A partir del próximo sábado iniciamos la publicación de un nuevo TESORO LITERARIO. «FORTUNATA Y JACINTA» de Don Benito Pérez Galdós.
Fortunata y Jacinta, publicada en cuatro volúmenes entre 1886 y 1887, constituye una de las cimas narrativas del realismo español y la obra más ambiciosa de Benito Pérez Galdós. Esta novela, de estructura monumental y ambición totalizadora, ofrece una complejísima radiografía de la sociedad madrileña de finales del siglo XIX a través del retrato de dos mujeres antitéticas unidas por un mismo hombre: Juanito Santa Cruz. Con un estilo vigoroso, una arquitectura novelesca admirable y una aguda percepción psicológica, Galdós despliega aquí su maestría como narrador y su capacidad para analizar las contradicciones de la condición humana.
La novela gira en torno a un triángulo amoroso protagonizado por Fortunata, una joven de clase baja de espíritu libre y pasional; Jacinta, esposa legítima y burguesa de carácter sumiso y devoto; y Juanito Santa Cruz, un joven de buena familia educado en el hedonismo y la irresponsabilidad. La historia arranca con el matrimonio de Juanito y Jacinta, pero pronto se complica al descubrir esta última que su esposo había tenido anteriormente un hijo con Fortunata. Este descubrimiento desencadena una serie de encuentros, rupturas, manipulaciones y frustraciones que se prolongan durante años, configurando un drama en el que se entrecruzan la pasión amorosa, el ansia de maternidad, la lucha de clases y el destino trágico.
Galdós divide Fortunata y Jacinta en cuatro partes principales, cada una con su propio título y autonomía relativa, pero todas articuladas en torno a un eje común: el deseo y la lucha por la legitimidad, tanto afectiva como social. El relato abarca varios años y combina con maestría lo episódico y lo panorámico, en un vaivén de escenas íntimas y cuadros sociales de gran amplitud. El narrador omnisciente, con frecuencia intrusivo, guía al lector con ironía y lucidez, modulando el ritmo con digresiones, descripciones detalladas, monólogos interiores y saltos temporales.
El uso del flashback es recurrente para ofrecer antecedentes de los personajes, especialmente en el caso de Fortunata, cuya historia previa es reconstruida a través de testimonios fragmentarios. Además, el recurso a capítulos breves y cambios de enfoque permite que la narración fluya como un mosaico de voces y miradas.
Estudio de los personajes
La galería de personajes que pueblan esta obra es extraordinaria, tanto por su número como por su profundidad psicológica. Galdós no cae nunca en el estereotipo plano; incluso los personajes secundarios —como Guillermina Pacheco, Feijoo o doña Lupe— están trazados con fineza y contribuyen a enriquecer el universo narrativo.
Fortunata emerge como una figura trágica y vibrante, marcada por el deseo de ser reconocida, amada y respetada. Su evolución desde la joven impulsiva y desamparada hasta la mujer consciente de su tragedia la convierte en el corazón palpitante de la novela. Su carácter contradictorio —tierna y salvaje, generosa y violenta— la sitúa en la estela de las grandes heroínas literarias.
Jacinta, en cambio, representa la domesticidad frustrada. Educada para ser esposa y madre, vive angustiada por su infertilidad y se aferra a su matrimonio como único sentido vital. Frente a la pasión desbordante de Fortunata, Jacinta encarna el sacrificio, la contención y la fidelidad doliente.
Juanito Santa Cruz, verdadero eje del conflicto, es presentado como un niño grande, frívolo y egoísta. Incapaz de renunciar a sus privilegios ni de asumir responsabilidad alguna, manipula a ambas mujeres según su conveniencia. Su carácter pasivo-agresivo y su cobardía emocional lo convierten en un símbolo de la decadencia moral de la burguesía.
El estilo de Galdós en Fortunata y Jacinta es de una riqueza admirable. Aunque fiel a los cánones del realismo, no renuncia a una expresividad que por momentos roza lo lírico o lo simbólico. El narrador, culto y omnisciente, no oculta su presencia, y con frecuencia interpela al lector o comenta con ironía los acontecimientos. Esta técnica, heredera del narrador decimonónico a la manera de Balzac o Dickens, se combina con una aguda observación de lo cotidiano y un oído privilegiado para el habla popular.
La polifonía es otro rasgo distintivo. Alterna registros lingüísticos con destreza: desde la elocuencia pomposa de los burgueses hasta la jerga de los barrios bajos. Los diálogos son ágiles y realistas, y contribuyen a perfilar los caracteres con precisión. Las descripciones, extensas pero no gratuitas, construyen un Madrid vivo, sucio, contradictorio, lleno de claroscuros.
Escrita en plena madurez creativa de Galdós, Fortunata y Jacinta responde al impulso realista de retratar fielmente la sociedad, pero también contiene elementos naturalistas —como la determinación por el entorno y la herencia— y una sutil crítica social que trasciende el didactismo. Galdós, aunque influido por autores como Balzac, Zola y Tolstói, configura una estética propia en la que lo español adquiere una centralidad esencial.
El contexto histórico de la Restauración Borbónica (1874–1931), con su aparente estabilidad política y su desigualdad económica rampante, sirve de telón de fondo. La novela no solo describe las tensiones entre clases sociales, sino que también refleja el conflicto entre tradición y modernidad, la hipocresía moral de las clases acomodadas y la exclusión de la mujer de los espacios de decisión.
La novela aborda múltiples temas, pero dos predominan: la maternidad como deseo frustrado y la lucha de clases en clave sentimental. Jacinta ansía un hijo que dé sentido a su vida; Fortunata, madre biológica, busca reconocimiento social y legitimidad. Ambas, a su modo, luchan contra un sistema que las reduce a funciones reproductoras o decorativas.
El personaje de Fortunata adquiere tintes simbólicos: es la mujer libre, el deseo incontrolable, la vida sin corsés morales. Su caída y redención tienen ecos bíblicos, y su sacrificio final recuerda a una figura mártir. Jacinta, en cambio, encarna la resignación, el orden, la moral burguesa.
El propio Juanito puede interpretarse como símbolo del patriarcado parasitario, incapaz de amar sin destruir, de poseer sin anular. Madrid, por su parte, es mucho más que un escenario: es un personaje coral, una ciudad bulliciosa y cruel donde todos se buscan y se pierden.
Fortunata y Jacinta es, sin lugar a dudas, una obra maestra de la literatura universal. Su grandeza no reside solo en la amplitud de su ambición, sino en la profundidad con que examina los conflictos del alma humana. Galdós construye aquí una tragedia moderna, sin héroes ni redención plena, donde todos los personajes están atrapados en sus deseos, sus prejuicios y sus limitaciones.
La novela exige al lector una implicación paciente, pero recompensa con creces: su densidad no es obstáculo, sino estímulo. La complejidad moral de sus personajes, la brillantez de sus diálogos, la riqueza de su estilo y la precisión de su mirada sociológica hacen de ella una lectura imprescindible.
No obstante, es justo señalar que, en ciertos pasajes, la prosa puede volverse excesivamente prolija o las digresiones del narrador distraer del núcleo dramático. Esta aparente dispersión forma parte del método galdosiano, pero puede suponer una barrera para lectores contemporáneos poco acostumbrados a los ritmos decimonónicos.
Sobre el Autor
Benito Pérez Galdós (Las Palmas de Gran Canaria, 1843 – Madrid, 1920) es una de las figuras fundamentales de la narrativa española. Autor prolífico, escribió más de 70 novelas, entre ellas los Episodios nacionales, que combinan historia y ficción, y novelas como Misericordia, Doña Perfecta o Marianela. Fue también dramaturgo y político. Su obra ha sido redescubierta y reivindicada en las últimas décadas como parte esencial del canon europeo moderno.
Deseamos a cuantos lean esta obra literaria, un maravilloso disfrute.
© Valentín Castro. Redactor Jefe