poder e influencia de poderes extranjeros en la vida cotidiana del país y acaba con un golpe seco y violento que parece poner toda la fe en un fuerte revulsivo como única solución para terminar con dichos problemas.

En la primera imagen, Eusebio Poncela da la mano a Will More. En la segunda, el actor está con Marta Fernández Muro. En la tercera, está acompañado por Isabel Mestres (izqda.) y Felicidad Blanc (centro)

Crisanto Perales es un personaje en crisis. Viene de ser una figura de otros tiempos, regidos por unos criterios y  unas prácticas muy diferentes a las que van imponiéndose en el nuevo régimen político. Arrastra aún los efectos del percance sufrido en acto de servicio y, a la vez, una adicción al alcohol que no se sabe si apareció como consecuencia de lo primero o es algo anterior a la mencionada circunstancia. Es, realmente, un arquetipo y metáfora de alguien que ha visto sacudido el mundo en el que se movía como héroe, amo y señor y que, a raíz de los cambios acaecidos, se ha transformado radicalmente, debiendo adaptarse a unas pautas de actuación que representan un giro de ciento ochenta grados respecto a la situación anterior. Toda la película viene a ser un viaje de redención y purificación del protagonista, quien, poco a poco, va soltando lastres del pasado, va adquiriendo conciencia del entorno que lo envuelve y tiene que terminar tomando decisiones tajantes para poder escapar de las amenazas que están poniendo en peligro su vida. El arreglo es una película sombría pero no se puede negar que encierra un desenlace en el que se acaba haciendo, en cierto modo, justicia: no todos los culpables sufren su correspondiente castigo pero sí que acaba purgando su culpa quien ha demostrado ser pieza esencial de los sangrientos acontecimientos de los que hemos sido testigos.

El protagonista de El arreglo se enfrenta a que su mundo ha sufrido un cambio radical

A lo largo de todo el film, se van sucediendo frases de doble sentido (que, en una primera visión, pueden pasar desapercibidas) que dibujan un retrato preocupante de muchos hechos en los que parece existir una verdad encubierta y disimulada frente a la verdad oficial que se transmite a la ciudadanía. Al mismo tiempo, se van sucediendo una serie de muertes provocadas, en última instancia, por elementos policiales fuera de control, las cuales, al tener como víctimas a personas de escasa relevancia social, pasan a segundo plano y nunca llegan a ser esclarecidas. Teniendo en cuenta que el estreno de El arreglo se produjo el 19 de septiembre de 1983 y que la primera acción de los GAL (el secuestro y muerte por torturas de los etarras Lasa y Zabala) tuvo lugar el 16 de octubre de ese mismo año y que la desaparición de Santiago Corella ‘El Nani’ se produjo el 12 de noviembre inmediatamente posterior, la pregunta que cabe hacerse es evidente: ¿ofrecía El arreglo un preciso y lúcido diagnóstico de una situación que, sin ser denunciada ni corregida ni afrontada, acabó teniendo consecuencias de hondo y grave calado en la sociedad española? Y otra quizás más inquietante: ¿constituye la historia de la película la raíz de hechos tan graves como los que hemos contemplado en el denominado “caso Villarejo” y que, tal vez, solo serían la punta del iceberg de un conjunto de circunstancias aún existentes? Sea como fuere, El arreglo es otra interesantísima muestra cinematográfica del género negro español que, por todo lo comentado, merece mucho la pena rescatar y recuperar.

El arreglo encierra muchas claves de la historia contemporánea de España

© José Manuel Cruz. Marzo 2023. Todos los derechos reservados. 

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