Las paredes ven (Manuel Iribarren)

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En una ciudad tranquila, una joven mujer semidesnuda cae al vacío desde una azotea. El impacto contra el asfalto rompe el silencio de la mañana. Desde el edificio de enfrente, un escritor contempla la escena sin saber que su vida está a punto de cambiar.

Así arranca Las paredes ven, la novela más intensa y moderna del navarro Manuel Iribarren (1902–1973), Premio Nacional de Literatura, que regresa a las librerías gracias a la editorial Berenice tras más de medio siglo de silencio.

Finalista del Premio Blasco Ibáñez en 1970, este apasionante thriller no habría sido publicado si no hubiera sido por la intervención del propio José María Pemán, que, tras ganar aquel año, cedió íntegramente la dotación económica del galardón para que esta historia viera la luz, tal era la calidad literaria que vio en el libro. Hoy, Berenice la rescata en una edición definitiva que hace justicia a lo que muchos consideraron entonces su mejor obra.

El thriller que anticipó la novela psicológica contemporánea atrapa al lector desde la primera página. En el centro de la trama está José Javier Almándoz, un escritor desencantado que, al presenciar la caída de una joven desde el ático de su edificio, abandona el ensayo que estaba escribiendo y comienza a indagar. La policía acepta la versión del suicidio, pero hay demasiadas grietas en esa historia. ¿Por qué nadie oyó la caída? ¿Por qué las ventanas estaban cerradas? ¿Quién era realmente esa mujer?

A medida que Almándoz profundiza, lo que parecía una tragedia íntima se convierte en un escalofriante laberinto de secretos familiares, violencia invisible, culpa silenciada y ambiciones no confesadas. Iribarren construye así una novela que combina con audacia el ritmo del thriller con la introspección del drama psicológico y una crítica social tan sutil como poderosa.

El título es clave: Las paredes ven. Porque incluso lo que ocurre entre cuatro muros, tarde o temprano, sale a la luz. Los actos privados también tienen consecuencias. Lo íntimo se convierte en político.

Manuel Iribarren fue un autodidacta excepcional, miembro de la Generación del 36, y uno de los pocos autores navarros que alcanzó prestigio nacional. Publicó con Espasa, estrenó en el Teatro Español, participó en tertulias con Benavente, Baroja o los hermanos Álvarez Quintero, y fue admirado por Miguel Delibes, quien lo consideraba una de las voces más auténticas de la literatura española del siglo XX.

Galardonado con el Premio Nacional de Literatura en 1965 por El misterio de Obanos, Iribarren escribió hasta el final. Su última etapa, la del tardofranquismo, le permitió recuperar la libertad creativa de sus primeros años. Las paredes ven es el resultado de ello.

© Berenice Editorial – Almuzara 

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